martes, 11 de octubre de 2016

ANDRES AMORÓS / ABC, Madrid: «Hay un movimiento animalista radical que pide que los humanos no se reproduzcan porque son un cáncer para el mundo»

Una sociedad enferma que coloca a los animales por encima de las personas

El festival a beneficio de Adrián, el niño con cáncer que sueña con ser torero, ha plagado de odio antitaurino las redes sociales

Con los mensajes, colgados en las redes sociales, que se alegraban por la muerte del torero Víctor Barrio creíamos haber tocado fondo, haber llegado a lo que simbólicamente llamamos “el fondo del vaso”. Nos equivocábamos. La capacidad del ser humano para acercarse al ángel o al demonio no tiene límites. Los que le desean la muerte a un niño, gravemente enfermo, solamente porque le gustan los toros, lo acaban de demostrar.

En la Feria de Julio de Valenciavimos cómo un chiquillo recibía el brindis de varios diestros: se llama Adrián, tiene ocho años y sufre una grave enfermedad, el Sarcoma de Ewing. Al recibir la montera, se la ponía sobre cabeza: lo mismo que hubiera hecho cualquier otro chico de su edad. Como admira especialmente al diestro Rafaelillo, éste le cogió de la mano y le hizo dar, con él, la vuelta al ruedo. El pasado sábado ha tenido lugar en Valencia un festival taurino, a beneficio de la Fundación de Oncohematología Infantil. Una vez más, el toreo ha mostrado su solidaridad con los que sufren. Lo que nadie podía esperar eran esos mensajes: «¡Que se muera ya! Adrián, vas a morir». 

Cumple con su obligación la Fundación del Toro de Lidia al llevarlo a los tribunales. Los abogados decidirán la tipificación penal del delito. Las redes sociales son sólo un vehículo, un instrumento, pero deben ser reguladas, para que hechos como éste no queden impunes. Calificarlo como una aberración moral es evidente y nos obliga a preguntarnos en qué sociedad enferma vivimos… La ética universal, el mínimo común a todas las creencias morales, no admite duda: los que han escrito esto, ¿aceptarían que se deseara la muerte a su hijo enfermo, si lo tuvieran?

No es un problema de ser o no aficionados a los toros, sino de pura humanidad.Los que hacen esto se descalifican a sí mismos y a las tesis que puedan mantener: ¡flaco servicio le hacen al ecologismo! No cabe obviar que esto ha nacido de una radicalización que se está dando en la sociedad occidental y que coloca a los animales al mismo nivel o por encima de los seres humanos. El «Movimiento para la extinción voluntaria de la especie humana» de Lees Knight, por ejemplo, pide a sus seguidores que no se reproduzcan, para que vaya extinguiéndose la especie, porque «los humanos son un cáncer para el mundo». Pero el que tiene cáncer es un niño valenciano de ocho años que se llama Adrián. El que no sienta compasión por el dolor de ese chiquillo y de su familia muestra los abismos morales en los que los seres humanos pueden hundirse.

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