martes, 13 de marzo de 2018

NUEVO CONGRESO EN COLOMBIA ¿Y...? r Jorge Arturo Díaz Reyes

   
Bogotá 18 de febrero 2018. Foto: Jorge Arturo Díaz Reyes















El destino del toreo en Colombia, pende del nuevo Congreso de la República. Este, que se acaba de elegir hace 36 horas ha heredado el injusto dilema de aniquilar o no la libertad del culto más antiguo del mundo.
Una tradición de 500 años por acá, prehistórica por allá. Más vieja que el idioma y la rueda. Una “expresión artística del ser humano,” según la ley vigente, 916 de 2004, en su artículo primero.
Ya evacuados en el parlamento anterior los dos primeros debates del proyecto “Por el cual se prohíbe la tauromaquia en todo el territorio nacional”, los político electos o reelectos deben decidir finalmente, asumiendo las implicaciones sociales, culturales, jurídicas, económicas, ecológicas…

Grave responsabilidad, ya que todos los nacionales estamos representados por ellos con iguales derechos; taurinos, antitaurinos y los demás que son los más. El pingüe salario básico que les pagamos ($ 31.332.000, 9.000 euros mes a cada uno, fuera de briscas) les obliga con nosotros, los humanos, digo, no con los animales, pese a que haya quien sienta lo contrario. ¿Qué harán estas 268 conciencias elegidas?

Seguro, hagan lo que hagan no lo harán a conciencia. Según uso parlamentario, votarán por bancadas. Y el ágora está repleta de ellas: banderas, logos, partidos, circunscripciones, asociaciones, regionalismos, colores, excombatientes, etnias, sectas… La mayoría, con líderes antitaurinos conversos y discursos de ocasión. Ninguna de aficionados.

Aunque algunas, tradicionalistas, gordas por cierto al menos han mostrado tolerancia y sus cabezas asoman a veces por las plazas. Son pocas, pero ganaron. Hacen mayoría. El país más conservador de Latinoamérica las ha refrendado. 

Eso podría generar ilusiones de indulto a corto plazo. De parar al menos por ahora, en esta legislatura de cuatro años, la prohibición. Quizás. Pero mientras, crecen otras amenazas internas, letales, como la desnaturalización y el encarecimiento del espectáculo, cada vez más show vip y menos rito, cada vez más élite y menos pueblo, cada vez a precios más inalcanzables. ¿Y…?

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