Duro epílogo
, Cali, Colombia, XII 31 18
Ante baja entrada, un tercio, siete mondoñedos de mucho calado exigieron a fondo la terna. Sergio Flores, Juan de Castilla y Jesús Colombo cortaron una oreja meritoria cada uno, con alto riesgo y estocadas plausibles.
Foto: Camilo Díaz |
El histórico hierro bogotano volvió a Cañaveralejo con su proverbial trapío como bandera y 522 vareados kilos promedio. Dos negros y cinco castaños (contando el sexto bis) de variada tonalidadad, cargando mucha leña y poder impusieron respeto de salida. Los dos primeros mansearon manifiestamente frente a capotes, petos y muletas. El tercero, el cuarto y el quinto echaron casta geniuda y al final desistieron. El sexto, manso, se malogró y el sexto bis, el más aparatoso, se paró de salida.
Sergio Flores, brindó a su apoderado el poco promisorio primero, que sin dejarlo mostrar el capote se salió del peto y , tardeó a morir en el último tercio. Una estocada inane, tres descabellos, un aviso y la clientela muda bajo el sol inclemente. Con “Bambuco”, el cuarto, deslucido en el primer tercio, regaló el mejor toreo de la tarde. Plantígrado, atornillado, con el peso de su cuerpo sobre la pierna contraria, ligó a compás y temple tandas de la longitud que el toro tragaba. De a tres y cuatro, pero llegándole mucho. Igual por naturales, con martinetes, trincheras y molinetes como matices. Mérito alto. El sabanero renunció y la porfía desembocó en cuatro manoletinas, una estocada eficaz y una oreja sin oposición, mientras al toro se le daba la vuelta al ruedo.
El paisa Juan de Castilla, torero de vocación esteticista, luchó a contraestilo con estoicismo toda la tarde. No es lo que le nace pero fue lo que le tocó y lo hizo con dignidad y solvencia. Los renuentes exigían ponérseles en zona de candela o no arrancaban, y no solo ponérseles, sino quedarse ahí y eso requería mucho desapego a la vida. Al segundo, tardo y rajado con descaro, se lo quitó con un pinchazo y una estocada. Al huido quinto, porfiando, porfiando le hurtó y ligó acometidas en tres o cuatro tandas. Luego, cuando se paró del todo, él se fue al arrimón apostando todo por nada. Y la cosa hubiese quedado injustamente así, a no ser por el total y fulminante volapié que cortó la peluda.
Jesús Enrique Colombo, todo ganas, abundó en banderillas pero sin mucho acierto ni medida. Eso sí, clavó un cuarto par al tercero para el recuerdo. A topacarnero, de tablas a tablas, despreciando la emboscada que el toro le tendió y echándose a la cuna puso los pares juntos arriba ¡Uy! Dobló con mando y en los medios, haló en redondo y hasta en círculo con barullo y música. En episodios breves pero intensos. Al final el fragor decayó y cuando todo parecía difuminarse, cogió la espada y se tiró a los pitones fulminando. La oreja se dio, a fuerte petición.
El quinto, manso, se partió un mano en banderillas. Lo cambiaron por el primer imponente reserva. Un astifino playero que no dio un pase y con el cual contra lo esperado insistió sin brillo con los palos y brindó a Juan Bernardo Caicedo. No más. El buenmozo se dignó moverse solo por arreones explosivos desarmando dos veces y recibiendo un estocadón suicida que no mereció.
Así murió la feria 62. Refrendando que la nueva empresa recupera y en mucho la presencia del toro de Cali. Lo cual avala todo lo que se hace en el ruedo y honra la plaza.
FICHA DEL FESTEJO
Cali. Diciembre 31 de 2018. Plaza de Cañaveralejo. 6ª de feria. Sol y calor. Un tercio del aforo. Toros de Mondoñedo, parejos, bien presentados y de juego diverso. Por lesión del 6º se lidió como 6º bis el primer sombrero.
Sergio Flores, silencio tras aviso y oreja.
Juan de Castilla, silencio y oreja.
Jesús Enrique Colombo, oreja y silencio.
Incidencias: Saludó Gustavo García “Jeringa” tras parear al 4º. Tras la lidia del 5º El banderillero Carlos Martínez se cortó la coleta.
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