Sandy Olivares entrega
a plenitud
bajo torrencial aguacero
RUBÉN
DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
José Antonio Salas, nuevo “toque de campanas” ante la exigente afición del país. Foto: German De Jesús Cerrada |
(Tejerías,
Enviado Especial).- Son festivales que hacen afición.
Los que mantiene y reverdecen una pasión que se niega a morir y donde el
taurino en general se reúne y reencuentra con similares. Así fue el festival
que este pasado sábado tuvo lugar en el Club Campestre El Placer, en las
cercanías de la población de Tejerías, donde el destacado juego de los astados
del ganadero Juan Campolargo han propiciado una entretenida función taurina, a
pesar que en el desarrollo del mismo nos acompañó una tromba de agua, que no
amilanó a los presentes.
Abrió plaza el extrovertido aficionado
practico caraqueño Orlando Faró, al que su sequito de panegiristas le llaman
“Ocha de la Capea”, dejando evidente ganas y voluntad, pero escasa técnica,
labor complementada por el más veterano Miguel Ángel Guía, ante una noble
vaquilla, en especial por la diestra.
Ya en la parte formal del festejo, el matador
Javier Silva hizo gala de técnica y sitio para sacar partido al noblón ejemplar
que despachó. Cortaría una oreja, como de la misma manera lo hicieron los
matadores José Alberto y Leonardo García, en trasteos intensos, destacando nuevamente
el juego de los astados yaracuyanos enviados, con el trapío digno de la
categoría de un festejo menor.
El novillero Daniel Castillo cortaría dos
orejas a criterio el banderillero Eliecer Paredes, en labor intermitente,
cuando se estaba desatando el aguacero que se hizo presente. Tras un breve
paréntesis, el otrora novillero y actor de telenovelas caraqueño Sandy Olivares
sorprendería por su entrega, valor, y raza, sacando partido del noble utrero,
ante un ruedo anegado de agua, incluso recibiendo una voltereta que no le
amilanó. El volapié certero, valió la concesión unánime de las dos orejas, las
mismas que cortaría en el que cerró plaza el novillero José Antonio Salas, ante
un eral de Los Ramírez, el cual no desentonó del lote de Campolargo, dejando ramalazos
de buen toreo el espada emeritense, en labor preñada de inspiración y
templanza. Sin duda lo más torero de una gran tarde, que congregaría poco menos
de 1500 personas en una placita de mucha solera e inmaculado cuido.
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