miércoles, 20 de septiembre de 2017

EDUARDO SOTO El arte de la tauromaquia



Juan Belmonte. don José Bergamín y Gallito

  El arte es un concepto en constante evolución, pero podríamos decir que es una manifestación propia del ser humano, que persigue expresar sus emociones y transmitirlas con un  creciente componente estético, en la medida en que vaya desarrollando su intelecto y afinando su  sensibilidad.
Desde los albores de la andadura del hombre sobre la tierra, la Tauromaquia ha estado presente, como lo evidencian  pinturas rupestres de hace veinte mil años; al evolucionar la humanidad se inicia la transición en torno al toro, para pasar del carácter utilitario y mítico al sentido artístico, proceso siempre inconcluso pues la imaginación no tiene  límites, pero que ya  constituye componente esencial del toreo de nuestros días.
La Fiesta Brava siempre ha sido fuente de inspiración para todo un conjunto de manifestaciones artísticas, pero ahora  también ha llegado a ser  arte en sí misma. Esta esencia  de la Tauromaquia, logra transformar el valor en expresión estética, rodeada de  peligro, tragedia y muerte. Octavio Paz, el mexicano Premio Nobel de Literatura 1990, definía el toreo como poesía en movimiento,  en la que el peligro alcanza la dignidad de la forma y la forma la veracidad de la muerte.
En la Edad de Oro del Toreo, la creciente importancia asignada a la capacidad del toro para humillar, permitió buscar ritmo en la embestida, lo que a su vez hizo posible  prolongar el muletazo; de la sucesión armónica de este accionar  surge la cadencia y entonces mágicamente aflora la música callada del toreo,  apelativo  fruto de la inspiración de José Bergamín.
 Ciertamente, habría mucho que decir sobre la tauromaquia, pero en la medida que fortalezca su compromiso con la estética y promueva la exaltación del espíritu, perdurará a través del tiempo, pues el arte tiene propensión a eternidad.
Eduardo Soto, A.T.T.
20092017.


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