DÍA MUNDIAL DEL ARTE
INTELECTO Y ARTE DE CÚCHARES
La
Asociación Internacional del Arte, declaró que cada 15 de abril se
celebre el Día Mundial del Arte, en conmemoración del natalicio de Leonardo Da
Vinci, polímata florentino cuyo genio
encarna admirablemente la esencia del Renacimiento y fue seleccionado como
símbolo mundial de paz, libertad de expresión, tolerancia, fraternidad y
multiculturalismo.
El primer Día Mundial del Arte se celebró en
2012 y su objetivo es el acercamiento de las artes a la comunidad, pues el arte
es libertad, valentía, creatividad que nos impulsa a plasmar nuestros
sentimientos y nuestra imaginación en algo que otros puedan apreciar. En definitiva, el arte es una de las expresiones más sublimes del espíritu humano.
Al hablar de la Tauromaquia, el arte
de lidiar toros, quisiera señalar que no deja de ser curioso observar cómo, en
la actualidad, proliferan las posiciones en su contra, pero que ya no se conforman simplemente con oponerse,
sino que además pretenden modificarla a
su antojo, impedir la asistencia de aficionados a la plaza y, para colmo, prohibir, de un solo plumazo, la celebración de corridas de toros.
Tales actitudes comportan una
evidente violación de nuestros legítimos derechos como seguidores de la Fiesta
Brava, no debieran presentarse en un país apegado a la legalidad y están reñidas
con elementales normas de convivencia
ciudadana.
Esta conducta de grupúsculos
minoritarios pero activos y funcionarios errados pero arbitrarios, ponen de
manifiesto una lamentable combinación de escaso
intelecto y absoluta cerrazón, para todo lo que no sea
repetir consignas foráneas o ejecutar
ciegamente directrices políticas, ambas ajenas a nuestra tradición.
En todo caso, estas posiciones entran
en franca contradicción con las de una gama de artistas e intelectuales de
fuste, que se han caracterizado por ser taurófilos.
Para circunscribirnos a figuras
originarias de América Latina, pero con obra reconocida de alcance ecuménico,
baste mencionar, por ejemplo, a cuatro de nuestros Premios Nobel de Literatura.
Pablo Neruda, Premio Nobel 1971, tuvo
gran amistad con Picasso y editaron al
alimón en 1960 el libro Toros, con copias de
alta calidad de grabados taurinos realizados especialmente por el pintor
y el poema El Toro, del otro Pablo,
ambos renombrados artistas del Siglo XX. El libro es un esmerado trabajo, fina
obra de arte y preciada pieza de colección, pues su tiraje original de 500
ejemplares se agotó rápidamente.
Gabriel García Márquez, Premio Nobel
1982, solía asistir a Las Ventas y en una ocasión Joselito le brindó un toro, cuando el escritor
presenciaba la corrida desde un burladero de callejón, el torero triunfó y el escritor
exclamó: Faenas como está salvan tres
corridas, no solamente una. El Gabo, notorio simpatizante de la revolución
cubana y amigo personal de Fidel Castro, replicó en cierta ocasión a un antagonista
a ultranza de la Fiesta Brava: Soy
taurino y Premio Nobel… qué vas a saber tú de arte, cultura y
tradiciones.
Octavio Paz, el mexicano Premio Nobel
1990, vivió en un barrio cercano a la plaza México y asistía a los toros, pero su afición se inició
desde niño al ver torear a Ignacio
Sánchez Mejías en Puebla. En su obra hace interesantes alusiones a la Fiesta
Brava, escribía, por ejemplo, que en el toreo el peligro alcanza la dignidad de
la forma y la forma la veracidad de la muerte, pero su afición quedó plasmada al definir el
toreo como poesía en movimiento.
Mario Vargas Llosa, Premio Nobel 2010, tiene numerosas escritos y declaraciones
a favor de las corridas, incluso declaró hace poco a la prensa que si se abolieran las referencias a los toros, se empobrecería
la poesía, la música, la pintura o la filosofía, puesto que la tauromaquia ha
irrigado prácticamente todas las manifestaciones de la creatividad artística y
cultural. ¿Habría acaso algo que agregar a lo que señala este personaje
habitual en los principales cosos taurinos del mundo?
Para hablar ahora de Venezuela,
podemos enorgullecernos de tener taurinos de calidad, que son también glorias
de nuestra plástica: Armando Reverón a quien el Museo de Arte Moderno de Nueva
York en 2007, rindió homenaje a su memoria al presentar una exhibición retrospectiva
de su trabajo y, por supuesto, Jesús
Soto y Carlos Cruz Diez, reconocidos mundialmente como grandes maestros del
arte cinético, vale decir obras creadas para producir la impresión de
movimiento.
Armando
Reverón, en su Castillete de Macuto
guardaba la cornamenta de un toro y había confeccionado montera y banderillas de utilería, para ser
usadas en algunas representaciones teatrales que solía organizar. El Círculo de
Bellas Artes montó, a comienzo del siglo pasado, un festival para recaudar fondos en el viejo Circo Metropolitano caraqueño
y Reverón fue el único que se le arrimó al novillo y le dio unos pases con el capote.
El Maestro Soto era un entusiasta de
las corridas. Un matador le brindó en
Tovar un toro, a principios de los noventa, y fue tanto su entusiasmo que se
puso largo rato la montera. Solía
asistir a los festejos del Nuevo Circo de Caracas y desplazarse hasta Maracay,
atraído por un buen cartel en la Maestranza. En España tenía una propiedad en Carboneras,
Provincia de Almería, que le servía de
base para asistir a festejos que se
daban en plazas cercanas. En su casa de Caracas, tenía algunos recuerdos taurinos, cuya
historia solía comentar para solaz de sus amistades.
El Maestro Cruz Diez, a quien Dios
guarde, solía ir a los toros y se emocionaba al ver actuar a su diestro favorito, El Juli. Uno de sus trabajos más
famosos ligados a la tauromaquia es una fisicromía (espacio en que se van generando gamas cromáticas cambiantes
a medida que se desplaza el espectador o la fuente de luz) redondeada de doble
faz que circunda un área de 800 metros cuadrados, conocida como la Plaza Cruz
Diez, la cual constituye hermosa antesala al coso del Cabriales. La Plaza y el
Toro, imponente escultura del distinguido
artista del terruño Wladimir Zabaleta, son dos obras de arte que
realzan el grandioso conjunto arquitectónico de la Monumental de Valencia, plaza
de toros más grande del país y segunda del mundo.
Sócrates practicaba, hace veinticuatro siglos, un
método según el cual la persona, mediante su propio
razonamiento y sus lógicas deducciones, llegaba al esclarecimiento de la verdad.
Esta es la función mayéutica, que bien
pudieran aplicar quienes se obstinan en combatir la Fiesta Brava.
En todo caso, es oportuno evocar a mi
antiguo profesor de literatura, quien nos aconsejaba leer obras de grandes escritores, pero, a veces, algún
alumno se quejaba porque le parecían tediosas o no eran de su agrado. Entonces,
el catedrático lo miraba entristecido, al tiempo que le decía: Qué lástima,
pero no se hizo la miel para el rucio. Sabias palabras.
Sirvan estas líneas, que intentan
reflejar la afición a la tauromaquia de
un grupo de distinguidas figuras del intelecto latinoamericano, como modesto aporte
a la celebración del Día Mundial del Arte, proveniente de un simple seguidor del Arte de Cúchares.
Eduardo
Soto, A.T.T.
14042016.
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