Juan Pablo Sánchez
y «Bondadoso» de Campolargo
protagonistas de lujo
en una gran tarde de toros
Cuatro orejas para el diestro azteca y merecido
indulto al bravo ejemplar de Campolargo
El debutante diestro azteca desorejó al lote se
astados que despachó en lección de torería y contundencia con la espada,
convirtiéndose en firme candidato para llevarse los máximos trofeos de la
Feria. *** Importante toro el corrido en último lugar, ejemplar el cual fue a
más en su tranco y recorrido, desbordando a su lidiador, el joven diestro
tachirense Fabio Castañeda, siendo indultado con meritos suficientes. ***
Petardazo del malagueño Javier Conde, con toro al incluido, y sin trascender
nuevamente el rejoneador Francisco Javier Rodríguez ante un buen toro de Los
Aranguez.
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Fotos: José León
Cuando en la plaza de toros hay la presencia del rey
de la fiesta, o en su defecto, se intuye que se haga sentir, la corrida toma
otro matiz. No pierde interés a todo lo que se le haga, y es allí donde radica
su sentido de emoción, de sensación de peligro y merito a lo hecho en el ruedo.
Todo esto se vivió ayer en la Plaza de Toros merideña, ante el buen encierro
–bien presentadito- del hierro yaracuyano de Campolargo, toros que en su justa
medida propiciaron un entretenido espectáculo. El debut del mexicano Juan Pablo
Sánchez, quien cortaría cuatro orejas, ha dejado en evidencia las enormes
cualidades de un torero cuyo temple y firmeza han encandilado a la afición que
se dio cita. Por su parte, la voluntad y ganas de agradar del tachirense Fabio
Castañeda se encontró con un gran toro, bravo como pocos en esta feria, a más
en la muleta, que terminaría incluso desbordando al joven espada, para al final
merecer el honor –nunca mejor dicho- del indulto.
Tarde soleada y ventosa la que nos cupo en suerte
ayer. Ya hacía falta una así, tras la pasada de agua que nos hemos llevado las últimas
fechas, cartel que logró reunir un cartel en la que al final los presentes han
salido satisfechos, porque han visto a un torero en estado de gracia y un toro
en plenitud de condiciones de servir con su sangre brava nuestra exigua cabaña,
que para eso es que son los indultos, y no mera caricatura de tal honor por
salir al paso a un capricho que viene deslastrando la categoría de esta plaza.
Nuevamente el rejoneador Francisco Javier Rodríguez
haría el paseíllo en la feria, por tercera ocasión consecutiva. Dudo alguna vez
un torero a caballo haya tenido tan repetida presencia en una Feria del Sol
como la ha hecho en este edición el hijo del “Centauro de Ejido”, Don Javier Rodríguez
Jáuregui. En esta ocasión toreando un serio y bravo ejemplar de Don Alberto Ramírez
Avendaño, el cual mostró nobleza y celo a las cabalgaduras, en franca acometida
a las cabalgaduras, que requirió de una cuadra de caballos más versátiles y con
recursos que la que cuenta el joven jinete yaracuyano. Clavaria dos rejones de
castigo, para en banderillas, con las largas y las cortas lucirse, pasando, más
no toreando, los viajes de un toro de condición oportuna para explayarse. Su
errático uso del acero, nuevamente le hizo pasar un trance amargo de ver como
se le iban de las manos el posible premio auricular, para al final darse por su
propia voluntad una vuelta al ruedo, poco premio para tanta ocasión de trascender
a lo largo de esta feria.
En lidia ordinaria la tarde no comenzaría del todo
bien. En escena Javier Conde, torero de características especiales, como ya ha
dejado en evidencia en este ruedo en reiteradas ocasiones, y la de ayer no fue
la excepción. Sin confiarse, ni mucho menos ajustarse un poco a limar las
asperezas y complicaciones del toro, paso por ambos pitones Conde ante el
primero de su lote, lo que en cierta parte para algunos fue motivo que tras el
sainete que se dispendio con los aceros, se le pitara, tras escuchar dos
avisos.
En su segundo más dispuesto soltó capa Conde, en
sabroso toreo por verónicas en el tercio que hizo presagiar que podía haber esa
magia que otrora nos elucubró. Pero una vez que el toro fuera picado y
banderilleado por la eficaz cuadrilla de Gerson Guerrero que se ha visto a lo
largo de la feria, todo quedaría en intentos, en chispazos aislados de un arte
efímero que nunca llegó a trascedente en los tendidos ávidos de emoción. El
toro así mismo comenzaría a desarrollar cierta aspereza, por lo que así mismo
tras el publico perderle interés a su labor, decidió cortar por lo sano,
nuevamente fallando reiteradamente con el acero, a tal punto de escuchar los
tres avisos y ver como el toro se le iba vivo a los corrales.
Había expectativa por ver que nos traía otro de los
toreros mexicanos debutantes en la presente edición. Y vaya que nos ha
sorprendido el momento y disposición del hidrocálido Juan Pablo Sánchez como
salió al ruedo emeritense. Ante «Espectador» Sánchez luciría claro de ideas y
fresco en conocimiento de terrenos, sitio y altura de engaños para llevar en
los vuelo de la muleta las nobles embestidas del animal, el cual agradecería
tal trato, en especial con encajadas tandas por la diestra, que romperían en
cerradas ovaciones de los presentes. Y como una exhalación se fue tras el
acero, dejando fulminante estocada en lo alto, para el corte de las primeras
dos orejas que se llevaría a su esportón, porque luego más solvente y más
relajado se le vio en su segundo, otro noblote ejemplar, con el defecto
constante del “calamocheo” al tomar el engaño, que contaría con el temple y firmeza
de pies del espada azteca para aprovechar en su máxima plenitud. Nuevamente con
la espada estuvo hecho un cañón, dejando “patas pa’ arriba” en los medios al
toro luego del volapié que hasta los “gavilanes” del estoque dejo en lo alto
Juan Pablo. Las dos orejas solicitadas con fuerza, dio pie al par de orejas que
nuevamente se vio obligado el palco otorgar, tras pensárselo un poco más de lo
habitual.
Otro de los debutantes de la tarde era el joven espada
tachirense Fabio Castañeda. Lo hizo en primeras instancia ante un astado de
complicado comportamiento en los engaños, que le media milimétricamente cada
paso, dejándole la rendija de la acometividad cuando le templaban y no le
dudaban al momento del embroque, momento de tan comprometida intensidad para
toros de este tipo. Le supo estar en lo que cabe el diestro en mención, quien
aun atesora ciertos defectos técnicos, como el de haberle perdido la cara al
toro, momento donde se llevaría fuerte voltereta sin afortunadamente nada que
lamentar. El pinchazo, antes de dejar estocada tendida y trasera, además de
tres descabellos para ser silenciado.
Cambiaria en el que cerró plaza el panorama desde la
misma salida de toriles el negro mulato «Bondadoso», toro de importante
condiciones desde el mismo saludo de capa por verónicas y delantales que recetó
Castañeda, para en varas lucirse en franca pelea el toro, metiendo los riñones
ante el castigo recetado en buena vara de Segundo Salgado, pasando por alegre
tercio de banderillas del propio torero, para llegar a la muleta, con la
fiereza propia de los toros encastados, de los que piden pelea en los medios,
como así se la ofreció Fabio en el toreo penitente en los medios, para sobre la
mano diestra comenzar a salvar -más con ligereza que temple y sosiego- el
vendaval de bravura del astado, que le desbordaría por momentos. Hay que
reconocer que un toro de estos descubre y deja en evidencia a más de uno, como así
lo puso de manifiesto, este encastado toro de Campolargo el cual no se le veía
techo a sus embestidas; una pena que no se les haya podido enrumbar por la
senda del largo trazo en el muletazo lo cual hubiese dado mayor dimensión a su
lidia, y no simplemente el toreo a la galería por alto en la que optaría por
aliviarse Castañeda. La petición del indulto fue unánime, incluso debió haber
sido reconocida muchísimo antes, por lo que no exento el torero tuvo que
escuchar dos avisos, hasta que el criterio unánime de taurinos y espectadores dio
pie a la aparición del pañuelo naranja, lo que a la postre enviaría a la gloria
de la dehesa este pupilo de Don Juan Campolargo, quien ha ofrecido la tarde de
ayer un claro toque de atención. Cuando en verdad está el toro en la plaza –así
sea arregladito de pitones- la emoción es la mejor garantía de triunfo en esto
que llamamos fiesta brava. Enhorabuena ganadero
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Toros de Mérida. Domingo 15 de febrero de
2015. IV corrida de feria.
Poco menos de dos tercios de plaza (aproximadamente
9000 personas), en tarde soleada y ventosa a partir de la lidia del tercer
astado.
Se lidiaron toros de Campolargo, bien presentados y de
juego dispar, donde destacó la bravura y raza del corrido en 7º lugar, el cual
fue indultado de nombre «Bondadoso» Nº 13 de 435 kilos, así como el tranco del 3º,
igualmente desorejado. Para rejones un toro de Los Aranguez (1º), bien
presentado y noble, con recorrido ante los caballos.
Pesos: 450, 436, 430, 440, 430, 430 y 435.
Francisco Javier Rodríguez: Vuelta al ruedo.
Javier Conde: Pitos tras dos avisos y pitos tras
escuchar tres avisos y posterior toro al corral.
Juan Pablo Sánchez: Dos orejas en ambos toros.
Fabio Castañeda: Silencio y dos orejas simbólicas.
Incidencias: Destacaron en las banderillas José
Antequera y Mauro David Pereira y en la brega Eduardo Graterol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario