Homenaje a mi amigo
Manuel del Prado “El Triste”,
que vivió muy cerca
la grandeza de Armillita
EL VITO
La partida de Miguel Espinosa
“Armillita” revive recuerdos imborrables. Recuerdos en la amistad y muchos en
nuestro camino profesional por la Fiesta de los Toros.
Recientemente, hará cosa de
un mes a lo sumo, recordábamos aquella visita a la entrañable Lima, Perú,
cuando compartimos con buenos amigos como lo fueron mi compadre Raúl Izquierdo,
el maestro Antoñete, el gran Curro Vázquez y su hermano Antonio. Muy especial
fue el encuentro con Gabriel Tizón, hoy matador de toros en retiro, de gran
actividad en festivales y como ganadero de reses bravas.
Aquella temporada de Lima Gabriel
Tizón era un aventajado novillero que ilusionaba el Perú junto a Rafael Puga
Castro como hoy lo han hecho realidad grandes toreros como Andrés Roca Rey y
Joaquín Galdós que abrieron la Temporada de 2017.
Puga es hoy un gran ganadero
de bravo, y entonces se convirtió en gran figura del Perú que como torero vino a Venezuela contratado para Barquisimeto por su admirador Curro Girón, quien nunca dejó de expresarse laudatoriamente de este torero convertido hoy en un Señor Ganadero.
De aquellos días a los que
nos referimos en nuestra visita al Perú, recordamos a Raúl Aramburu y a Flavio
Carrillo, dos taurinos de excepción entre los mejores taurinos de América, toreros de categoría y personas de nuestro
afecto.
Eso sí, el Perú tenía entonces, como ahora, la crema de los mejores
aficionados de América. Entre ellos, que en esta visita conocimos, estaba don
Fernando Graña, aficionado de mucha categoría que en vida fue amigo y
compañero en los carteles de los festejos que se organizaban en el Perú del
coloso de Saltillo, don Fermín Espinosa “Armillita”, padre de Miguel, y del
legendario toledano Domingo Ortega.
Gabriel Tizón es hoy ganadero
de bravo y, su ganadería, inauguró hace poco la temporada de la Feria del Señor
de los Milagros en la milenaria Acho.
Don Fernando Graña organizó
una recepción de lujo para Miguel Espinosa “Armillita”, el hijo de su amigo que
se presentaba en el Perú. Hace una
semana recordábamos con Miguel aquella estada en el Perú, decantando la
conversación en nuestros recuerdos a la primera visita que hicimos a
Aguascalientes, a su Feria “que es un primor” y escribimos:
Y SU FERIA QUE ES UN PRIMOR
Algunos pueblos de México se
identifican con ruidosos nombres de sus próceres y revolucionarios.
Camino a Aguascalientes se
cruza por San Miguel de Allende y por Dolores Hidalgo y, más adelante, se pasa
por un costado de Ojuelos sesgando la pared del cementerio que luce un gran cartel intimidatorio que dice: "Aquí
te espero, pasajero".
Ni hablar. Sin entrar en
Ojuelos el viajero sigue ese mismo camino que cruza valles en el que tropezará con nombres de mucha historia
taurina como La Punta y Mantancillas, viejos cascos de haciendas de los hermanos
Madrazo. José y Francisco, ganaderos punteros en la época de Manolete que
encumbraron a los hermanos Chucho y Lalo Solórzano mucho antes de que las
hordas campesinas instigadas por el locuaz populismo invadieran las tierras de
las vacas bravas.
Hoy sólo quedan allá los
nombres y el recuerdo importante de unas ganaderías que sirvieron para que
muchos toreros conocieran la gloria.
Llegué a Aguascalientes en
plena actividad ferial. La famosa y muy cantada Feria de San Marcos estaba en
pleno apogeo. Lo primero que hice fue ir
a la plaza de toros para asegurar los boletos para la corrida de la tarde, cuyo
cartel anunciaba toros de San Miguel de Mimiahuapam para Manolo Martínez, Eloy
Cavazos y Antonio Lomelín. Cartel de "No hay billetes". Escenario hermoso el de la plaza rematada con
arcadas de pulcro blanco y tejadillo
ocre, que se llena poco a poco a medida que crece el rumor en el corazón de
toreo mexicano. El alguacilillo viste a la usanza mexicana y los aires
musicales de la extraordinaria banda son de la tierra aguascalientense.
A Eloy en su estrujante faena
le acompañan con el Corrido de Monterrey, primero, y luego con el Corrido
de Aguascalientes que invita al público
a participar en un gran coro con el
grito de "¡Viva Aguascalientes!, ¡...Y su feria que es un primor!"
Manolo Martínez recibe la muestra hostil del público, porque
no triunfa, y caminando hacia el callejón se encara con un aficionado de barrera
que le increpa. Martínez enojado le responde: "¡Chinga tu madre
cabrón!"
Otro día en San Marcos Manolo
cambiaría las lanzas por cañas, con una de esas faenas muy de Manolo. Se rebela
ante sus compañeros aquella primera tarde en "aguas" el acapulqueño
Antonio Lomelín, quien tropieza —los toreros en racha "tropiezan" con
toros excepcionales— con un toro de bandera de San Miguel de Mimiahuapam. El
mejor toro de la feria, no hay duda, y Antonio saludó al bravo noble astado con
el péndulo en los medios de la arena hidrocálida y desde ese instante comenzó
una escalada triunfal, que culminó con una espadazo espectacular hasta las
cintas. Las dos orejas y el rabo y la delirante salida a hombros en medios de
los entusiastas aficionados.
¡Que buena la afición de
"aguas! Un público participante y atento a todo lo que ocurre en el
redondel.
Tuve oportunidad de saludar a
un montón de grandes amigos. Allí estaba Guillermo González "El
Cabezón", empresario de esta feria. Al destacado y joven apoderado José
Manuel Espinosa y a nuestro paisano Rafael Báez
que con José Chafik maneja la
fiesta de los toros mexicana con la pareja de Martínez y Cavazos. Allí estaba
el maestro Pepe Alameda, admirado crítico taurino y también el joven Ángel Díaz
de León, del Canal Trece de Televisión. Fue mi primera visita a Aguascalientes,
escenario de la impresionante y casi perfecta faena de Fermín Espinosa
"Armillita" premiada un rabo Inobjetable,
después de ponerle un sello muy armillista a su genial e inspirada obra de
arte, que dejó de ser el monólogo entristecido.
En Aguascalientes, Fermín
Espinosa "Armillita" tuvo un diálogo profundo, el que en mutua
fecundación se ha levantado entre la plenitud de Fermín y la liturgia de
Miguel, su hermano, diálogo que tuvo clásica prosa imperial, aprendida y
aprehendida en Chichimeco. Miguel fue quien arrasó: cuatro orejas la primera
tarde, dos la segunda, dos y rabo la tercera y dos más la cuarta para ganarse
todos los trofeos que estaban en juego. Fue la feria de los hermanos
"Armillita".
La señora Nieves, la viuda
del maestro de Saltillo, salió de su retiro en Chichimeco, para cenar en
Aguascalientes con sus hijos. Los tres solos brindaron por el recuerdo del
genio. Seguro que Fermín el grande, a quien llamaron "Armillita
Chico", en algún rincón celestial celebraría el éxito de sus hijos con su
ritual sencillez.
"¡Y su feria que es un
primor!", tiene el toque mágico en
la arquería del Jardín de San Marcos, en su palenque y con su jugada que se
hunde todo en un mar de alegría al resonar de la tambora, que no deja de
acompañar los desafinados clarines, que entonan "Pelea de gallos".
Aguascalientes envuelve al visitante en su esplendor, con su cariño y muy
fuerte con la amable hospitalidad de su gente. Toros, gallos, juegos y
canciones de un pueblo entregado a celebrar todo en honor a San Marcos. Día y
noche, sin parar, se festejaron sin que surgieran inconvenientes y es el toro
de lidia el que, con su totémico atractivo envuelve al público enferiado.
Aguascalientes, cuna de grandes toreros como Alfonso Ramírez El Calesero,
Humberto Moro y Rafael Rodríguez El
volcán de Aguascalientes, es centro geográfico del más interesante mapa
ganadero mexicano; por ello es que "aguas", como los hidrocálidos llaman
a su amado terruño, es la más mexicana de todas las ferias.
De esas y de otras cosas
gratas recordábamos con Miguel.
Se fue, sin decir adiós, como
reclama El Triste, “Gordo, te adelantaste” … Ya te alcanzaremos
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