…faltan por manifestarse de modo formal otras Comisiones
Taurinas del país, los Círculos de Aficionados, los Gremios de Profesionales
del Toreo, Ganaderos, Empresarios, las Escuelas Taurinas…
En la ciudad de Mérida a finales de Junio, el encargado de orquestar las
acciones contra la Fiesta Brava, en retorcidas interpretaciones de la realidad
taurina (para congraciarse con los grupúsculos que quieren proscribirla y apuntillarla), nos hizo
otra entrega de su invectiva contra las corridas de toros, al atacar al Poder
Municipal y sus órganos auxiliares, los cuales tiene autonomía y competencia
para reglamentar los espectáculos taurinos que se celebren en su jurisdicción.
Por supuesto, no es de extrañar este tipo de ataques que pretende socavar las
atribuciones de los Municipios (sobre todo los que están en manos de la
oposición), especialmente en coyunturas como las que estamos atravesando.
A pesar de lo nada sorpresivo de estas embestidas contra la tauromaquia,
pareciera que agarró a casi todos los estamentos taurinos sin los
trastos de lidiar, pues hasta ahora ha habido solo un
pronunciamiento oficial, el excelente y oportuno documento de la Comisión
Taurina Municipal de Mérida, que ha merecido elogiosos comentarios y cuantiosos
apoyos individuales.
Sin embargo, ha transcurrido más de un cuatrimestre y todavía faltan
por manifestarse de modo formal otras Comisiones Taurinas del país,
los Círculos de Aficionados, los Gremios de Profesionales del Toreo, Ganaderos,
Empresarios, las Escuelas Taurinas, las Cámaras de Comercio y Turismo, de
Hotelería y Restauración, las Asociaciones de Transportistas, Taxistas, de
Comerciantes Informales, es decir todos aquellos que de una u otra manera,
económica o anímicamente, derivan beneficios de las corridas de toros, bien sea
las del Carnaval Taurino de América o de otras Ferias de nuestro calendario.
El pronunciamiento de la Comisión Taurina merideña seguramente
cuenta con el tácito respaldo del mundo taurino nacional. No
obstante, aún brillan por su ausencia las manifestaciones concretas
de apoyo institucional, lo cual podría inducir a pensar que en Venezuela está
flaqueando más que nunca la afición a la Fiesta Brava, con el riesgo cierto de
provocar una creciente agresividad de quienes la
adversan.
Las señaladas excepciones son las de El Vito, portaestandarte tauromáquico
(a quién podría considerarse toda una institución en este campo), la del
diligente e informado Director de Venezuela Taurina (aunque sin alusión directa
al documento de la CTM) y, en el plano internacional, el importante Comunicado
publicado por el Círculo Taurino Amigos de la Dinastía Bienvenida,
máxime cuando ha sido emitido por su capítulo central de
Madrid.
Indudablemente, se podrían encontrar explicaciones de variada índole a
tan generalizado mutismo. No obstante, situaciones de esta
naturaleza no dejan de incitar a la reflexión. ¿Qué nos está
pasando?
¿En solamente tres lustros se habrá podido inculcar en el espíritu del
venezolano una cultura conformista?
¿Acaso la aceptación de gratificaciones que
dulcifican sumisiones nos hace claudicar?
Nunca antes como ahora, es tan necesaria y apremiante una categórica
respuesta a estas interrogantes.
No debemos permanecer impasibles.
Eduardo Soto.
A.T.T.
17112015.
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