La historia de la plaza de toros de San
Cristóbal tiene un sabor único, pero por arriba de todo demuestra un compromiso
de la gente que, unida, echó adelante un sueño.
Geográficamente la ciudad es muy distante
del resto del país, venirse es muy largo más en esos tiempos de hace cinco
décadas y teníamos pocas cosas que ofrecer.
Entonces los imberbes de la época
decidieron no solo internacionalizar la feria. Eso llevaba incluido el objetivo
de construir una plaza de toros, bueno de verdad una monumental.
La afición taurina motivó a los soñadores
de esa época a luchar contra los inconvenientes que se presentan en estos
casos. “cuesta mucha plata”, “¿Dónde lo harán?” o la más firme de todas “están
locos”.
Ante todos esos imponderables igual
comenzaron a tratar de echar a rodar ello, contra las voces agoreras decidieron
unanimente no morirse en el intento y hacer efectivo el sueño.
Lo más destacado en esto es que era una
plaza de toros, no un gimnasio o un estadio (eso vendría después) se basaron en
las corridas.
Reuniones iban y venían, tocar puertas que
eran cerradas en las narices pero a pesar de todo ello insistieron con la
irreductible convicción que harían algo que nos llevaría adelante como ciudad y
que nos proyectara a futuro.
El compromiso con el desarrollo era tan
granítico que decidieron no comprar ellos un metro de terreno, (el costo era de
diez bolívares) ni tampoco buscar cargos políticos, el reto era uno solo,
la ciudad.
Quizá hubiera sido más fácil decir
que construirían un hotel o un centro comercial o cualquier otro edificio, el
mérito enorme es que hicieron una plaza cuando nadie creía en ellos.
Además cuando aquel 17 de Enero sale
“Romerito”( el primer toro lidiado en esa arena)les dio también por invitar a
gente que nos daría esa proyección tan buscada.
Uslar Pietri, Renny Otolina y Abelardo
Raidi son vistos en una imagen que muestra lo que habían conseguido estos
soñadores, que esta ciudad en el primer mes del año era de montar un evento de
calidad con mucha y exquisita concurrencia.
Después vino la av. España, en la primera
corrida existe una foto aérea tomada por Antonio Trevisi; que además es
histórica y de mucho valor donde se ve que casi por caminos de recua era que se
llegaba a la monumental.
Entonces es donde se desarrolla
estructuralmente pueblo nuevo, vino el estadio de futbol que se reconoce a
nivel mundial como “el templo sagrado”, un velódromo donde hicimos el mundial
de ciclismo de 1977, la UNET, esa universidad que para hacerla cuando parecía
que la negaban se paralizó la ciudad y se construyó, el estadio de béisbol y
todas las instalaciones que se ven en esa parte de la ciudad.
Los días de hoy están metidos en la
molestia, las corridas para muchos no tienen el imán de las llamadas figuras
algo que ha sido costumbre, si cuando era portátil en la plaza Venezuela toreo
el Cordobés y el primero que lidio cuando se inauguró la monumental fue
“Antoñete” entonces se convirtió en ley que las máximas figuras vinieran.
La plaza tiene para nosotros mil historias;
las taurinas como el indulto del 82 a tres toros de Torrestrella, la
alternativa de los nuestros o el triunfo de Tachirenses inolvidables, el
brindis del Soro a la banda dirigida por el maestro Becerra y el movimiento al
compás de un pasodoble de los tendidos.
También el susto al salir “embotado”
no acordarse donde fue que se dejó el carro, en fin son como muchas cosas
que tiene la Monumental de Pueblo Nuevo para nosotros.
Los tiempos están muy duros hoy día eso no
es un secreto, pienso que lo que hicieron Hugo Domingo, Santos Castillo,
Víctor Hugo Contreras entre otros en esos tiempos tampoco sería nada fácil,
mire que ir de una villa que no parecía tener más cosas que chicha y pasteles
para construir algo tan grande generaba risas burlonas y señalamientos poco
agradables.
Esta es “mi plaza” y esta la feria que le
dio a mi ciudad la proyección a nivel mundial tenemos un deber con ellas (la
plaza y la feria) para salir adelante, casi tan igual a como lo hicieron
aquellos locos hace 50 años
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