EL Cardenal Baltazar Porras junto a Manolo Ordóñez luego de celebrar la Misa del Cincuentenario de la Plaza de Toros Román Eduardo Sandia de Mérida... Luego, capote en mano, aprovechando la soledad del ruedo un par de lances para llenar de arte el inmenso embudo de la Monumental
EL VITO
Aparte de la Fe, son muchas
las cosas que me unen a Baltazar Porras, Cardenal y Arzobispo de la Ciudad de
Los Caballeros, la Mérida venezolana.
La primera es la admiración
por su ejemplo, ejemplo de hombre cabal y valeroso, de pastor con
inquebrantable vocación que hasta la vida se juega cada día solo por defender
su grey. El que sea “caraquista”, aunque Leones se haya convertido en inquilino
de los sótanos de la Liga de Beisbol, y también por su valiente afición por la Fiesta
de los Toros.
El miércoles ofició la Misa
en la Monumental de Mérida,. Plaza que celebra esta temporada su Cincuentenario. Luego departió con amigos de siempre, y
aprovechó que un capote anduviera suelto por la arena para dibujar un par de
lances que fueron coreados con el corazón de un pueblo que se encuentra herido,
apencado en tablas y esperando la redención del Señor por encontrarse cautivo
de una aberrante y salvaje dictadura.
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