Finalizada la décima tercera
corrida del serial mayor
En tarde emotiva
salen en hombros
“Zotoluco” y Ponce
¡UN PAR DE MAESTROS POR LA PUERTA DEL ENCIERRO ¡ |
Por ADIEL ARMANDO BOLIO,
Enviado especial
a Ciudad de México
CIUDAD DE MÉXICO, CDMX.
Sábado 4 de febrero.- El ambiente era el propicio, se cumplía cabalmente
la trayectoria de un torero, quien tras 30 años de alternativa pone punto final
porque así lo decidió él, un torero como el mexiqueño Eulalio López “Zotoluco”,
quien desde un principio se planteó una meta, llegó a ella y la cumplió, que
fue la de ser figura del toreo a nivel nacional y con un alto reconocimiento a
nivel internacional.
Al iniciarse el paseíllo, con
15 minutos de retraso, porque todo mundo quería tomarse una foto del recuerdo
con su torero preferido, en este caso, el de Azcapotzalco, empezó el festejo
cuando tras una lluvia de confeti, enmarcaba la salida de los toreros al ruedo,
en tanto que en los tendidos de la plaza se veían adornados con pancartas que
tenían leyendas que ensalzaban la trayectoria del “Zotoluco” y de
agradecimiento por toda su tauromaquia.
El resultado del festejo,
aunque en el número de corte de apéndices miente, pues de haber acertado los
toreros con la espada, estaríamos hablando de una tarde de ocho orejas, cuando
sólo se cortaron tres, pero lo importante fue lo realizado por los diestros en
el ruedo, quedando la gente más que satisfecha.
De esta manera, ante un
prácticamente lleno en la zona numerada y buena entrada en el sector general, se
lidiaron seis toros bien presentados de la ganadería hidalguense de Fernando de
la Mora, destacando el corrido en segundo lugar, que mereció el premio del
arrastre lento.
Al toro que abrió el festejo,
de nombre “Arete”, Eulalio López “Zotoluco” lo recibió con una larga cambiada
de rodillas, cerrado en tablas, para luego de pie, lo veroniqueó con empeño.
Con la muleta, a un ejemplar medido de fuerza, falto de casta y que terminó
soseando, le empezó un trasteo magisterial, doblándose suavemente, para luego,
a base de sobarlo y esperarlo, le endilgó varias series de naturales,
arrancándole todos y cada uno de los muletazos con mucho mérito. Por el derecho
ha ido de menos a más, hasta robarle, a base de aguante y de pisarle los
terrenos, lances de gran torería. Mató de pinchazo y estocada entera para
hacerse ovacionar.
A su segundo, “Voy y vuelvo”,
Eulalio López “Zotoluco” lo toreó a la verónica con soltura y oficio. En el
tercio de varas, el connotado picador potosino Ignacio Meléndez, fungió como
tal, con evidente efectividad en su última actuación profesional. Con la
muleta, luego de que se desmonterara en el tercio el banderillero Christian
Sánchez y de que le brindara su trasteo a quienes se encargaron de apoderarlo
en la última fase de su carrera, Alejandro Silveti y Alonso Cuevas, “Zotoluco”
a base de su reconocido valor y poder, logró una faena de gran mérito a un
ejemplar nada fácil, enrazado, sobresaliendo su recio toreo derechista y de
gran pundonor. Acabó de atinada estocada y por ello se le concedió un valioso
apéndice. Dio la vuelta al ruedo haciéndose acompañar de su picador de
confianza Ignacio Meléndez, quien así dijo adiós a la profesión.
Al tercer toro de su lote,
llamado “Toda una historia”, marcado con el número 101 y con 518 kilos, el del
adiós definitivo, “Zotoluco” lo saludó con dos largas cambiadas de hinojos en
tablas, para luego, de pie, lancear con clase a pies juntos e irse a los medios
para ejecutar un ramillete de valientes y vistosas chicuelinas, además de
llevar al “socio” al caballo por chicuelinas caminándole. Con la franela, una
vez brindada la faena a su esposa e hijos, luego de iniciarla con pases de
rodillas por alto en la zona de tablas, empezaron a sonar las notas de las
sentimentales notas de “Las Golondrinas”, al tiempo que en los tendidos se
prendían las luces de los celulares, mientras “Zotoluco” se daba a la tarea de
perseguir a un huidizo toro, pero no voy a contar lo que hizo dejó de hacer,
aquí lo relevante que en su faena se vieron reflejadas las faenas que realizó a
lo largo de 30 años y casi siete meses de alternativa en todas las plazas del
Orbe Taurino y siempre defendiendo el sitio de figura del toreo. Todo era
melancolía y emotividad. Se tiró a matar. Dejó media estocada, se puso
pesado con el descabello.
El toro dobló solo, le
sonaron un aviso, pero la entrega, el cariño y el reconocimiento del público se
hicieron presentes en una aclamada vuelta al ruedo, que concluyó en el centro
del ruedo.
Previo homenaje que le
hicieron los niños con debilidad visual de su fundación, cuando sus hijos
Álvaro y José María le cortaron el añadido, al tiempo que se soltaron al aire
palomas blancas con emoción y entre grito de “¡torero, toreo!”.
El valenciano Enrique Ponce,
al primer astado de su lote, le ha lanceado con clase a la verónica y luego
quitó de forma estupenda por chicuelinas en el centro del ruedo. Con la sarga,
tras brindarle el trasteo a “Zotoluco”, con un prólogo torerísimo a base de
trincherazos, pases de la firma, el cambio de mano por delante y el de pecho,
le ha cuajado a “Venadito”, un faenón con tandas brillantes de derechazos,
plenos de arte y calidad incólumes. Sus naturales han sido de una donosura
increíble, llenos de tersura, temple y dimensión espectaculares. Volvió al
perfil derecho para ligar su bello toreo en redondo, incluyendo su ya famosa
poncina. Más detalles de arte sublimado, para acabar de certera estocada y por
ello obtener, en medio del contento general, las dos orejas, en tanto que al
noble burel se le dio el arrastre lento.
En su segundo, “Tumbamuros”,
el espada de Chiva, Valencia, poco pudo hacerle con el capote ante las
descompuestas embestidas del de Fernando de la Mora. Su quehacer muleteril,
luego de un aparatoso tumbo a uno de los varilargueros, lo inició doblándose
suave y elegantemente, para después desengañarlo a través de enseñarle por
dónde embestir, principalmente por el pitón derecho, tirando de verdad del toro
y en el toreo circular con cadencia y arte quintaesenciado, todo envuelto por
la magia y la maestría de Ponce. Lo intentó por el izquierdo con evidente
empeño pero el ritmo, la clase y la estética de su depurada tauromaquia
hicieron que su obra taurina derechista llegara a alturas insospechadas entre
gritos de “torero, torero”. Y echó todo a un ejemplar no fácil. El toro se acobardó
e intentó saltar al callejón espantado por el sublime toreo de su lidiador,
quien siguió dándose gusto, desplegando su sabiduría torera, cuando en los
tendidos de este septuagenario coso imperaba la “locura”. Por desgracia no
acertó al matar, le sonaron dos avisos, pero ello no fue óbice para que el
público lo ovacionara con fuerza en una emotiva vuelta al ruedo.
Y en el toro que cerró el
festejo, “Aroma de Azahar”, Enrique Ponce veroniqueó con torerismo y mejor
quitó por lances a pies juntos. Con la tela escarlata, a un ejemplar que
prometía poco, lo empezó a lidiar con sumo talento pases suaves de trinchera,
de la firma y el de pecho. A pesar de que su antagonista buscó el refugio de
las tablas, fue ahí donde el esteta valenciano lo entendió hasta darle tandas
magistrales por los dos perfiles y en un palmo de terreno, sobresaliendo su
labor diestra. El torero analizaba os sitios dónde continuar su trasteo, pero
el astado, a estas alturas del mismo, se negaba a colaborar. Sin embargo, a
base de insistirle, todavía le arrebató muletazos meritorios y exponiendo.
Finiquitó de estocada honda y desprendida para ser ovacionado.
Finalizada la función, entre
gritos de ¡torero!, tanto Enrique Ponce como “Zotoluco” fueron izados en
hombros y así salieron por la Puerta Grande de “El Encierro”
FICHA: CIUDAD DE MÉXICO,
CDMX.
Décima tercera corrida de la Temporada Grande Internacional 2016-2017 y
primera del LXXI aniversario de la Monumental Plaza México. Entrada: poco faltó
para el lleno en el numerado y buena en general. Toros de Fernando de la Mora:
bien presentados, sobresaliendo el lidiado en segundo lugar que mereció el
arrastre lento. Eulalio López “Zotoluco”, quien se despidió de los ruedos:
ovación, una oreja y vuelta con un aviso en el de la despedida. El
valenciano Enrique Ponce: dos orejas, vuelta al ruedo tras dos avisos y
ovación. Al final, ambos diestros fueron sacados en hombros por la Puerta
Grande de “El Encierro”.
INCIDENCIAS: El picador
Ignacio Meléndez se despidió de la profesión luego de su actuación durante la
lidia del tercer toro. Tras la lidia del quinto toro, “Zotoluco” adiós a
los ruedos y sus hijos le cortaron el añadido.
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