jueves, 28 de junio de 2018

CRÓNICA DE ZABALA DE LA SERNA CORRIDA DE ALGECIRAS

 

La precisión de El Juli cuaja el único toro
de la zalduendada 

 
Una faena de inmaculado gobierno de la figura de Madrid con un bravo ejemplar lo proyecta a hombros en medio de la debacle ganadera. Morante de la Puebla y Roca Rey se estrellan sin remisión
A la sombra de la revolución algecireña de José Tomás, el cartel sol que cualquier feria sueña: Morante de la Puebla, El Juli y Roca Rey. La combinación perfecta eclipsada. Que no se verá en las grandes citas de la temporada, esas que Morante, hasta Sevilla por San Miguel, no pisará.
El genio de La Puebla frunció el ceño con el viento de poniente que levantaba su capote como una cortina de gasa. Un poquito de agua del búcaro en los vuelos. Más torcería el gesto con las embestidas del zalduendo del reencuentro con la ganadería de sus antiguos apoderados: por dentro, por la esclavina y las manos por delante. José Antonio Carretero se encargó de la lidia. El mismo patrón desaborido del toro bastote y mirón en el inicio de faena. Del tanteo a una intentona sin fe por la derecha. La muleta flameaba casi en horizontal. Todo a la contra del arte. Sobre las piernas, la breve resolución. Media estocada habilidosa y la bronca.
El azote de Eolo lo combatió El Juli con las manos muy bajas, arrastrando las poderosa verónicas hasta la media. El armónico toro de linda cara lo quiso todo por abajo. Como el quite por chicuelinas enroscadas. Así lo exigía y así le exigió Juli.No sólo por el viento. Su precisión técnica fue apabullante. En el toque exacto al hocico para enganchar y el pulso sereno para conducir y vaciar. Desde el prólogo rodilla en tierra, sólo hubo un amo de la situación. La figura atalonada, el temple contra el clima. El zalduendo respondió al gobierno absoluto con brava y noble entrega. Ni un tirón en la inmaculada pieza. Todo cosido, traído, llevado y ligado. Dio igual el pitón. Mejor por el derecho el empleo. Los pases de pecho interminables. Como los circulares de coda. Una estocada hasta la bola con su sello personal. En nada pasada.Y las dos orejas incontestables.
Roca Rey debutaba en Las Palomas. Para la presentación, un toro papudo de cortito perfil. Como el viaje. Tan pronto anunciada su breve condición. Casi desde que se sintió podido en los lances de saludo. Pasó en el engañoso arranque de faena. En bandera por alto desde la quietud impertérrita hasta el pase del desprecio. Luego echó el cierre el zalduendo. O el freno. Sin salirse de la suerte y a la defensiva. Un par de desarmes emborronaron aún más el imposible lucimiento. La firmeza quedó huérfana. La estocada segura y un punto tendida necesitó del descabello.
Protestó el personal la reducción del tiempo de la merienda por decisión presidencial. Y la empresa colgó el cartel de "no hay billetes" en lógica con la taquilla agotada; los altos de sol reflejaban el jabón de la reventa o el espíritu de los pocos ausentes. Anécdotas para contar ya que en el cuarto no hubo nada. Morante no arregló su relación con Zalduendo. Apoyado en las manos y agarrado al piso el torillo vacío; asido a su leyenda de infortunio José Antonio. El leve esbozo de verónicas inconclusas, la pose ayuna de embestidas de unos redondos. Un suspiro.
Quitado el toro cuajado por El Juli, los ex-domecq de Alberto Baillères compusieron una zalduendada. El pobre Fernando Domecq encajaba la guasa siempre con su señorío. El quinto fue una cosita. Tanta mala leche concentrada en tan poco.Al peonaje les tiraba los derrotes en las reuniones con los palos. Como para desanudarles el corbatín. Juli, sin causa, no se dio coba. Se puso, enseñó el muestrario de taponazos y se fue a por la espada. Que blandió con precaución sin triunfo que amarrar.
La guinda vendría con el manso sexto. A lo peor no más manso que los demás. Pero que se movió a arreones en los tercios previos. Y, por ende, lo cantó más que los anclados. Que lo pregonaba, o sea. Roca Rey brindó al público a saber por qué. Se desentendió el zalduendo de su muleta una vez perdida la oleada. Desbravado al máximo el zalcuento. Un bluf que a RR le duró lo que se tarda en pronunciar sus iniciales.
A El Juli lo sacaron a hombros como único argumento de la tarde estéril. Por su precisión para cuajar el único toro. Una maciza historia desconectada de todo lo demás. Como el zalduendo que salvó el orgullo de la divisa. Si esto fuera posible.

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