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Del toro al infinito
Lo de la Monumental
Plaza México es que hiela la sangre. Entradas aceptables cuando han llegado las
figuras españolas pero muchas tardes vacío hasta el numerado. ¿Qué sentirán los
toreros cuando están casi solos? En alguna corrida dicen que 3000 espectadores
sobre las 40.000 que pueden y habrán exagerado.
La América del charco
Ricardo Díaz-Manresa
La América
que sigue al otro lado del charco, la América del charco, la del charco de los
charcos.
España taurinamente ya no es
lo que era y América, cada vez menos. En general, ya no hay tanto público. Y me
gustaría saber, porque no nos lo han dicho, si hubo algún ”No hay billetes” en
los diversos países de nuestra Hispanoamérica en toda la temporada. Los
comunicadores de ahora, los que antes conocíamos como periodistas y ejercían
como tales, informan cada vez menos porque tapan cada vez más. Les rogaría que
no olviden la transparencia y la verdad.
Lo de la Monumental Plaza
México es que hiela la sangre. Entradas aceptables cuando han llegado las
figuras españolas pero muchas tardes vacío hasta el numerado. ¿Qué sentirán los
toreros cuando están casi solos? En alguna corrida dicen que 3000 espectadores
sobre las 40.000 que pueden y habrán exagerado.
Ver a un torero dando
muletazos cuando lo miran cuatro gatos hace daño y no ayuda al optimismo.
Toreros emergentes, como
Ginés Marín, uno de los triunfadores de la temporada en España, no despiertan
la más mínima curiosidad. Y después este torero ha dado la razón a los no
fueron a verlo a Insurgentes (casi todos) con dos actuaciones muy grises y con
el segundo día un toro al corral (que algunos han tapado del todo). Tampoco
José Garrido ha despertado pasiones aunque cortara una oreja.
Lo de la México es muy
preocupante. Está perdiendo el prestigio. Este año salió un toro sin trapío, no
quiso ir al caballo, se cayó varias veces…pues fue premiado con arrastre lento.
Y las orejas después de bajonazos tampoco son raras.
Los carteles son malos y
consecuentemente el público no va. El toro mexicano no tiene emoción y aquí en
España estamos abocados a esa situación. Para crear entusiasmo allí tienes que
torear perfecto y durante mucho tiempo, lo que no es nada fácil.
Se agarran, porque no tienen
otra cosa, a los toreros de la tierra, que están lejos de ser grandes toreros.
Tienen a los Adame y Sergio Flores, que parece que espabila, y a todos los que
han venido a España y no han dicho nada. No hace falta repetir los nombres.
Intentan remover el cotarro en su tierra pero no lo consiguen.
Los presidentes de las
corridas, con sus grandes pañuelos, agitándolos de pie, actúan muchas veces
como los Reyes Magos.
En España podemos ver todas
las corridas en directo y después repetidas varias veces. Pero en vivo es
difícil sentarse ante el televisor por los horarios y, una vez conocidos los
resultados, pobres casi siempre, no apetece nada verlas en diferido.
El México taurino, tiene que
espabilar urgentemente. Hacen falta nuevos toreros con interés. Y una empresa
que lleve a todos los espadas españoles con prestigio para no volver a ver esa
plaza prácticamente vacía.
Y que no se olvide que la
América del charco es nuestra querida América. Y, por Dios, que no sea charco
de los charcos.
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