EL VITO
José Antonio Campuzano es
natural de Écija, aunque presume de su gentilicio de Gerena donde él y sus
hermanos crecieron y se hicieron toreros. Cuando llegó a la alternativa de manos de Luis Miguel Dominguín en la Maestranza
de Sevilla, lo hizo con el crédito que le dieron ocho tardes en la plaza de El
Baratillo con 4 salidas a hombros, una de ellas por la Puerta del Príncipe, y
presentaciones de categoría en las que se hizo de la atención de la
afición madrileña en la Monumental de
Las Ventas. Luis Miguel y Paquirri fue el tándem del doctorado el 29 de abril
de 1973. Presagiaban para José Antonio un futuro cercano e inequívoco, de
figura del toreo.
Lo que confirmaría la
temporada de 1984, once años de la alternativa, convirtiéndose en el líder del
escalafón, siendo considerado la figura de la temporada hasta que en Calahorra una
cornada se le atraviesa en el camino de éxitos y le impide cerrar el año con el reto que significaba
encerrarse en solitario con seis de Victorino Martín.
Reapareció en Logroño, y se hizo
de la Feria de San Mateo; pero en Madrid le esperaba un Victorino, no seis, y uno
solo bastó para volver a partirle el muslo y dejarlo fuera de circulación.
Vendrían éxitos muy
importantes, en Las Ventas, Nimes, Barcelona … ; pero no fue igual que la fantasía
imaginada desde aquel día cuando Dominguín aceptó el reto en banderillas del
Paquirri niño. Superándole Dominguín a quien más tarde en la vida sería un portento de
valor y de oficio taurino.
Es más fácil en los toros
anunciar un fracaso que pronosticar un triunfo, o señalar por anticipado el éxito en la carrera de un
torero. Este es el caso de José Antonio, carrera con luz de pavesa que iba en
decadencia cuando se presentó en Venezuela de manos de Pepe Luis Segura. Dejaba
atrás el apoderamiento de Vicente Vega “Gitanillo de Triana”, su suegro, que no
acertó con el torero aunque sí con el hijo surgido del matrimonio.
Recuerdo aquella presentación
de Campuzano en San Fernando de Apure. Era Rafael Carabaño empresa y los toros
de La Cruz de Hierro, si no falla la frágil memoria. Vino con una caja de torrejas de Gerena para
repartir entre aficionados, apoyándose en la gracia de Pepe Luis, torero de la Línea
de la Concepción con el que echábamos la partida de frontón en el Centro Vasco
de El Paraíso en Caracas, mientras mantuviéramos el secreto que José Antonio
era torero. Pecado mortal en un club vascuence, que a la entrada de su sede
tiene como guardián de sus recuerdos un Mojón 40, la piedra que aquellos aciagos
días de la Guerra señalaba la distancia que había hasta Bilbao.
José Antonio y Pepe Luis
torearon mucho en Venezuela, pero no volvieron a recuperar el cartel que tuvo
de novillero y que le llevó a tan lujosa alternativa en la Maestranza.
Hoy este torero cumple 41
años de edad, y alcanza con toda propiedad y autoridad el rango de “Maestro”.
Maestro de una Escuela Taurina importante, que entre sus más distinguidos
egresados cuenta con el francés Sebastián Castella y el limeño Andrés Roca Rey .
Hoy dos de las figuras más importante, polémicas e interesantes de la Fiesta.
Éste recuerdo de aquellos sus
primeros días a manera de admiración y respeto a un gran torero que tuve la
fortuna de admirar. Un soberbio torero convertido en un gran taurino y digno representante
del gremio universal.
Donde estés, un saludo apreciado
y admirado amigo de aquellos años que cuajaron nuestra memoria de arena.
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