Quisiera pensar que los primeros interesados en defender la
fiesta, deben ser los toreros, pues ellos
padecen la delicada situación
actual de la tauromaquia en nuestro país, sobre todo los que más torean, aunque
algunos, curiosamente que no están en activo, están dando la cara por defender
este acto cultural, tan profundo y hermoso. Seguramente más de uno pensará porqué se apunta a los toreros, y es que son
ellos los principales protagonistas de la fiesta, los que se juegan la vida
delante del toro, y los dardos envenenados de los antitaurinos van dirigidos a
los que visten de luces, por aquello del maltrato animal, tan manoseado por los
opositores a la tauromaquia.
Tras el primer congreso de fortalecimiento de la tauromaquia
en Tovar y la reunión celebrada en Valencia, se ve con tristeza, como pareciera
que los toreros, repito, algunos de los que están en las ferias, no mueven un
dedo para defender su “trabajo”. Bastaría solo con dejarse ver, para por lo
menos dar a entender que hay la intención (aunque sólo sea eso) de ayudar en
una lucha, que llevan a brazo partido algunos matadores y aficionados. Los
toreros de plata, tampoco se han hecho sentir con fuerza.
Se pueden justificar aquellos espadas que están fuera del
país, aunque nada les costaría enviar unas palabras de aliento a los taurinos
venezolanos, cosa que salvo honrosas excepciones, no ocurre. Ser figura del
toreo, no es sólo triunfar en el ruedo, un torero importante asume su rol
dentro y fuera de la plaza, y tristemente, los matadores más representativos de
nuestro escalafón, están en silencio,
esperando a “verlas venir”. Por supuesto, no son todos, muchos luchan con
denuedo por el toreo, pero son menos de los que quisiéramos, para hacer realidad lo que dice el refrán de “todos para uno y uno para todos”.
Da pena ajena leer a compañeros como Víctor José López “El
Vito” y Giovanni Cegarra, reclaman con tristeza e indignación que nuestras
figuras se muestran pasivas, calladas, sin un ápice de voluntad para ayudar a
Rafael Escalona, a los aficionados y
algunos profesionales.
Las figuras de otros países dan el ejemplo, como César
Rincón en Bogotá, que apoyó de forma incondicional a los novilleros que hicieron huelga de hambre y
los toreros españoles que viajaron expresamente a Colombia a una multitudinaria
concentración para dar ánimo a los valientes jóvenes que mostraron lo que es la
raza de los toreros, en esa bella plaza que es la Santamaría.
Por supuesto, muchos toreros y rejoneadores venezolanos
están en pie de lucha, pero se echa en
falta que esa anhelada unión de los profesionales sea efectiva, para que de
verdad se consigan cosas importantes, porque si no, llegarán como dice la
Biblia el “lloro y el crujir de dientes”. Si eso llega a pasar, de nada valdrá el arrepentimiento, por omisión y
desidia. Y el llamado de unión para salvar la fiesta es para todos, sólo unidos
podremos salvar gallardamente las corridas de toros.
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