jueves, 1 de febrero de 2018

KIKE ROSALES Nada por su hermano



En el 2017 no se iba a dar la novillada de la feria de San Sebastián, el motivo es “que eso no deja plata” cuando se supo que no se iba a efectuar Hugo Alberto Molina dio un paso al frente y donó un novillo, así lo hicieron los ganaderos anunciados y la empresa Grisolia también.
El asunto es que no se cobró entrada ni nadieque actuó en la misma recibió pago alguno y la carne se donó a los ancianatos y al hospital psiquiátrico de Peribeca.
 En el transcurso del año 2017 el psiquiátrico fue asaltado en varias oportunidades y se pensó en cerrar porque no tenían comida, eso llevó a que algunos  colaboraran con alimentos y medicamentos.
 Este año la novillada llevaba el mismo fin benéfico añadiendo que el precio de las entradas fue  donado a la Asociación de niños con cáncer, y las carnes de los novillos regalados por los ganaderos, (cuatro de  los hierros de Hugo Domingo Molona) sumándose a esos uno de San Antonio y el otro del Palmar de la Sierra.
 Cuando vemos las imágenes de la gente que lleva la carne a los sitios mencionados es donde caemos en la cuenta que el toro no es solo solidario, es una militancia en la humanidad, de todos los que hablan tan mal de las corridas (pobrecitos ellos) quizá no sepan que en este país poca gente por la situación que sufrimos  pueden comer carne a diario.
 Cuando se entregan las carnes es mucha la alegría que despierta en la gente del Peribeca y en las monjas de los ancianatos, ellas que andan pidiendo por las calles ayuda para darle de comer a un hermano sin recibir nada a cambio.
 Viendo el empeño del “morocho” Hugo José en satisfacer lo ofrecido se me viene a la mente una palabra de la madre Teresa de Calcuta, “el lugar de todo ser humano está donde su hermano lo necesite” y eso lo he visto de los taurinos en San Cristóbal.
 Cuando salen tantas “trabas” para montar una corrida en el país, cuando los que están en contra de las corridas ejercen comparaciones con hechos que son discutibles (tortura, asesinato y demás “cosas”) finalizando “bastardeando su juicio ético”.
 Entonces  viene a la mente la cantidad inocultable de seres que pasan hambre y ninguno le da al menos un mendrugo de pan;  Eduardo Galeano es más claro, “pobre la gente que vive midiéndose” y que no hace nada por su hermano.

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