BELMONT Y
LAS LUCES DE JUANGA
La
fiesta nos une y por ello es oportuno recordar al artista que en los más recientes cincuenta
años alcanzó la máxima idolatría y fervor popular de todo un pueblo, como lo
fue Juan Gabriel el de Parácuaro Michoacán, del que como artista y símbolo de
la musicalidad mexicana, no se necesita subrayar más, pues bastaría con decir
que el incienso se lo gano nota a nota, canción a canción y como interprete
recordar aquella noche de gala cuando en Madrid se llevó las palmas en recompensa
al sentimiento que le imprimió al Huapango Torero (Tomás Méndez) y ¿cómo no
recordar? la admiración que el ‘Divo de Juárez’ sentía por ese torero
significativo que lo es Ernesto Belmont y quien siempre será ejemplo, que en
esto del toro, la enjundia y el carácter son simientes de la torería, a la que Belmont sumaría su innegable
personalidad y ese conectar con la gente en un suspiro, como sucedió aquella
tarde de 1987 en la Feria de Uruapan,
cuando con motivo de que en la plaza no cabía ni un clavel más, Juan Gabriel y
‘La Tariacuri’ tuvieron que acceder a las barreras por medio de una escalera
que les colocaron en el callejón, recuerda el matador de la eterna sonrisa que
‘Juanga’ llegó con un sombrero michoacano y su rebozo ¡Faltaba más!, Ernesto
Belmont le brindó el toro al que desorejo y previamente el sombrero purépecha
rodara a sus pies, la amistad había
nacido como por arte de magia y de ahí con motivo de la presentación musical en
la Plaza México, del amo del Noa – Noa, se le ocurrió a Ernesto, que la
publicidad girara en torno a la tauromaquia y así Belmont dirigió las tomas
fotográficas en las que Juan Gabriel, luciera aquel terno precioso de las
tardes de gloria, el Obispo y Oro, de cuya casaquilla al portarla exclamó - Esto
pesa demasiado - a lo que Belmont le contestó con un; -Imagínatela con el
miedo, no la aguantarías -, previo a la presentación el torero le explicó
detenidamente al cantante la simbología y el respeto que merece la fiesta brava,
el hijo pródigo de Juárez quedo vivamente impresionado al hallarse en el túnel
de cuadrillas el cual el matador hizo que lo recorriera solo pa’ que sintiera
el cante, lo que impresionó de tal
manera al artista que conforme se iba acercando a la boca de luz, tan solo exclamó; - Siento que se me mueve el piso-,
luego vendría la tarde de una Oreja de
Oro en Texcoco 1989, en la que si un toro de Armilla Hermanos con 600 Kg no le perforo
el pulmón, ni le quito la sonrisa a Belmont, fue por puritito milagro y eso había que celebrarlo y pa’ la ocasión
la mejor manera de hacerlo, era en barrera de primera fila del palenque, donde
micrófono en mano Alberto Aguilera Valadez que era el nombre real del autor del
‘Amor Eterno’ le dedicara al toreador su actuación y ya después vendrían como
en faena grande, una tanda y otra y otra de coñac, ni hablar las figuras, con
las figuras.
QUE CHILLE
EL MARRANO
Me
preguntan ¿cómo los políticos controlan a los manifestantes anti toros?
– Pues aventándoles sus ‘guajolotas’ de
tamal verde o de mole con su buen trozo de carne de puerco, el que consiguieron
después de los mazazos que le metieron
hasta reventarle el cráneo al marrano y
luego con un cuchillote que más bien es un machete le atraviesan la yugular al
cerdo hasta desangrarlo en medio de los más espantosos chillidos y de ahí al
tamalito, con los de mole la cosa es distinta pues esos los preparan con la
carnita blanca y tiernita de los pollos que crían en estrechísimas jaulas y
luego los pasan por una banda eléctrica, en donde los electrocutan hasta que sus ojitos
se les ponen blancos y a darle que es mole de olla, y esto me lleva a pensar
que si esos especímenes creen que los animales son sus hermanos, los quieren
como tal y exigen el mismo trato igualitario que a los humanos, pues el hecho
de comérselos en ‘guajolotas’, tortas o tacos los convierte en caníbales ¿O no?
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