La apuesta de Talavante se desintegra en una escala de grises
Decepcionante tarde con la corrida de Adolfo Martín en la cuarta de la Feria de Otoño de Las Ventas
PATRICIA NAVARRO
La Razón, Madrid
Talavante cruzó la plaza. De lado a lado. Vestido de verde. De verde hoja. Estaba todo por empezar. Cómo envidio ese momento. Y con el sabor del triunfo de Emilio de Justo todavía entre los recuerdos de la plaza. En la boca ajena. Alejandro se fue para allá. Allá donde sólo se van los valientes. Los que quieren. De frente a la puerta de toriles. Venía fuerte. De frente y de rodillas. Sin arrugarse ante el miedo. Desafiante. Salió el toro. Era el primero. El primero de la de Adolfo Martín de la segunda tarde de Talavante en su apuesta de Otoño. Un jeroglífico que se resolvió de mala manera. Fue ese toro, el primero, el que dibujó en la cara de Trujillo el dolor a los pocos minutos. Ese mismo toro pasó con limpieza en la larga cambiada de rodillas de Talavante. Por los aires le lanzó después al banderillero. Y no es fácil. Veterano y bueno. Corto tuvo el viaje después y orientado y así la faena de Talavante. Probando al toro, viendo por dónde iba la jugada y una espada dubitativa que alargó el percal. Toda la tarde. Qué bárbaro el petardo a espadas de la terna a modo de condena. Clavó bien Trujillo al cuarto y hasta ahí pudimos leer. De media arrancada el Adolfo y flojo de remos condicionó una faena en la que Talavante se justificó sin más y con una espada liviana.
Fue el segundo el mejor toro de la tarde. Sin duda. Tuvo temple y una arrancada franca, sobre todo por el izquierdo. Aquel toro con el que ya en el tercio de banderillas Alberto Aguilar y Alberto Zayas se desmonteraron. Álvaro Lorenzo anduvo muy digno con él. Embestía muy despacio, tan lento, que desde el cite hasta que el Adolfo tomaba el engaño, había un mundo por tragar. Lo hizo Álvaro en una faena parsimoniosa y medida, que contó con una tanda cumbre al natural, por donde el toro tenía más largura y calidad. Es verdad que no volvió a alcanzar la faena ese punto, pero toda tuvo buena estructura y sin renunciar nunca a su concepto. En quinto lugar se llevó un sobrero de Conde de Mayalde, por flojera del titular, que tuvo mucha calidad, ponía la cara el toro de una manera extraordinaria y con codicia. Lástima que le faltara fuerza y perdiera las manos en el propio ímpetu. Vimos un atisbo de las buenas maneras del torero y también su mala espada.
Luis David Adame se las vio con un tercero flojo y de media arrancada que dejaba poco lugar al lucimiento. Y no quedó ahí la cosa, porque el sexto tuvo corto el viaje y toda la sosería del mundo, por lo que el mexicano pasó inédito a la fuerza. La tarde de Talavante, la segunda, la de la apuesta que le había hecho entrar en el bombo de Otoño, se fue truncando, poco a poco en una escala de grises insoportables. Eso sí a plaza llena. Bendita sea.
Ficha del festejo.
Las Ventas (Madrid). Se lidiaron toros de Adolfo Martín. 1º, orientado y complicado; 2º, de templado pitón izquierdo; 3º, paradote y deslucido; 4º, flojo y de corta arrancada; 5º, sobrero de Conde de Mayalde, de buena condición pero sin fuerza; 6, soso y de corta arrancada. Lleno en los tendidos.
Alejandro Talavante, de verde hoja y oro, pinchazo, media estocada (silencio); media baja, pinchazo, media, dos descabellos (pitos).
Álvaro Lorenzo, de grana y oro, estocada, aviso, diez descabellos (silencio); pinchazo, media, nueve descabellos (silencio).
Luis David, de azul marino y oro, estocada defectuosa, estocada (silencio); tres pinchazos, siete descabellos, aviso (silencio)
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