Hoy hay gente en su vida de
forma irremediable, derrotada (aunque no vencida) por la decisión del Tribunal
Constitucional de Colombia en Bogotá. La que pone fecha a ‘lo político’
(Congreso de la Nación) para regular un toreo a pie sin sangre, o, en su
defecto, se pondrá fin al propio toreo. ¿Pudo haberse evitado?. Creo que sí. O,
al menos, pudo haber proporcionado a la Tauromaquia de todos los países que la
celebran, una experiencia de cohesión entre ellos para preparar el capítulo
siguiente. Porque, si a estas alturas alguien duda o niega que lo de Colombia
no sea extrapolable a España o a cualquier país que celebre toros, es un insensato
o un mentiroso.
En los últimos quince años la
cadena de sucesos sociales y jurídicos negativos contra las Corridas de Toros
y, quizá contra toda la Tauromaquia (esta incluye expresiones populares sin ser
corridas regladas) ha sido tan fértil y veloz que, en década y media, la
situación legal del toreo tiene el aspecto de un buque con excesivas vías de
agua en su casco. En apenas quince años, justo el tiempo en el que la
estrategia de comunicación animalista ha dado sus frutos en las instituciones
políticas y en la sociedad. Jamás una ‘ideología’ había hecho una carrera tan
veloz en la historia de la humanidad, como la del llamado ‘animalismo’.
En España el animalismo tuvo
su primera gran victoria en Cataluña, cuanto se aprobó la modificación de la
ley de Bienestar Animal. ¿Prohibieron las corridas?. Absolutamente, pues el
toreo quedó fechado sólo en las plazas de tradición y ya construidas, todas de
propiedad pública. Nunca más salieron a concurso. Lo de la Monumental fue la
escenificación de un secesionismo mediático, pues la plaza es propiedad privada
de un empresario catalán que antepuso su negocio a la Tauromaquia.
Recientemente, Balañá ha sido nombrado miembro de la Academia del Cine Catalán,
con el aplauso público de Ada Colau, alcaldesa juramentada contra el toreo.
Juramentada a sabiendas que Balañá jamás ejercerá sus derechos legales en
Barcelona. Sus negocios son catalanes, no de la tauromaquia.
Dispuestos a no llamar a las
cosas por su nombre, en un exceso de proteccionismo de familias, escenificando
una endogamia sin capacidad de cohesión o de estrategia, los agentes
productivos del toreo no se enteraron de lo de Cataluña hasta que Barcelona se
declaró ciudad libre de toros. La reacción de los clanes fue dejar hacer a
Balañá, uno de los suyos en ese rol de repartidores de plazas, creando éste una
Plataforma de Defensa de la Fiesta que ni siquiera tuvo el coraje de inscribir
en Cataluña. La inscribió en Madrid dando muestras de estar vendiendo un
elefante blanco, a sabiendas del sector empresarial, ganaderos y toreros. Que,
o les dio igual o les dio igual.
No detener en su día al
animalismo en Cataluña, o, al menos, no tomar en cuenta esta estrategia de
terminar con el toreo a través de las 17 leyes de Protección Animal que existen
en el Estado Español, le provocó a la Tauromaquia quince años de retraso
intelectual con unos daños irreparables. La internacionalidad del animalismo,
sin duda alguna alimentada y financiada por el mercado de los animales (no es
coincidencia que este movimiento camine paralelo al incremento de dividendos
del mercado de las multinacionales de las mascotas) cuenta con un componente
económico, harto denunciado por este medio y que corroboró hace una semana un
Constitucionalista de prestigio mundial como es Jaime Castro: ‘en las últimas
décadas, el animalismo cuenta con un componente económico mundial que le hace
crecer en su presión social y política’. Puso como ejemplo que en Inglaterra el
sector de Seguros de mascotas se ha incrementado más que todo los demás tipos
de seguros.
Tomada como buena la
sentencia del TC español, el error ha sido aún más grave. Sin embargo, ésta es
idéntica a la del TC de Colombia:
.-Venezuela: Grupos
animalistas con un gobierno izquierdista anti imperialista-anti español ha
prohibido el toreo desde hace tres lustros con argumentos populistas.
.-Colombia: el alcalde Petro
no tenía potestad para prohibir las corridas.
.-España: La Generalitat no
tenía potestad para prohibir las corridas.
No tener potestad es una
argumentación de jerarquía jurídica, pero, en ningún caso es una sentencia que
afirme que el toreo no es maltrato animal. Asunto que, alegado en Colombia, ha
presionado a la Corte a su decisión. Y, asunto, que trasladado a cualquier
lugar del mundo donde se celebren corridas, tendrá el mismo resultado. La
cuestión es: ¿se puede detener o hacer frente a esta estrategia imparable del
prohibicionista animalista? Sí. ¿Cómo? Orientado nuestro trabajo en el lugar a
donde lo han llevado los animalistas. Uno: a las instancias del derecho (y los
derechos) y de la Constitución. Dos: al discurso social de lo que es maltrato
animal.
Uno.- Hay sentencias en
Europa muy extrapolables a la Tauromaquia. Mundotoro publicó hace unos días una
decisión de la Corte de Alemania en la que concedía el derecho a la minoría
musulmana al ritual de sacrificio de corderos, tras haber sido prohibidos en un
land de este país. El TC alemán argumentó que ese colectivo minoría tenía
derecho a esa tradición ritual religiosa, señalando que el animalismo no podía
traspasar esa frontera del derecho de ese colectivo.
¿Sería concebible en España
que la minoría musulmana tuviera ese derecho ritual y que una tradición de
siglos de Tauromaquia no pudiera celebrar ese ritual o tradición?. La coherencia
justa dice que no. Pero es posible en tanto en cuanto la tauromaquia no está
considerada como un COLECTIVO con derechos. Por tanto, el trabajo primero es
lograr que la justicia de este país considere a los millones de participantes
de la Tauromaquia como un colectivo de más de seis siglos de existencia que
tiene el mismo derecho que otros colectivos. Y que la frontera del animalismo
con esos derechos como colectivo.
Existen, además, otras
decisiones de jueces y tribunales en Europa que, de una u otra manera, ponen
frontera a las peticiones animalistas, que, básicamente son éstas. El
animalismo no puede poner fin a las necesidades de vestimenta y alimentación
del ser humano. No puede poner fin a sus necesidades sanitarias en cuanto a
investigación de fármacos ni a la erradicación de plagas de enfermedades que
transmitan animales. Y tampoco puede poner fin a los derechos de los colectivos
por razones de creencia, ritual, religión, tradiciones…
Dos.- Uno de los grandes
errores y un gran logro del animalismo es el asunto ecológico. En medio de una
conciencia mundial del calentamiento global, el animalismo secuestró de forma
falsaria el mensaje ecológico, cuando es una ‘ideología’ acientífica
absolutamente contraria a los postulados medioambientales. Pero hoy el
ciudadano iguala ecologismo y animalismo. Y el toreo, aval del medio ambiente a
través del ecosistema de la dehesa, jamás ha logrado hacer llegar este discurso
a la sociedad, ni siquiera ahora, en el contexto sensible que existe para
detener las consecuencias del calentamiento global.
Además, hay una corriente de
personas aún no conexionadas, que argumentamos que al animalismo es la madre de
todo el mal trato animal, en función de un gran negocio mundial. La mascota es
un post-animal, no un animal natural. Degradado y maltratado en función de una
sensiblería desnaturalizada que trata de conceder aspectos y necesidades de
consumo humanas a un ser degradado, castrado y secuestrado en su naturaleza.
Hay que denunciarlo con insistencia y estrategia ante la sociedad. Nuestro ‘mal
trato’ supondría el maltrato a un 0,000000001 por ciento sobre los animales de
un Mundo que ha perdido ya al 45% de sus razas por afán de humanizar al animal.
Estos son los lugares de
pelea actuales con los que se enfrenta la Tauromaquia. No existen otros. No es
un capricho personal de quien escribe o de este medio. Es la realidad de los
hechos. Mirar hacia atrás para hacer sangre y acusar de errores pasados, es
estéril. Pero no vamos a cruzarnos de brazos ante los errores presentes de unos
actores económicos del mundo del toro que no sirven a los intereses de la
tauromaquia ni de sus gentes. No creemos en las estrategias actuales. No
sabemos por qué el toreo no está en la lucha de los dos apartados explicados
arriba. Pero se está cometiendo el último error. No hay más margen. A costa de
que nos llamen derrotistas, no lo hay. Y para demostrar que jamás seremos
derrotados, vamos a seguir
Para la mayor parte de
taurinos, Colombia no es nada. No es Europa. Colombia, México, Perú, Ecuador,
Venezuela… se perciben, sino con desprecio, si con menosprecio hacia esa
indiada lejana y de dudoso desarrollo a la que se va para torear y volver con
cierta plata. Nos somos España, la potencia de la Tauromaquia. Una potencia que
es ni es España (el 35% de nuestra territorio no da ni dará toros y otro 20%
está tratando de no darlos) ni mucho menos es Europa, porque la tauromaquia en
Francia está prohibida excepto en zonas de tradición (unos 112 festejos al año)
y Portugal tiene una tauromaquia que también menospreciamos. No pensamos que es
imposible que prohíban los toros en Bélgica o Suiza, porque jamás se dieron.
Tampoco pensamos que Alemania, Bélgica, Suiza u Holanda, son países una cultura
de la legalidad sobre colectivos puede ser usada en nuestro beneficio.
Insistir en el debate
cultural, económico, etc… del toreo contra los que lo niegan es una estupidez
supina. Porque ese debate ha finalizado. Finalizó en el momento que los
tribunales y los gobiernos comenzaron a legislar y sentencias como mal trato
animal a la Tauromaquia. No podemos creer que ese debate sea aún válido. Está
en fuera de juego, sirve sólo para elaborar un movimiento en círculos que no
lleva a parte alguna. El debate hoy está en los legisladores y los congresos de
los gobiernos y en los TC. No hay otra arena donde pelear.
Mundotoro se declara hoy,
exento de la obligación de apoyar con la venda en los ojos de una mal llamada
‘fidelidad’ a las estrategias actuales. Tenemos en lo expuesto arriba, una meta
a la que dedicar nuestro esfuerzo y escasos recursos. Estamos abiertos a más
propuestas, a más ideas. Pero ya no miraremos atrás ni seremos compañeros de
viaje de ninguna postura que no haga frente con valor, coraje y talento al
animalismo y la época de nuestra prohibición.
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