jueves, 25 de enero de 2018

VIENE MANOLO VANEGAS CON ASPIRACIÓN DE TOMA DEL PODER Y MANDO EN LA PLAZA

 MANOLO VANEGAS
LLEGA ENVUELTO EN SILENCIO,
VIENE EN BUSCA
DEL ESTRUENDO
DEL TRIUNFO
 
Manolo Vanegas, además de un par de cojones
trae en el equipaje triunfos en Francia, en España
y más recientemente un indulto en México
envuelto en las ganas de hacerse el amo de Sudamérica.


EL VITO

El taimado andino de las colinas  de Seboruco  es una persona que se expresa en la vida, como en la lidia lo hace el matador de toros Manolo Vanegas: en silencio, sin estruendos ni alharacas, con disposición nítida, sincera y honesta.
Tal vez haya sido su maestro César Faraco el que colocó las primeras piedras en la formación de Vanegas. Tal vez Faraco en planas de palotes toreros trazó las primeras letras en la Escuela Taurina y  le condujo por el sendero de la técnica y del oficio. Maestro  además de su padre el muy admirado Fulichán, o  César Vanegas, hayan forjado que la personalidad de Manolo Vanegas se parezca más al laberinto del Cóndor en su silencio.  
César Faraco, aquel Cóndor que cursó victorioso los cielos de Madrid y las cumbres del toreo y de la vida, como en su toreo, sólo tuvo una cara  para amigos y enemigos.
Al contrario de aquellos sus primeros rivales, centrales y caribeños, los muchachos de Caracas y de Maracay, que César Faraco enfrentó al inicio de su precoz vida de torero el andino de Lagunillas.
La vida de Faraco trascurrió entre el respeto profundo y el tesoro del silencio, y así envuelto en el silencio de las alturas donde sólo vuelan los cóndores de nuestra sierra andina, Faraco  a la cumbre como su tocayo emperador, como lo hizo  Julio César cuando desplegó su muleta ante el senado de Roma y describió su victoria sobre Farnaces II que la crónica que Suetonio traduce y resume en: "Vine, vi y vencí” ; y, como dicen los sabios de la historia,  se utiliza habitualmente para significar la rapidez con la que se ha hecho algo con éxito, a la vez proclamaba la totalidad de la victoria de César que por aquellos días tenía muchos rivales como ahora encontrará Manolo Vanegas en este su segundo año como matador de toros. Año que, como contaba Diamante Negro, “ es el más difícil de la carrera”.
Manolo Vanegas igual que Julio César tuvo a Pompeyo por rival, encuentra en su camino como adversario a otro tachirense:- Colombo le acecha en la acera de enfrente.  
Es con Jesús Enrique Colombo, con  quien la afición espera  se plantee la urgente rivalidad,  vigorosa vitamina que necesita la fiesta en el mundo para vivir con un corazón latiendo de emociones y, por supuesto, trasplante que necesita con urgencia Venezuela.
No esperamos entre estos dos buenos toreros manifestaciones afectuosas en las arenas del toreo. Nada de abrazos, besitos, palmaditas en el hombro. Para que esto resucite y rescate su existencia será necesario que al desplegar  capotes y muletas o de izar banderillas, lleven escritas sobre las telas lo que Julio César escribió tras la batalla de Zela, en la que derrotó al rey del Ponto— se traduce por "Vine, vi y vencí".
Vencer en cada tarde, como era la consigna del gran César Girón y de su hermano menor, Curro, ases del toreo universal que siendo hermanos fueron enconados rivales, como espera la afición que lo sean Manolo y Jesús Enrique.
Suerte para ambos en esta misión de rescatar la fiesta en Venezuela, en esta su primera batalla de una guerra que se anuncia como larga, eterna, gloriosa en las arenas del toreo.






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