lunes, 13 de agosto de 2018

¿LA FIESTA EN PAZ? Leonardo Páez

  Andrés Manuel, entre antitaurinos, aficionados actuantes y gremios mudos

Por Leonardo Páez.

Incontables son los enemigos de la democracia en México, asustados, ofendidos o solapados ante el aplastante triunfo de Andrés Manuel López Obrador y de Morena en las pasadas elecciones, no sólo por las propuestas de sus candidatos sino por el hartazgo acumulado de la ciudadanía, tras sexenios neoliberales y proyanquis a cargo de cumplidos funcionarios sin más propósito que llenarse los bolsillos y reiterar su ineptitud para el servicio público, excepto su sometimiento y complicidades con el poder global.

Entre esos enemigos de los urgentes cambios que México  requiere destacan los que, disfrazados de un falso humanismo puntualmente subvencionado, trabajan para la ideología e intereses del gran capital, el pensamiento único y el Consenso de Washington, todos con sus siniestras políticas de apropiación y uniformización del planeta, a favor de los monopolios autorregulados y de la condicionada protección de los animales pero enemigos de la diversidad de expresiones culturales del ser humano.

El lunes 30 de julio, un ignoto organismo antitaurino, denominado Movimiento Consciencia, presentó a AMLO un escrito en el que se propone la prohibición de la entrada a las corridas de toros a los menores de 14 años, argumentando las torpes hipótesis del comité de los Derechos del Niño de la ONU, ese maltrecho organismo al servicio del pensamiento único, en el sentido de que la violencia física y mental asociada a las corridas de toros impacta en los niños. (Las toneladas de violencia por televisión que a diario recibe la niñez del mundo, sí; ver matar toros de lidia a estoque, no, son los criterios de penetración cultural gringa avalados por la ONU.)

El alucinado escrito propone la eliminación de la financiación (sic) para el sostenimiento y promoción de actividades en que se maltrate a animales por parte de las administraciones públicas. Y sustentado en su mala fe, añade que “se elimine del presupuesto federal el financiamiento y subsidio a empresas privadas dedicadas a la cría de toros de lidia… los pocos empresarios taurinos que existen defienden un sector que sobrevive con fondos públicos”. Haberlo sabido. ¿Entonces el anterior duopolio y actual monopolio taurino no arriesga su dinero, sino que se lo proporciona el gobierno en turno? Si los gobiernos estuvieran mínimamente comprometidos, muy otra sería la fiesta de toros en el país. Pero el gran capital tiene mil formas de socavar las tradiciones, incluidos falsos promotores taurinos, autorregulados, dependientes y sin rigor de resultados.

Envuelto en la bandera de la demagogia nacionalista pero globalizonza, el escrito invoca la Defensa de la cultura de vida de origen nativo a la cultura de muerte de origen alógeno. (Buen cuidado tiene de no decir extranjero, porque nos quedamos sin ningún deporte de pelotitas, excepto el mesoamericano). Sobre consulta ciudadana, el escrito inventa que todas las encuestas realizadas en el país muestran una clara mayoría de ciudadanos en favor del fin de espectáculos violentos como las corridas de toros. Sin mostrar datos ni dar nombres de las encuestadoras, omite hablar del impotente rechazo ciudadano a la promoción televisiva de violencia que se le impone, esa sí, con medibles consecuencias sociales negativas. Salvo Contoromex, Consejo Nacional de Asociaciones, Peñas y Aficionados Taurinos de México, AC, que ya envió a AMLO una respuesta legal a tantas sandeces, las agrupaciones taurinas del país continúan sin decir ni mu.
Cada quien su defensa.

Publicado en La Jornada 
 

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