jueves, 23 de noviembre de 2017

Luis E. Carvajal – De SOL y SOMBRA. EL “TORO ARTISTA”


EL “TORO ARTISTA” Y LOS  “COBARDES” DEL TENDIDO 



Toro de lidia. Foto 📸 Santiago Molina. 

La fatídica inauguración de la temporada 2017 – 2018 de La Plaza México suscitó una enardecida lucha en redes sociales y medios de comunicación entre taurinos y aficionados que debatían sobre la dureza de las críticas hacia la empresa y protagonistas del Domingo pasado.
Esta lucha sin sentido tiene dos vertientes. Por un lado existe el taurino “optimista” el que piensa que cualquier crítica a la fiesta de los toros le hace mal porque “¿Qué va a pensar el nuevo público?…Ya no va a querer volver con tanta negatividad”. Ese mismo taurino “optimista” que piensa que para rescatar a nuestra fiesta basta con vanagloriar los triunfos sin trascendencia y encumbrar a ganaderías y toreros que no han logrado unificar criterios sino dividir al tendido.
Por otro lado está el aficionado “pesimista” el que para los taurinos de la otra vertiente es un “reventador” por exigir un espectáculo digno con toreros que engradezcan su profesión y vuelvan a anunciarse con verdaderos toros de LIDIA con casta y bravura. Nada más alejado de dicho deseo son las aspiraciones de José Manuel Gómez ganadero de Teofilo Gómez que aboga como otros hierros por un “toro artista” el mismo que buscó sin descanso Don Juan Pedro Domecq que se ha transformado en reses sin casta y sin codicia ideales para el disfrute del matador en turno que termina en la mayoría de la osaciones por convertiste en “enfermero”. No hay que olvidar jamás que de la nobleza (necesaria para el toreo) a la sosería hay una línea muy delgada que lamentablemente parece no importarles.
Para colmo de males los principales portales y medios taurinos están encabezados por “comunicadores” hundidos en el servilismo y la alabanza buscando justificar lo injustificable con positivismo y en el peor de los casos atacando al aficionado que protesta la decadencia del espectáculo al grado de llamarles “cobardes” como hizo el Sr. Rafael Cue en su reciente columna del periódico “El Financiero”. No señor Cue cobarde es el que calla cuando le arrebatan lo que ama.
Me pregunto yo ¿Cómo se pretende volver a darle vida a la fiesta brava y vender al nuevo público un espectáculo en donde los animales que salen por toriles en los carteles de mayor expectación no imponen RESPETO sino pena, desaliento y disgusto? (OJO: en dichas corridas asiste la mayor cantidad de neófitos y posibles prospectos a aficionados)
En el toreo no todo es subjetividad. Me hice aficionado a los toros porque a la temprana edad de 8 años no había visto jamás un acontecimiento más épico, heroico y cercano a la muerte que un hombre plantado frente a un animal de 500 kilos desviando sus duras embestidas exponiéndose con una simple franela y reduciendo su acometividad con una estética indescriptible. Eso nos une a ambas vertientes y es el motivo de nuestra afición. Que no les engañen.
La fiesta no necesita luchas ni defensa. La fiesta necesita GRANDEZA. Un acontecimiento épico como es la fiesta de los toros debe venderse como tal, con toda su crudeza, esencia y su autenticidad. Solo de ésta manera los espectadores estaremos conscientes de su importancia y recuperarán el respeto que se merecen los protagonistas desde que suenan parches y metales hasta que las mulillas arrastren al último bravo animal que entregó su vida en el ruedo.
El aficionado a los toros debería vivir orgulloso por contribuir cada que pasa por la taquilla a la recreación y preservación de un rito milenario que no tiene comparación en el mundo, y contribuir con la supervivencia de una especie única tan seductora como mística, tan noble y tan fiera, y colaborar en la perpetuación de una de las manifestaciones culturales de mayor calado emocional en toda la historia de la humanidad.
No nos maten las ilusiones. No le quiten su esencia BRAVA a nuestra fiesta.

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