Con una pobre entrada en la Monumental Plaza de Toros México, que acaso habrá llegado a las 3 mil personas, se ha lidiado un impresentable encierro de la ganadería de La Punta, todos han sido unos minúsculos pequeñajos, sobre todo, el primero y sexto… auténticos mini pequeñajos, que fueron protestados estentóreamente por el público; lo que constituye la falta de respeto a la liturgia, al rito, a la tradición, al gran público. A esto hay que sumar otra gravísima FALTA DE RESPETO... los ganaderos, a su pequeñajo que cerró plaza, le cambiaron el nombre original que era Artista, por el de Juez Pen, lo que no sólo está insultado el buenazo de Jorjazo, sino a ellos mismos porque devaluaron a su creación. Igualmente, apareció como segundo del festejo, un toro de San Marcos, manso y con peligro.
Manuel Escribano: Saludó en el tercio tras aviso y oreja protestada.
Fabián Barba: Saludó en el tercio tras aviso y vuelta tras fuerte petición de oreja.
Víctor Mora: Silencio y silencio tras aviso.
Detalles:
Manuel Escribano, confirmó su alternativa de pequeñajero, con el mini pequeñajo Cielo, más propio para la tienta de erales; era tan pequeñito que dio vergüenza ese acto litúrgico que minimizó al rito, porque ofendió a la grandeza de la Fiesta.
Fabián Barba, en su segundo fue feamente cogido, y recibió un puntazo en el escroto.
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¡Sí!
Si ha sido una auténtica vergüenza, que los ganaderos de La Punta, hayan enviado un impresentable encierro de pequeñajos; resulta una mayor desvergüenza que la autoridad los haya aprobado, en lugar de rechazarlos, para salvaguardar la grandeza de la Fiesta, y los intereses del público que paga una entrada para ver una corrida de TOROS, no de aproximaciones.
Y esto... no acaba aquí...
... en esta tarde en cuestión habitó el inútil palco de la nula autoridad el buenazo de Jorjazo con su sombrerote navideño, a quien al final lo acabaron insultando, los ganaderos, cambiando el nombre del pequeñajito que cerró plaza de Artista por el de Juez Pen(dejo); para quienes nos lean en Europa, la palabra altisonante pendejo es ofensiva, hiriente y denigrante.
¡Por supuesto!, que puede la autoridad imponer un contundente castigo a los ganaderos de La Punta, por ofender hirientemente a la autoridad.
Pero...
... hay vacío de autoridad, por eso los ganaderos y los figurines o los toreros con padrinos poderosos, hacen lo que hacen, abusando, y hasta ofendiendo a la buena fe del respetable.
No obstante, con este insulto, no sólo han ofendido los ganaderos, al buenazo de Jorjazo, sino también, los propios ganaderos se han insultado, porque están ofendiendo a su bovino, al bautizarlo con esa palabra altisonante, y con esto nos demuestran a todos, lo poco que vale -o casi nada- para ellos su ganadería.
Que por otra parte, no deben volver a lidiar en el coso mayor del mundo, por una situación más que evidente...
... se burlan del respetable al aprovechar ese vacío de autoridad que existe y envían pequeñajos impresentables, que ofenden a la grandeza de la Fiesta, ofenden a la buena fe del respetable, ofenden a la liturgia, ofenden al rito, y ofenden a la tradición que delimita, exige, y ordena la presencia del toro auténtico para el torero de verdad.
Se ha presentado en la Monumental Plaza de Toros México, el torero sevillano, Manuel Escribano.
El señor Escribano venía a confirmar su alternativa y se suponía que lo haría con, Cielo, un astado tan mínimo que fue protestado ensordecedoramente, por lo que al final, sólo ha confirmado que es un pequeñajero, pero nunca una alternativa de auténtico matador de TOROS.
Con esa minucia, con esa pequeñez que enfrentó, con ese microscópico ejemplar...
... no se dio grandeza, y de ahí se observa quien tiene la capacidad para impedir consumar los hechos que lo denigren como persona, como artista; o aceptarlos y caer en las miserias, como fue el caso de Manuel Escribano.
Debo confesar, que en lo personal, como aficionado, le tenía mucho respeto al señor Escribano; como periodista admiraba su honestidad, pero después de haberle visto su participación en la Monumental México, sólo queda la desilusión que dan las miserias taurinas.
Que ha estado correcto con el capote, puede ser, pero eso pareció más una tienta de erales, que un acto litúrgico de confirmación de alternativa.
En banderillas estuvo desatinado, y aunque tuvo episodios correctos con la muleta, todo fue hecho a gran distancia, abusando del pico de la muleta.
Y… si la escena de por sí resultaba VERGONZOSA, al tener el señor Escribano un animalito indigno de un torero a carta cabal; más ilógica se observaba que lo toreara con la absoluta lejanía a un pequeñajillo, que además tenía el andar de una linda y asustadísima ovejita campirana.
Dejó un pinchazo, una estocada trasera y caída, para después salir al tercio.
Mati, fue un manso rajado, al que banderilleó con más medianía que otra cosa; la bondad infinita del público, le hizo aplaudir hasta un par caído.
La faena nuevamente con pases tan lejanos como la Ciudad de México y Sevilla. Con los naturales, parecía que no pasaría el toro, pero lo consiguió con base en insistir.
Después su labor se tornó vulgar, al estar pegando pases para la galería. Vinieron manoletinas, luego unas dosantinas, y decidió poner fin a su queahcer, con una estocada contraria que hizo claudicar al astado, y el buenazo de Jorjazo, juzgó pertinente donar para las estadísticas del señor Escribano, una oreja, que fue protestada por el escaso público que acudió.
Un simple despojo de res.
No se puede entender, cómo...
... si el señor Escribano tiene el valor espartano de enfrentar al auténtico toro con gallardía y verdad; no usara esas virtudes para decir no al engaño.
¿Cómo es posible que no haya tenido ese mismo valor para evitar la ofensa?
¡Sí!
¡Sí!, la ofensa, primero a él mismo, junto con esto a la buena fe del público mexicano, en ese mismo tenor a la liturgia, al rito y a la tradición, evitando que saliera ese impresentable, indigno, inadmisible, vergonzoso encierro de pequeñajos.
Pero…
… pero ¡no!
Vino de felices vacaciones, y mientras mantenga esa perspectiva...
... ¡por supuesto que el gran público no asistirá a verlo!
Y el ejemplo lo tuvo claro, esta tarde en cuestión, cuando en una plaza para 50 mil personas, sólo acudieron unas 3 mil; es posible que si regresa habrá menos.
Podrían ser que tan pocas las personas que asistan, que hasta habría la posibilidad de saludarlas de mano a todas.
Ha estado con mucho pundonor, Fabián Barba, muy digno en esta comparecencia.
Le correspondió, El Cuadrado, el único toro que tuvo justamente apariencia de eso… de toro, y provino de la ganadería de San Marcos.
Desde el inicio el astado mostró su mansedumbre, asistiendo a la capa con la cara alta, situación que después de varas, en donde no peleó, se acrecentó, incluso con cierto grado de violencia.
Entendió perfectamente, Fabián, de lo que había enfrente, y comenzó con doblones para someter al complicado ejemplar que tendía al peligro sordo.
Así una vez que había delimitado su mandato, extrajo series meritorias con la mano derecha, mientras al toro se le acentuaban los defectos de asistir con la cara alta y deslucido.
Fabián siempre adelantándose a las intenciones malévolas del toro, por querer huir. Así exprimió milagrosas series con la derecha e impensables con la zurda. Una faena con sólida y poderosa estructura, que convenció por la verdad implícita en su propuesta. Lástima grande que haya fallado con el acero al irse en falso, para luego dejar una estocada trasera y tendida.
El público agradecería su honestidad en el tercio.
Miguelito fue otro chiquitín, no sabemos porque y por quién hayan puesto ese nombre los ganaderos de La Punta, pero seguramente quisieron dar a entender que esa persona es un pequeñajo.
Fabián ha realizado una faena de pundonor a un astado reticente, que incluso le dio fortísimo arropón, encunándolo, y dejándole una herida en el escroto. Se levantó cuando quedó en la arena, y de inmediato prosiguió su labor hasta que consiguió más series de loable voluntad. Dejó un espada caída, hubo petición mayoritaria, que el buenazo de Jorjazo, no concede, por lo que el público le pide a Fabián de la vuelta al redondel.
De, Víctor Mora, nada se puede decir, simplemente mostró la incapacidad propia de alguien que no tiene ni sitio ni oficio... ni nada qué hacer.
Tanto con Malagueño como con Juez Pen, dio pena ajena verle exponer, estar a la deriva, sin tener una razón del por qué estar ahí.
No faltaron varias personas en las redes sociales, que manifestaron, que su presencia se debió a una de las severas peticiones del señor de Galapagar.
Pues, ¡le hizo mucho daño a su protegido!
Sí, le hizo mucho daño porque exhibió a Víctor Mora en toda su incapacidad, ocupando un lugar que no merecía tener.
Al final, queda la sensación de suma tristeza…
… de una tristeza mayúscula, al ver como los propios taurinos, como por ejemplo, estos ganaderos de La Punta, como por ejemplo, Manuel Escribano, se están cargando a la Fiesta a través de imponer las miserias taurinas y no hacer nada para impedirlo.
Aunque, al final de todo esto, peor siempre será, que la autoridad preste oídos sordos y se haga de la vista gorda, para aceptar y autorizar minúsculos pequeñajos, que sólo insultan a la grandeza de la Fiesta.
¡Dígase la verdad... aunque sea motivo de escándalo!
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