sábado, 3 de febrero de 2018

RICARDO DÍAZ - MANRESA La América del charco


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Del toro al infinito



Lo de la Monumental Plaza México es que hiela la sangre. Entradas aceptables cuando han llegado las figuras españolas pero muchas tardes vacío hasta el numerado. ¿Qué sentirán los toreros cuando están casi solos? En alguna corrida dicen que 3000 espectadores sobre las 40.000 que pueden y habrán exagerado.

La América del charco

Ricardo Díaz-Manresa
La América que sigue al otro lado del charco, la América del charco, la del charco de los charcos.

España taurinamente ya no es lo que era y América, cada vez menos. En general, ya no hay tanto público. Y me gustaría saber, porque no nos lo han dicho, si hubo algún ”No hay billetes” en los diversos países de nuestra Hispanoamérica en toda la temporada. Los comunicadores de ahora, los que antes conocíamos como periodistas y ejercían como tales, informan cada vez menos porque tapan cada vez más. Les rogaría que no olviden la transparencia y la verdad.

Lo de la Monumental Plaza México es que hiela la sangre. Entradas aceptables cuando han llegado las figuras españolas pero muchas tardes vacío hasta el numerado. ¿Qué sentirán los toreros cuando están casi solos? En alguna corrida dicen que 3000 espectadores sobre las 40.000 que pueden y habrán exagerado.

Ver a un torero dando muletazos cuando lo miran cuatro gatos hace daño y no ayuda al optimismo.

Toreros emergentes, como Ginés Marín, uno de los triunfadores de la temporada en España, no despiertan la más mínima curiosidad. Y después este torero ha dado la razón a los no fueron a verlo a Insurgentes (casi todos) con dos actuaciones muy grises y con el segundo día un toro al corral (que algunos han tapado del todo). Tampoco José Garrido ha despertado pasiones aunque cortara una oreja.

Lo de la México es muy preocupante. Está perdiendo el prestigio. Este año salió un toro sin trapío, no quiso ir al caballo, se cayó varias veces…pues fue premiado con arrastre lento. Y las orejas después de bajonazos tampoco son raras.

Los carteles son malos y consecuentemente el público no va. El toro mexicano no tiene emoción y aquí en España estamos abocados a esa situación. Para crear entusiasmo allí tienes que torear perfecto y durante mucho tiempo, lo que no es nada fácil.

Se agarran, porque no tienen otra cosa, a los toreros de la tierra, que están lejos de ser grandes toreros. Tienen a los Adame y Sergio Flores, que parece que espabila, y a todos los que han venido a España y no han dicho nada. No hace falta repetir los nombres. Intentan remover el cotarro en su tierra pero no lo consiguen.

Los presidentes de las corridas, con sus grandes pañuelos, agitándolos de pie, actúan muchas veces como los Reyes Magos.

En España podemos ver todas las corridas en directo y después repetidas varias veces. Pero en vivo es difícil sentarse ante el televisor por los horarios y, una vez conocidos los resultados, pobres casi siempre, no apetece nada verlas en diferido.

El México taurino, tiene que espabilar urgentemente. Hacen falta nuevos toreros con interés. Y una empresa que lleve a todos los espadas españoles con prestigio para no volver a ver esa plaza prácticamente vacía.

Y que no se olvide que la América del charco es nuestra querida América. Y, por Dios, que no sea charco de los charcos.

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