jueves, 24 de diciembre de 2015

EL BARDO DE LA TAURINA Navidad roja

 Siempre se espera esta fecha  para redactar alguna noticia o comentario que en su contenido contenga algo agradable a manera de regalo navideño, más como en   las pastorelas, el diablo  anda suelto a última hora, tuve que retirar lo ya escrito y darle abordaje  a un acontecimiento que nos tomó a todos por sorpresa, el cual se suscitó el domingo pasado durante la celebración de la décima presentación  en la Plaza México y que fue el que un vacuno haya sido rebautizado al vapor  como ‘Juezpen’.

De inmediato empezó a correr entre los laberintos de concreto  el cuestionamiento de a que obedecía dicha alteración, la cual no hace falta subrayarlo que implicaba una ofensa, insulto, agravio, injuria, improperio,  hacía la persona que en ese momento estaba fungiendo en labores de juez de plaza, cargo éste, que hay que decirlo tiene carácter de oficial, es decir, se trata de una investidura que otorga el gobierno de la Ciudad de México, lo cual no es cosa menor y por ende aunque no se esté de acuerdo con las decisiones o criterio que éste aplique, las discrepancias se deben de dialogar dentro de los veneros que marca la ley, so pena que de no hacerlo así, se está cayendo  en algo que se sale de cause civilizado y hasta se trasgreden las normas de urbanidad que nos marca el Manual de Carreño.

Al momento pensé que el exabrupto podría verse originado por el hecho de que alguien no estaba de acuerdo con alguna decisión que había tomado el señor juez durante el transcurso del festejo, dado el ambiente de repudio  que se estaba viviendo por la desigual presentación del encierro parchado y aún más, por esa falta de trapío de cuando menos cuatro ejemplares, que  estaban vulnerando los estándares que se requieren para ser lidiados en la plaza más grande del mundo, y que por ello la empresa se había molestado con el juez por no haber rechazado la corrida o en el menos drástico de los casos, varios toros.
Luego en un lance de rumorología acelerada permeó en el ambiente, el que el cambio de nombre o la alusión se debía a que el juez le había negado una oreja a uno de los actuantes, cuestión ésta subjetiva y de criterio, hasta ahí las posibles causas del acto, en  seguida se le empezó atribuir el rebautizo  a los ganaderos  lo cual no me checaba pues los señores son criadores de reses  y no  apoderados que piden más para su matador, la otra deducción era que a la empresa le molesto que no le dieran una oreja a uno de los actuantes, pensando tal vez que si uno de ellos con un apéndice de más, habría abierto la Puerta Grande, o el otro torero paseado un trofeo y que eso les iba a redituar a los empresarios para que la próxima temporada cualquiera de los dos matadores  les retacaran el graderío. ¡Cuánta Ilusión!

Ahora bien, el empleado que escribió la afrenta es un  trabajador, el cual solo  acata órdenes de sus patrones, que lo son la empresa y aquí la pregunta ¿los empresarios o los ganaderos actuaron de mutuo propio? o ¿fueron incitados entre ellos?, como quiera que sea el hecho debió de haber pasado ya a la Delegación Benito Juárez y ésta se deberá de pronunciar una vez terminada la investigación, con un fallo que por lógica traerá aparejada una sanción que sea  económica o de suspensión, por cierto a quien se le aplique, ni mella le hará, es más si se veta a la plaza digamos por quince días, hasta un beneficio le harán, pues se le avecinan las más enclenques entradas de la temporada, ahora en el caso que se suspenda a la ganadería de todas maneras por lo que exhibieron sus animales difícilmente en un largo plazo volverá a ser tomada en cuenta, pa’ lidiar en la capital, mas quien si ganará será le ética y la credibilidad delegacional, la cual al imponer una sanción ejemplar, estará aniquilando cualquier duda  de impunidad.









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