sábado, 1 de septiembre de 2018

RONDA VISTE DE MAESTRO A ROCA REY CON UN TRIUNFO EN LA MAESTRANZA


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Andrés Roca Rey ante la dinastía Rivera y Ordóñez, trío del sumun del toreo

Las raíces del toreo no se secan, y florecen cada año en Ronda, gracias al mandato del maestro Antonio Ordóñez. Orden fielmente cumplida por sus nietos, Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez.
Este año, como todos los años, la dinastía Arjona estuvo presente gracias a Joaquín destacado miembro de la tercera generación de maestros sevillanos de la fotografía taurina.
Este año en Ronda volvió a triunfar América  como cuando la primera Corrida Goyesca triunfó el fundador de la dinastía venezolana de los Girón, el gran César Girón. Lo hizo un torero de dinastía, como de dinastía es Andrés Roca rey. Torero hijo, sobrino y hermano de toreros, aficionados y ganaderos, en competencia con los hermanos Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez.

Carlos Crivell, del diario El Mundo de Madrid, relata lo acontecido en la siguiente reseña:

La universalidad de la fiesta, la eternidad de España en la Fiesta de los Toros


La plaza de piedra se rinde al dominio del peruano en su debut y premia la entrega del nieto de Ordóñez. Morante deja destellos de arte con los flojos juampedros
Ronda fue fiel a su tradición en día de la Goyesca. A su plaza llena y a sus calles abarrotadas para ver llegar a los toreros. En el ambiente, sin la bulla de otros años, se respiró una seriedad acorde con el gran reclamo del cartel. En representación de la jetset vinieron Jesús Quintero, Carmen Lomana, Ágata Ruiz de la Prada y Vicky Martín Berrocal, que diseñó el vestido que lució Morante. Un goyesco muy puro. Las esposas de los hermanos Rivera, Lourdes Montes y Eva González, acapararon las miradas. Como los conocidos rostros del mundo del toro que colmaron la plaza de piedra para ver el regreso de Cayetano tras el percance de Pontevedra y el debut en Ronda de Roca Rey.



 El primer peruano en torear la célebre goyesca.
Y a Morante, claro. Que brilló a medias en el primer acto. Se estiró con el capote sin acabar de bajar las manos. Ya con la muleta, cuando remató un molinete se cayó en la cara del de Juan Pedro, que hizo por el torero sin dañarlo. Levantado, Morante se desmayó en muletazos sublimes al natural y en otros con la derecha. Siguió con esas cosas de su toreo de andar por la cara del animal con gracia y donaire. Ya estaba cantando Remedios Amaya y el clima en la plaza de piedra fue de los más solemnes jamás soñados. Una labor que no remató con la espada.
El cuarto fue un toro más remiso a seguir el engaño. El de La Puebla le expuso y le obligó, casi tirando del reservón y flojo astado. Así surgieron muletazos muy lentos, perfectos de sentimiento y que fueron la consecuencia de la entrega desmedida del artista. Pero no hubo continuidad ni rotundidad.
Cayetano estuvo entregado toda la tarde. Era su corrida, es el único representante de la familia en activo, depositario de tantas glorias en este festejo único en el mundo. A pesar de torear infiltrado, se mostró con ambición de triunfo. Buenos fueron los lances del saludo al segundo, un toro hermoso de hechuras. Mejor fue el galleo para llevarlo al caballo. El toro fue tan noble como justo de raza, siempre mirando las tablas. Cayetano toreó con temple y majestad, se puso de rodillas arrebatado, se llevó al toro al centro para dibujar unos ayudados por altos de clase especial. Lo citó a matar en la suerte de recibir y enterró al espada en el morrillo. La dos orejas cayeron a plomo.
El quinto le ayudó poco. Cuando se sitió dominado, el animal planteó problemas con un recorrido corto. El torero tiró de recursos vistosos ante la incertidumbre del animal. Hizo el esfuerzo porque era Ronda.
Cayetano y Roca Rey dos nombres enlazados en la historia de la Fiesta gracias a Ronda


Roca Rey salió a por todas. Es el primer torero peruano anunciado en una goyesca. Y respondió al reto. El tercero quedó conmocionado de salida y se lidió el previsto como sexto, toro bonito, cómodo y muy noble. La faena fue maciza por el sitio que pisó, lo cerca que se lo pasó y el temple que exhibió. En un natural fue prendido sin consecuencias. Arrebatado, con la cara llena de sangre toreó con garra al natural, se arrimó y puso un grito en la plaza con las bernadinas. El aviso sonó antes de matar. No importó porque paseó las orejas y se pidió el rabo.
Esculpió en el sobrero sexto su quite de saltilleras, caleserinas y gaoneras. Se lo brindó a Francisco y a Cayetano Rivera. Con la derecha remató los pases por arriba para corregir el gañafón final del animal. Bajó la mano con la zurda y protestó el toro. Se metió entre los pitones para dejar claro quién mandaba. Miró al tendido en un alarde de valor para asustar al personal. El toro casi se muere temblando antes de que lo matara. Oreja.
JUAN PEDRO DOMECQ | Morante, Cayetano y Roca Rey
Plaza de toros de Ronda. Sábado, 1 de septiembre de 2018. LXII Corrida Goyesca. Lleno de "no hay billetes". Toros de Juan Pedro Domecq, incluido el sobrero (6º), justos de presentación y nobles; noble a media altura el 1º; justo de fuerzas y rajado el 2º; muy noble el 3º; flojo y reservón el 4º; descastado y a menos el 5º; sin clase y rebrincado el 6º.
Morante de la Puebla, de color café con leche. Dos pinchazos y estocada (saludos). En el cuarto, estocada (saludos).
Cayetano, de turquesa e hilo blanco. Estocada en al suerte de recibir (dos orejas). En el quinto, media estocada. Aviso (saludos).
Roca Rey, de agua mar y azabache. Estocada desprendida (dos orejas). En el sexto, media estocada atravesada. Aviso (oreja). Salió a hombros junto a Cayetano



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