sábado, 3 de noviembre de 2018

LOS ASES SUDAMERICANOS ABREN Y CIERRAN CALI por EL VITO



Todo comenzó en el Perú, gracias a la hospitalidad de la afición peruana cuando el azar le abrió las puertas a la torería venezolana, de par en par y con caminos abiertos, por todo el macizo andino por senderos de la cordillera de Los Andes transitados en rebeldía y opresión por incas y conquistadores.

Caminos que históricamente fueron senderos de Libertad, caminos que condujeron un día a la reunión entre los Libertadores José de San Martín y Simón Bolívar.

Con el profundo respeto que sentimos por los Padres de la Patria,  e impulsados por la pasión que llevamos en el corazón por la Fiesta de los Toros, sentimos una analogía entre los Libertadores en las vidas de triunfos y sacrificios ejemplares y en los nombres de los dos toreros más importantes que hoy tiene el Continente Americano. Nos referimos a el ya consagrado limeño Andrés Roca Rey y el tachirense Jesús Enrique Colombo.

Ambos se iniciaron en las plazas del Perú, arenas aledañas a la Virreinal Lima cuyo corazón taurino de Acho vive con inusitada fuerza gracias a los éxitos de Roca Rey y espera por el venezolano para revivir aquellos encuentros entre los ases cuando eran becerristas, años y duros días de iniciación que van forjándose en lo que sería la pareja americana más importante de la historia taurina continental.

En Cali, Roca abre la temporada y Colombo la cierra. Lo que en el léxico de aquel gran Helenio Herrera diría el recordado Kike Rosales sería el catanaccio, el alicate con el que el chileno le apretó las tuercas al fútbol europeo para poner a tono el motor de la fiesta de los toros universal incluyendo México y España, por supuesto, con testigos de las naciones hermanadas por la veneración al toro de lidia. 




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