Una oreja
que corta Manzanares en el último toro, el único que se tiene en pie, no salva
una tarde triste y decepcionante, por la extrema flojedad de las reses de Juan
Pedro Domecq, que flaquean, ruedan por la arena, se derrumban. Parecen toros de
algodón en rama. En una Plaza donde gustaban los «toreros de hierro» (el título
de Antonio Fernández Casado), ¿cómo se soporta esto? Mal, naturalmente: las
broncas, épicas, llegan al hermoso y lejano Puente de Vizcaya. Hace años,
hubiera habido un escándalo de orden público. Los tiempos han cambiado; este
público, antes tan exigente, también. Casi se llena la Plaza cuando llegan las
figuras. Y, con ellos, los toros de Juan Pedro Domecq: nobles, manejables,
bondadosos pero carentes de la mínima fuerza imprescindible para que una lidia
suscite emoción. Un toro que no tiene fuerza no es apto para la lidia,
sencillamente. ¿Por qué el presidente no ha sacado ni una vez el pañuelo verde?
Como decían en los antiguos folletines: «¡Misterio!» Claro que, si empieza a
sacarlo, ¿cuándo hubiera parado?... (Comentario
de Andrés Amorós, en ABC, Bilbao)
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EL TORERO revelación de la actual temporada
taurina española es un novillero. Un novillero peruano que en la pasada Feria
de Cali, en Colombia, resultó triunfador de la temporada en la encopetada Plaza
de Toros de Cañaveralejo. Luego llegaron uno a uno los triunfos en
Morelia, Sevilla, la Puerta Grande de
Madrid, y ahora tres orejas y Puerta Grande en Bilbao justifican el porque las
empresas Casa Toreros de México y Maestranza de Sevilla en España le están
apoderando y por qué la Empresa de Nimes le firmó la alternativa en su Feria de
Septiembre.
Andrés Roca
Rey es el torero revelación. Nacido en Lima, en el seno de una familia
acomodada y muy taurina es el hermano menor de un matador de toros destacado
entre los peruanos, hijo y sobrino de aficionados prácticos que han invertido mucho más que dinero en la
formación de este torero peruano llamado a ser la gran figura del toreo
americano. Por ahora ha logrado lo que antes no logró torero alguno en el Perú.
En una
entrevista que le hicieron para El Comercio de Lima, luego de su triunfo en
Bilbao al salir en hombros de la plaza
de Bilbao dijo además de sentirse feliz que -------“Aquí en España las cosas
están muy duras y difíciles para que a uno lo anuncien en novilladas como la de
ayer. Se triunfa en plazas importantes, como triunfé en Madrid, para ir
avanzando, y cuando llegas a una plaza como Bilbao, estás muy motivado y
necesitando triunfar. Es el único camino posible en esta carrera tan difícil.
Cuando las cosas salen bien, eres el hombre más feliz del mundo. Pero hay que
seguir esforzándose, arriesgando y triunfando; la competencia es enorme. Claro,
debo seguir luchando. Aún soy novillero. Aunque triunfe a menudo, una cosa es ser
novillero y otra muy distinta ser matador de toros. Y espero no notar el salto,
tras la alternativa el 19 de setiembre en Nimes, y poder seguir dejando el
nombre del Perú en alto, que es lo que más me ilusiona. Disfrútalo, lo mereces,
para tomar fuerza y seguir adelante. Gracias y saludos a la afición peruana.
LÓPEZ
SIMÓN, el matador de toros que más destaca en lo que va de temporada en
España, está anunciado en dos tardes en el cartel de la Feria de Otoño de
Madrid y en Aranjuez se la juega, encerrándose con cuatro toros de diferentes
ganaderías en la tradicional Corrida del Motín con el rejoneador Sergio Galán
por delante . Este madrileño, de Barajas para ser más exactos ha cosechado
triunfos allá por donde ha pisado desde las dos Puertas Grandes de Madrid
a Pamplona o Gijón. Sólo en San Sebastián y Azpeitia se quedó en el umbral por
culpa de la espada. *** LOS ÉXITOS de Manolo Vanegas,
tachirense como Colombo, se cuentan por cada tarde de sus actuaciones, dos de
ellas en la Monumental de Las Ventas de Madrid, perfilándose como un torero
importante y necesario para Venezuela. ***
ANTONIO SUÁREZ, el tercer
tachirense en el cartel de los sueños
del toreo nacional, deja a su apoderado
español El Gallo de Morón y nos enteramos que tiene una oferta muy interesante
para hacer campaña en plaza de México bajo la tutela del matador de toros
Alfredo Gómez “Brillante *** LOS TOROS A
REFERENDO. El Tribunal
Administrativo de Cundinamarca avaló la Consulta Antitaurina en Bogotá. Con
esta decisión serán los ciudadanos quienes decidan en las urnas si quieren que
se realicen en la capital de la República corridas de toros, novilladas, u otro
acto o tipo de espectáculo en el que tenga presencia un toro. La consulta se
realizará el próximo 25 de octubre. En la misma los bogotanos tendrán que
responder sí o no a la siguiente pregunta: "¿Está usted de acuerdo con que
se realicen corridas de toros y novilladas en Bogotá?". El Tribunal
consideró que la consulta popular no vulnera la Constitución y la ley, hecho
por el cual dio vía libre.
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ROSARIO PÉREZ, periodista de ABC de Madrid enviada a la Corrida de la Feria de
Málaga, ha escrito ésta crónica –recomendada por el doctor Ramírez Avendaño -
que me atrevo “brindar” al gran aficionado y fraternal amigo Vicente Lozano
Rivas. Brindis que surge de su queja respecto a los cronistas de toros.
Vaya por el
hermano:
A cada
tiempo, su arte; a cada arte, su libertad. Cada una de esas palabras bombeaba
en Morante de la Puebla, irremediablemente distinto, irremediablemente
genial con su toreo de ayer y hoy. Si su deslucido primero no terminó de
agradarle y enfadó al personal, en el cuarto se rindieron a sus filas hasta sus
enemigos. A las ocho y cuarto, -a punto de iniciarse el «derbi» Málaga-Sevilla que
dividía a los tendidos-, fue su tiempo. Ahí comenzó la libertad del arte más
auténtico, que por ser el más puro es el más imperfecto... Bendita su fluidez
de ideas, benditas sean las emociones que desperezó.
Dentro de
esa imperfección hubo escenas tan perfectas que vencían a la fantasía. Había
hecho soñar Morante desde esas verónicas en las que ganaba terreno:
cada lance era un verso, cada lance escondía tanto sentimiento que cuando
deslizaba las muñecas el capote parecía herir la arena. Sangraba ya la vida de
una obra que se superó aún más en cuatro monumentos a Chicuelo, con una media
de museo. Aquello eran chicuelinas de verdad y no los pelotones que se ven a
destajo. Tan sobre ruedas iba todo que hasta Lili se envalentonó con los palos
en un meritorio par. Transcurrían los minutos, pasaba la vida y para esa vida a
la que se ha aferrado heroico Jiménez Fortes tras una cornada
tremebunda fue el brindis.
Entonces
llegó la tauromaquia de otra época, esa que hemos leído, que nos han
contado, que contemplamos en las fotos sepia de hemeroteca. El de La
Puebla, que antes había enseñado a torear con el capote a quien quisiera tomar
nota, se sentó en el estribo y ahondó en cuatro ayudados en honor a El
Gallo que reventaron la Malagueta. Ya nadie se acordaba del fútbol...
La música arrancó a sonar entonces. Las palmas desprendían fuego de tan
estruendosas, los oles se enronquecían. Tomó el sevillano el camino de la
derecha, el que conducía a un paraíso de bellísimas imperfecciones. Este
«Feriante» se movía sin clase, tónica del deslucido sexteto de Cuvillo,
con algún ejemplar que tenía de trapío de primera lo que un triciclo en una
autopista.
Con ese
rebrincado viaje, la limpieza era imposible, lo escribo para los míster Fairy
que piden castañas a la encina. Eso sí, no hubo ni pizca de grasa de cebo, todo
era de bellota en una faena que, sin ser rotundísima por la condición del
oponente, estuvo salpicada de maravillosos detalles, con recortes de
pinturería, con esos kikirikís y esas trincheras, con esa manera de andar y
salir de la cara del toro en ese aquel tan Bienvenida. Con la mano del pincel
cimentó la obra, y fue de mitad hacia delante, tras ir ahormando y adueñándose
de la embestida, cuando trazó dos tandas de seducción absoluta. Una gozada el
toreo a dos manos, por alto y por bajo. Valientes y profundos los ayudados para
cuadrarlo, con los pitones en la hombrera. Enterró una estocada a la primera,
que no podía ser perfecta en este edén de bendita imperfección. Se pidieron con
ímpetu las dos orejas, pero solo se le concedió una. En nuestra memoria queda
la torería para el recuerdo.
Aunque lo
de Morante es y fue otra película, Salvador Vega también
nos trasladó a un rodaje apasionante desde su saludo con torerísimos lances
rodilla en tierra, como si se hubiese estudiado aquellas inolvidables estampas
de Antonio Ordóñez. Preciosas fueron también las chicuelinas, que dos
capítulos después encumbraría Morante. Y Vega, para demostrar que el arte
no es incompatible con el valor -sino todo lo contrario-, se plantó en los
medios para cincelar dos pases de las flores sin pestañear. El toro, pese a
puntear por no sobrarle las fuerzas, tenía son y opciones para el triunfo, incluso
en esa manera de abrirse. Así pues, el malagueño se puso a torear en una faena
con algún altibajo cuando el temple no era el adecuado, pero con gusto y
entrega. Tuvo la inteligencia de oxigenarlo, aunque un volatín lo dejó más
apagado. El estoconazo fue de premio y se ganó una oreja. No pudo redondear con
el geniudo quinto, con el que se afanó y dejó bonitos destellos.
Manzanares,
con un lote que valió poquito, lo intentó pero apenas pudo expresarse... La
expresión había sido toda de Morante. A su tiempo llegó su arte, y con ese
arte, la libertad. Como si el de La Puebla hubiese bebido en ese lema de Gustav
Klimt que Natividad Pulido ha refrescado en nuestro ABC del Verano.
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