Se dice que la recordación de aniversarios tuvo orígenes
religiosos, para traer de nuevo al espíritu las fechas del sacrificio de los mártires. En nuestros días,
su uso es más extendido y cuando recordamos solemnemente algo o a alguien, decimos
que estamos conmemorando.
Pues bien, este año
tenemos la feliz coincidencia de conmemorar no solamente el Cincuentenario
de la Plaza de Toros de Mérida, sino también
las Bodas de Oro Sacerdotales de su Primer Aficionado, Su Eminencia
Reverendísima Baltazar, Cardenal Porras.
El tiempo de Dios es perfecto, pero no tanto el de los hombres
y ha debido hab er una más estrecha relación entre las dos efemérides, pues ambas
se refuerzan mutuamente, pero aún no se
ha cerrado esa ventana.
El Pastor, cuya personalidad, pletórica de sencillez, conocimiento
y bondad, genera o reaviva querencias religiosas adormecidas y la Monumental
Román Eduardo Sandia, templo donde se forja la afición taurina de la Ciudad de
los Caballeros.
Siempre han sido loables los esfuerzos de nuestro Clero en la lucha contra las dictaduras, como
son dignos de reconocimiento los empeños de la afición venezolana por no dejarse arrebatar la
Fiesta Brava.
Devoción y Afición han ido siempre mano con mano y al
combinarse producen una sinergia, que
podría favorecer mucho ambas causas.
Los Andes son el bastión de la esperanza taurina del país,
de la resistencia contra la tiranía y existen señales prometedoras que aconsejan
redoblar esfuerzos en las dos jurisdicciones.
Pero tenemos aún que superar
obstáculos muy complicados, para lo cual es indispensable la colaboración de
todos, sin olvidar que la parte más oscura de la noche es la que precede al
nuevo amanecer.
Eduardo Soto, A.T.T. 22092017.
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