La prensa lanar y aborregada cantará las
bondades de la Feria de San Isidro 2015, que las tiene, pero callará con la
triste visión de futuro de sus organizadores. No se recuerda una isidrada sin
una sola confirmación de alternativa. En mi memoria no encuentro el dato.
Filosofía Matilla: pan para hoy y hambre para mañana. Toño no está solo en
Taurodelta aunque a veces mueve los hilos, igual que los de Ramón Valencia en
Sevilla, a su capricho. Los dobletes en Madrid de Juan José Padilla y El Fandi
son un exceso y un abuso, como el triplete de Miguel Abellán, cuando toreros
con camino por andar se quedan en su casa.
Ni uno de los novilleros punteros figura en
el plantel. Para que los revienten a lo peor es mejor. Quién sabe. Es la Fiesta
que hemos hecho, una Fiesta de viejos, donde el reclamo en Olivenza en la
reaparición de Rivera Ordóñez; Espartaco y Dávila Miura los de Sevilla; y El
Soro en Valencia. Quien quiera podría hacer carteles de los 90 con facilidad. Y
no sólo por la cumbre de la torería andante: matadores que vivieron su fama y
su plenitud en los 90 se anuncian en San Isidro: Uceda Leal, Luis Miguel
Encabo, Eugenio de Mora... Unos grandes profesionales cuyo mañana ya se coreó y
celebró.
Y se echa de menos a Enrique Ponce porque
no se ha sabido renovar el escalafón. Si volviese Joselito, se podría repetir
el cartel de los Tres Tenores con Rivera. No sembréis, empresarios, no vayan a
salir toreros. Decís que hacéis San Isidro pensando en 24.000 personas. Pensáis
más en vuestro bolsillo, pero en la calderilla de hoy. De otro modo Morante de
la Puebla y José María Manzanares no vendrían a una sola tarde. ¿No afirmaba
Manzanares en la exclusiva de Canal Plus Toros que Madrid no le intimidaba, que
le encantaba torear en el Foro?
La Feria tiene puntos buenos. Miguel Ángel
Perera ha asumido responsabilidades como triunfador de 2014 y viene tres
tardes, una de ellas Beneficencia con El Juli: un mano a mano de este nivel no
se daba en la fecha más importante de la temporada desde el 91 con Rincón y
Ortega Cano. Había algo en juego como lo hay aquí: el trono del toreo. El
cartel estrella de la isidrada se ha hecho en torno a Alcurrucén, el único
hierro que supervive del encaste Núñez con nivel: Morante, El Juli y Castella.
El triplete del francés se justifica con la apuesta por Adolfo Martín más allá
de que lo lleve la empresa. Su currículo en Madrid, además, no es como para
despreciarlo.
Es justa la recompensa del doblete de Iván
Fandiño, pues el gesto del Domingo de Ramos con seis ganaderías del toro/toro
debía tener su recompensa. (Por cierto, la taquilla de Ramos va como un tiro, y
esto es indicativo del interés y de un inminente entradón en una fecha que se
daba por muerta)
El
Cid va a cumplir su sueño de matar seis victorinos en Las Ventas, un sueño que
ojalá no haya aplazado demasiado. Alejandro Talavante viene también a tres
tardes. En Madrid siempre cayó de pie y la media docena atragantada de
albaserradas de hace dos años ya se la han perdonado. Al día siguiente
casi. Diego Urdiales, ahora mismo en
boca de todo el mundo como referente del clasicismo, tendrá por fin su premio
con una triada de paseíllos.
Si se mira a Sevilla, José Antonio Martínez
Uranga y Manuel Martínez Erice, en compañía de Matilla, han hecho una buena
feria que podría ser mucho mejor y sobre todo más joven y con vistas al futuro.
Al buen San Isidro le falta juventud, salvo que los tres empresarios se hayan
creído que los bueyes araban solos.
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