Foto Ender Guerrero |
Las corridas de la feria de San Sebastián pasaron por los tragos
más amargos que pueda sufrir un acto de estos. Casos como el de llamar toreros
y escuchar “a Venezuela no, todavía nos deben” como vemos el asunto mostraba
prólogos de negatividad.
Además la concesión fue otorgada tarde y está presente el otro
factor, el económico, que con esto de la diaria inflación no permitía tener un
cálculo exacto, eso anudado a lo del galopante Dólar que de paso tenía un
dictamen; “en Enero estará en doscientos”, y se equivocaron, para el día de las
corridas sobrepasó la cifra.
Al frente de la C.A Plaza de toros (la concesionaria) está el
nombre y la presencia de Hugo Domingo
Molina, quien sabe que la concesionaria no tiene dinero y conseguir dólares
es imposible, el aval es su credibilidad en el mundo del toro, el documento era
su palabra.
A pesar del “no voy” de las figuras los nombres de Vanegas y Colombo eran la base de los carteles pero poderlos traer
fue una especie de montaña rusa, manolito nos dijo en una entrevista “no voy por el pan y el pescado” es
decir…
Quienes manejan a Jesús Enrique prácticamente dejaban San
Cristóbal por fuera, razones tenían, no había forma de pagar sus emolumentos en
moneda extranjera.
Entonces era común escuchar en los corrillos taurinos sentencias
tan drásticas como “se jodió la vaina”
es decir que el ambiente era pesado.
Se hacen reuniones con el matador Jesús Colombo quien
decide estudiar la posibilidad que su hijo toree en San Cristóbal, el mano a
mano lo descartaron de entrada al igual que una terna y se plantea “la
encerrona” y ese es otro capítulo, las reuniones fueron largas y tensas para
poder llegar a un acuerdo, el mismo fue ir en sociedad en la corrida, a la
final luego de “muchas cosas”… lo
hicieron.
Días antes de empezar la feria había que hacer colas de hasta
días para poder echar gasolina, entonces aparecía ese runrún tan duro y cierto
de “mire, de verdad no estamos para feria”
y el mismo tomaba mucha fuerza.
Lo otro es al llegar el día de la primera corrida, aparece un
verdadero embrollo con lo de los pases a callejón, siempre se dice que “este año arreglo el callejón” y la cosa
es de lo peor, nadie sabía nada, hablaban de una lista que solo apareció una y
los técnicos de nuestra trasmisión entraron a un cuarto para las cuatro estando
allí desde la una de la tarde, el problema del callejón fue más fuerte este
año.
Entre trasnochos y discusiones suena el tararí de la primera,
cartel integrado por Manuel Escribano,
David Galán y Manolito Vanegas con toros de Rancho
Grande y el Prado, Escribano con
problemas físicos cumplió, David galán (quien resulto favorecido por el mejor
lote) estuvo a las condiciones que tiene su toreo, de habilidad y técnico quien
lidio (el primero de su lote de Rancho
Grande lo que para nosotros es el mejor toro de la feria) sin dejar
recuerdos de su actuación.
Luego la actuación de Vanegas, aquella frase de andar “siempre en torero” la cumplió sobrado,
con suavidad y mando sin duda alguna, la
fragancia del “toreo fino” se regó
por la plaza permitiendo la protesta del público cuando le fue otorgada una
oreja en vez de dos sintiendo que la carta de presentación como matador en
Venezuela es de muy alta calificación.
El sábado fue la encerrona de Jesús Enrique con los toros de San
Antonio, bien presentados pero viniéndose abajo después de los
caballos (vimos dos varas espectaculares de Goyo Prieto) la falta de raza se volvió característica en la
corrida, terminaban los pupilos Edgar
Bravo como “agarrándose del piso”.
Colombo estuvo con una corrida muy difícil (a excepción del
quinto toro) resolviendo con suficiencia los problemas, no se sintió a gusto
pero dejó también el sabor de cosas grandes, la espectacularidad de sus pares
de banderillas van firmados por una espada casi perfecta, es decir para los
viejos entendidos solo con la espada ya corta las orejas además de hacer ver
que “tiene toro en toda la plaza”.
Después de tantas penurias se dio la feria dejando cosas muy
importantes y buenas, existen “los
colombistas” y “los vaneguistas”, la rivalidad en el ruedo
está señalada.
Los puntos de venta colapsaron el día de la primera corrida
quedando gente por fuera, el sábado se fue la luz y los puntos otra vez se
dañaron, incluso para entrar tumbaron una puerta y muchos se fueron
porque con tantas limitaciones decidieron ir a casa.
La parte de sombra mostraba media entrada lo cual ante todos los
avatares vividos se puede considerar un hecho satisfactorio, el afeitado en
muchos casos fue muy burdo (era notable, y eso se debe al menos disimular) el
día de “la encerrona” de Colombo hubo
una reunión de carros antiguos que limitaba el ingreso a la plaza, el Viernes
jugó el Deportivo Táchira copa
libertadores y muchos pensaron “no hay
plata para ir a los dos espectáculos”, hubo también una novillada,
pero esa merece un artículo aparte porque como ven es muy largo escribir la “crónica de una feria que casi no se da”.
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