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Andrés Roca Rey ante la dinastía Rivera y Ordóñez, trío del sumun del toreo |
Las
raíces del toreo no se secan, y florecen cada año en Ronda, gracias al mandato
del maestro Antonio Ordóñez. Orden fielmente cumplida por sus nietos, Francisco
y Cayetano Rivera Ordóñez.
Este año,
como todos los años, la dinastía Arjona estuvo presente gracias a Joaquín destacado
miembro de la tercera generación de maestros sevillanos de la fotografía
taurina.
Este año
en Ronda volvió a triunfar América como
cuando la primera Corrida Goyesca triunfó el fundador de la dinastía venezolana
de los Girón, el gran César Girón. Lo hizo un torero de dinastía, como de
dinastía es Andrés Roca rey. Torero hijo, sobrino y hermano de toreros,
aficionados y ganaderos, en competencia con los hermanos Francisco y Cayetano
Rivera Ordóñez.
Carlos Crivell, del diario El Mundo de Madrid,
relata lo acontecido en la siguiente reseña:
La universalidad de la fiesta, la eternidad de España en la Fiesta de los Toros |
La plaza de piedra se rinde al dominio del peruano en su debut y
premia la entrega del nieto de Ordóñez. Morante deja destellos de arte con los
flojos juampedros
Ronda fue fiel a su tradición en día de la
Goyesca. A su plaza llena y a sus calles abarrotadas para ver llegar a los
toreros. En el ambiente, sin la bulla de otros años, se respiró una
seriedad acorde con el gran reclamo del cartel. En representación de
la jetset vinieron Jesús Quintero, Carmen Lomana, Ágata Ruiz
de la Prada y Vicky Martín Berrocal, que diseñó el vestido que lució Morante.
Un goyesco muy puro. Las esposas de los hermanos Rivera, Lourdes Montes y Eva
González, acapararon las miradas. Como los conocidos rostros del mundo del toro
que colmaron la plaza de piedra para ver el regreso de Cayetano tras el
percance de Pontevedra y el debut en Ronda de Roca Rey.
El primer
peruano en torear la célebre goyesca.
Y a Morante, claro. Que brilló a medias en el primer
acto. Se estiró con el capote sin acabar de bajar las manos. Ya con la muleta,
cuando remató un molinete se cayó en la cara del de Juan Pedro, que hizo por el
torero sin dañarlo. Levantado, Morante se desmayó en muletazos sublimes al
natural y en otros con la derecha. Siguió con esas cosas de su toreo de andar
por la cara del animal con gracia y donaire. Ya estaba cantando Remedios
Amaya y el clima en la plaza de piedra fue de los más solemnes jamás
soñados. Una labor que no remató con la espada.
El cuarto fue un toro más remiso a seguir el engaño. El de La
Puebla le expuso y le obligó, casi tirando del reservón y flojo astado. Así
surgieron muletazos muy lentos, perfectos de sentimiento y que
fueron la consecuencia de la entrega desmedida del artista. Pero no hubo
continuidad ni rotundidad.
Cayetano estuvo
entregado toda la tarde. Era su corrida, es el único representante de la
familia en activo, depositario de tantas glorias en este
festejo único en el mundo. A pesar de torear infiltrado, se mostró con ambición
de triunfo. Buenos fueron los lances del saludo al segundo, un toro hermoso de
hechuras. Mejor fue el galleo para llevarlo al caballo. El toro fue tan noble
como justo de raza, siempre mirando las tablas. Cayetano toreó con
temple y majestad, se puso de rodillas arrebatado, se llevó al toro al
centro para dibujar unos ayudados por altos de clase especial. Lo citó a matar
en la suerte de recibir y enterró al espada en el morrillo. La dos orejas
cayeron a plomo.
El quinto le ayudó poco. Cuando se sitió dominado, el animal
planteó problemas con un recorrido corto. El torero tiró de recursos
vistosos ante la incertidumbre del animal. Hizo el esfuerzo porque era
Ronda.
Cayetano y Roca Rey dos nombres enlazados en la historia de la Fiesta gracias a Ronda |
Roca Rey salió a por
todas. Es el primer torero peruano anunciado en una goyesca. Y respondió al
reto. El tercero quedó conmocionado de salida y se lidió el previsto como
sexto, toro bonito, cómodo y muy noble. La faena fue maciza por el
sitio que pisó, lo cerca que se lo pasó y el temple que exhibió. En un
natural fue prendido sin consecuencias. Arrebatado, con la cara llena de sangre
toreó con garra al natural, se arrimó y puso un grito en la plaza con las
bernadinas. El aviso sonó antes de matar. No importó porque paseó las orejas y
se pidió el rabo.
Esculpió en el sobrero sexto su quite de saltilleras,
caleserinas y gaoneras. Se lo brindó a Francisco y a Cayetano Rivera.
Con la derecha remató los pases por arriba para corregir el gañafón final del
animal. Bajó la mano con la zurda y protestó el toro. Se metió entre los
pitones para dejar claro quién mandaba. Miró al tendido en un alarde de valor
para asustar al personal. El toro casi se muere temblando antes de que lo
matara. Oreja.
JUAN
PEDRO DOMECQ | Morante, Cayetano y Roca Rey
Plaza
de toros de Ronda. Sábado, 1 de septiembre de 2018.
LXII Corrida Goyesca. Lleno de "no hay billetes". Toros de Juan
Pedro Domecq, incluido el sobrero (6º), justos de presentación y nobles;
noble a media altura el 1º; justo de fuerzas y rajado el 2º; muy noble el 3º;
flojo y reservón el 4º; descastado y a menos el 5º; sin clase y rebrincado el
6º.
Morante
de la Puebla, de color café con leche. Dos pinchazos
y estocada (saludos). En el cuarto, estocada (saludos).
Cayetano,
de turquesa e hilo blanco. Estocada en al suerte de
recibir (dos orejas). En el quinto, media estocada. Aviso (saludos).
Roca
Rey, de agua mar y azabache. Estocada
desprendida (dos orejas). En el sexto, media estocada atravesada. Aviso
(oreja). Salió a hombros junto a Cayetano
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