Este fin de semana que recién se palmó, dos chavales
lograron trasmitirle a la estructura y al forrado de concreto de la Plaza
México, una expresión casi en extinción y que es el ‘¡Aquí hay un torero!’ lo
cual es muy diferente a solo andar en el toro o vestirse con trajes de brillo y
lentejuelas, no, nada de eso, en la calada con instructores y sinodales que se llevó
a cabo el sábado pasado un chaval traía
la actitud de quien tiene hambre de la
panza y del espíritu, pero lo más importante es que tiene sello, marca,
distintivo, le mientan ‘El Cozumel’ y se llama Pedro Octavio Ávila ¿de dónde
apareció? Pues es obvio aunque bien visionario el joven toreador abandonó su Quintana
Roo y tomo la legua en busca del oasis que lo es Tlaxcala, no se trata de un
niño de esos precoces ni súper dotados, lo cual me parece muy bien, ni creo que
tampoco venga de ninguna escuela, pues da la impresión que a veces suspira por
un taco o por un pitón, entonces menos va a pagar unos tenis Reebok o la cuota
pa’ el día del maestro, ‘El Cozumel’
trae la sangre caliente a flor de piel, su mayor virtud es que trae la
luminosidad del Caribe y por eso se le mete a la retina a quienes ya lo vieron,
por ello le paso el tip a usted que anda
en busca de las raíces de la torería.
Y en menos de 24 horas en ese mismo desierto de cemento se
dejó caer nuevamente un chaval tunero llamado
Ricardo de Santiago, quien ahora lo hizo a la vera de toreros de a caballo y
fue tal el revuelo que causó, que casi nadie atino a describirlo y lo más
ocurrente o más bien disparatado fue
decir que no sabe torear, que si le falta técnica, que
carece de experiencia, que por eso le pegaron tantas maromas. Vamos a ver, primero no le dieron marometas sino que le
pegaron unos santos madrazos de los que si no quedo desnucado fue por pura
milagrería propia de esta Semana Santa, la cornada o las cornadas se las
perdonaron los novillos tal vez más por asombro que por falta de instinto, ¿Qué
no supo darles la lidia adecuada?, ¿Cuál era? La que los sabios inventaron y
con la que le pretenden enmendar la plana a todos los toreros ¿o la de la
miopía? Que no les permites a los entendidos percatarse que estábamos presenciando
una lidia ardiente de enjundia, de ganas de ser torero, de entrega, de pasión,
una catedra de lo que debe de ser un novillero. Por eso le dieron la oreja.
¡Perdónalos Señor! no saben lo que vieron ni menos lo que
dicen
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