San Fermín: a hombros Octavio Chacón, buen lidiador
Juan del Álamo corta una oreja en una noble corrida de Cebada Gago
Primera puerta grande de un matador, en esta Feria del Toro: la consigue Octavio Chacón, que corta una oreja a cada uno de sus enemigos y demuestra de nuevo su capacidad lidiadora. También corta un trofeo Juan del Álamo y no desentona Luis Bolívar, en una corrida seria, muy armada pero bastante noble, de Cebada Gago, que reverdece laureles de hace años, en este mismo coso. Los tres diestros, además, se muestran muy decididos y certeros con la espada: ¡Laus Deo!
En un momento en el que los carteles de las Ferias suelen estar hechos con demasiada anticipación, acierta la Casa de la Misericordia de Pamplona al esperar, para cerrarlos, al resultado de San Isidro. A eso se debe, sin duda, la inclusión de Emilio de Justo, que rozó el triunfo grande, el domingo, y, este lunes, la de Octavio Chacón, que lo consigue plenamente, en su debut en Pamplona. Después de catorce años como matador, este diestro gaditano ha supuesto la gran revelación de la Feria madrileña, este año. La causa es bien sencilla: ha recuperado el sentido de la lidia, que ahora suele estar, por desgracia, tan olvidado, en medio del esteticismo y el tremendismo. Ni siquiera esta palabra suele usarse mucho, cuando es fundamental, en la Tauromaquia. Lo explica perfectamente don Gregorio Corrochano: torear bien no es dar pases sino dar a cada toro la lidia que necesita. En eso consiste el auténtico arte de torear, no en ponerse bonito. El público madrileño, por eso, ya ha adoptado a Chacón (como, hace años, hizo, por ejemplo, con Manili). Y, ahora, Pamplona se le ha unido.
Muy templado
Recibe Octavio al primero con una larga de rodillas y lances variados. El toro, suelto, tiene poca casta y querencia a chiqueros. Con mucho oficio, muletea de rodillas. En un desplante, la res lo prende y lo voltea, sobre el pitón; felizmente, sin consecuencias. Se muestra firme, bien lo que hace. Logra una buena estocada: oreja. La ha conseguido a base de recursos. En el cuarto, ofrece otra versión, más clásica. Lidia con el capote y remata con media, en un estilo que encanta, en Las Ventas. El toro es muy noble pero se ha lastimado en la pata izquierda y flaquea. Lo mantiene a media altura, muy templado, con suavidad, en circulares naturales e invertidos. Otro espadazo sin puntilla: otra oreja y salida a hombros.
Bolívar es diestro maduro, conocedor del oficio, que ha vuelto a los carteles de Sevilla y Madrid. El segundo es noble pero soso, flaquea, trasmite poco. Luis logra muletazos templados; se encuna al matar, igual que hizo en Madrid, y se libra por poco de la cornada, pero falla con el descabello. El quinto es muy veleto, luce dos «velas», va y viene. Se luce Fernando Sánchez, con los palos. Liga derechazos de rodillas y suaves muletazos pero el toro renquea un poco, de atrás. Mata con decisión.
Gran estocada
Juan del Álamo lleva años queriendo alcanzar la primera línea. Pareció lograrla hace un año, en San Isidro, pero no lo ha mantenido. Esta tarde le veo firme y dispuesto. El tercero echa las manos por delante, sale suelto; aunque protesta y pega derrotes, Juan lo va metiendo en la muleta, tragando mucho, con más mérito que brillo. Agarra una gran estocada, sin puntilla, que le vale la oreja. El último no llega a los quinientos kilos pero es muy serio, abierto de pitones; vuelve del revés, embiste con desigualdad. Dedica su faena al herido Javier Castaño. Como el toro protesta y engancha, recurre a molinetes y rodillazos, buscando la conexión con el público; le busca las vueltas, con decisión, y acierta de nuevo, al matar. Una tarde esperanzadora.
En su debut en Pamplona, sale en hombros Octavio Chacón, al que aquí, hasta ahora, no conocían. Con toros medianos –los que tantas tardes vemos– ha logrado el triunfo. En Las Ventas, con toros más difíciles, estuvo mejor, demostrando su capacidad. Me alegra su triunfo: además de recompensar una carrera larga y difícil, demuestra la vigencia de la lidia, como concepto clásico, en el que se fundamenta la Tauromaquia. No es un torero exquisito pero sí un lidiador serio, clásico: eso supone, para mí, un gran elogio. Si mantiene ese nivel, será bueno: para él y para la Fiesta.
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