sábado, 14 de abril de 2018

CRÓNICA DE ANDRÉS AMOROS EN LA QUINTA CORRIDA DE LA FERIA DE ABRIL

Solo brilla Escribano
 con complicados victorinos
 en Sevilla


Da la única vuelta al ruedo de la tarde en la quinta corrida de la Feria de Abril





Manuel Escribano, en una larga cambiada de rodillas al quinto toro
Manuel Escribano, en una larga cambiada de rodillas al quinto toro - Raúl Doblado

Después de una tarde de figuras con toros flojos, la esperanza de los aficionados, como tantas veces, se llama Victorino Martín. En el año de la muerte del patriarca, el hijo está apostando muy fuerte, en todas las grandes Ferias. Después de «Cobradiezmos», Sevilla es, definitivamente, una de sus Plazas. Desgraciadamente, el resultado no corresponde a las expectativas: los seis toros cárdenos, serios, bien armados, no dan buen juego; los cuatro primeros, complicados, difíciles, no permiten faenas lucidas; los dos últimos, manejables pero flojos, de escaso fondo. Los tres diestros muestran su profesionalidad pero sólo brilla Manuel Escribano, que da una merecida vuelta al ruedo en el quinto.
Merece elogio que Antonio Ferrera, reconocido ya como figura, siga apuntándose a esta divisa. El público sigue reclamándole que ponga banderillas, sin enterarse de que ha decidido, este año, cambiar su estrategia, dejándolo sólo para especiales ocasiones. El primero, que se llama «Escriño» (el cesto de paja donde se lleva la comida a los bueyes), marca ya el signo de la tarde: flaquea, queda corto, vuelve rápido. Ferrera le va enseñando a embestir, intenta alargar las embestidas, resuelve con oficio los momentos de apuro. No llega a alimaña, se queda – como aquí dicen – en “esaborío”. El diestro se atasca, al matar (y se lastima, en la mano). Al cuarto, aplaudido de salida (como algunos de sus hermanos), le pican muy trasero. Resuelve Montoliú en banderillas. El toro es pegajoso, se orienta: se traga el primer muletazo pero se quita de encima el segundo; parece dormidito y pega un gañafón. A estas alturas de la tarde, la gente ya está aburrida, se impacienta. Esta vez mata bien. No ha tenido opciones.


Manuel Escribano ha rozado de cerca el triunfo, ha estado muy entregado, toda la tarde. En los dos toros ha ido a portagayola y ha puesto banderillas. El segundo toro es listo, se orienta, no permite confiarse. La larga cambiada es angustiosa, el toro sale distraído, se le para delante. Manuel logra lances vibrantes y muestra su facilidad, con los palos. Con valor y conocimiento, le saca algunos naturales estimables (por la derecha, no tenía ni un pase) y agarra con decisión la estocada. En el quinto, otra vez a porta gayola, se salva tirándose al suelo y enlaza verónicas con emoción, que hacen sonar la música. En banderillas, nos asusta con un tremendo quiebro por dentro, que pone al público en pie. Brinda al crítico Emilio Parejo. Este toro humilla, arrastra el morrillo por el suelo, con estilo «mexicano», casi a cámara lenta, pero tiene muy poco fondo, más clase que fuerza. Se luce la magnífica banda mientras Manuel aprovecha las nobles embestidas con decisión y cabeza. Agarra una buena estocada, hay fuerte petición de oreja y da una merecida vuelta al ruedo. No se le puede pedir más.

Una auténtica alimaña

La capacidad de Daniel Luque está demostrada pero perdió el tren de las Ferias; intenta ahora recuperarlo, en una nueva etapa, pero no es fácil. El tercero pierde las manos, espera en banderillas, pega arreones, se revuelve: una auténtica alimaña. El diestro no se descompone, le busca las vueltas y acaba con regates, por la cara: lo que el toro se merece. Entrando muy de largo, pincha. La media estocada provoca mucho derrame pero el toro se resiste a morir: incomprensiblemente, acaba siendo ovacionado. (¿Dónde está el criterio de la Plaza?). Sentencia mi compañero: «Sólo ha sido bravo en la muerte». Luque ha estado bien, salvo al matar. El sexto se parece al quinto, embiste con son pero se raja pronto, tiene poco fondo. Luque dibuja buenas verónicas; se lucen Caricol y Cervantes, en banderillas; consigue muletazos clásicos, con gusto, en una faena desigual. Se ha justificado. 
No han dado el juego esperado los victorinos pero eso no justifica la falta de casta de otros toros. Escribano se ha confirmado como un valiente profesional.

POSTDATA: La semana pasada, en Las Ventas, realizó su primer acto el Club Taurino de Rusia, con sede en Madrid. Acompañé a Nina Solovyeva, profesora de la Universidad de Moscú, en el desarrollo del tema «El toro, concepto clave de la cultura y el lenguaje de España». Ella descubrió nuestra Fiesta cuando visitó España Gprbachov y escuchó, en TV, que algunos le aclamaban llamándole «torero». Como no lo entendía, fue a una corrida, le apareció apasionante, estudió el lenguaje taurino y realizó una Tesis Doctoral (¡ojo!, una Tesis, no un Máster) sobre ese tema. Su conclusión es que ciertos conceptos definen la cultura de un país: en Alemania, la puntualidad; en Inglaterra, la privacidad; en Francia, el «savoir vivre»; en España, sin duda alguna, el toro, aunque ahora algunos se empeñen en negarlo. Recordé yo que ha habido dos intentos de celebrar corridas en Rusia: el de Luis Miguel y el de Raúl Galindo, que apareció, vestido de luces, en la Plaza Roja de Moscú. Se vendieron muchísimas entradas pero la Iglesia Ortodoxa Rusa logró prohibir el espectáculo. Ahora, en España, algunos quieren parecerse a los ortodoxos rusos.

FICHA

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