La terna de espadas actuantes a hombros,
aprovechando la nobleza y bondades de los toros “artistas” del mítico ganadero,
destacando un bravo toro que cerró festejo, que fue indultado con meritos. *** Un
lleno literal en los tendidos, en tarde entretenida de principio a fin.
DANIEL LUQUE |
RUBÉN
DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Tarde histórica. De las que hacen y
siembran afición. Así se puede resumir el balance artístico de la corrida de
toros ayer en el marco de la Feria de San Sebastián. Una terna de toreros
solvente, ambiciosa al triunfo, además de certera en el manejo de la espada
–cinco estocadas en cinco toros, al ser indultado el que cierraplaza- dejan ver
el nivel evidencia por quienes se pasaron los pitones por el fajín.
Tímido recibo con el percal del galo Sebastián
Castella frente al que hizo primero de su lote. La minúscula sangría en varas
fue mera anécdota a un ejemplar que iba en el tránsito de esta lidia con el
hocico abierto, síntoma de fuerzas limitadas. Suaves fueron los primeros
compases con la muleta, aprovechando la nobleza y fijeza en la templada y parca
muleta del impertérrito y gélido coleta de Beziers. Con todo esto era sabido
que Castella iba a sacar provecho las virtudes del terciado en cuanto a
presencia «Caribello», pasándolo ajustado a su cintura en tandas cortas,
intensas, en especial por la derecha tras breve recital por la zocata. El
volapié en todo lo alto, para el corte de las dos orejas.
Con la parsimonia que caracteriza este seco
torero prologó labor ante el cuarto, clavado los talones en la arena, pasando
por alto los primeros viajes del astado. En terrenos del toro, Castella
encimista hilvanaría series por ambos pitones, por momentos atosigando las
flojas pero nobilísimas arrancadas del ejemplar. Nuevamente el volapié
ligeramente caído, fulminante, para el corte de una oreja.
Un torero de alta filigrana en el capote
como es el debutante sevillano en esta plaza, Daniel Luque, sorprendía que todo
lo contraria luciera con el percal, ante las abantas embestidas de salida de
«Revoltoso». Por cierto, Luque entraba por la vía de la sustitución al mentado
Manzanares al que muchos recordamos ayer. El minipuyazo cuidando las fuerzas
del animal, mero trámite de la lidia, para con la muleta irse haciendo con las
nobles embestidas del ejemplar, luciéndose en los medios del ruedo, imantando
el recorrido del juanpedro a los vuelos del trapo rojo, enroscándoselo a media
altura en circulares invertidos, de gran calado en los abarrotados tendidos que
lucieron ayer la Plaza de Toros Monumental tachirense. Faena intensa y compacta
que fue rematada con otro volapié, ligeramente trasero y caído, suficientes
para enviar a las mulillas al burel, para la concesión de las dos orejas –un
tanto generosa la segunda- como así mismo la vuelta al ruedo al astado, de
polémica tanta elocuencia.
Rodillas en tierra saludo por verónicas
Luque el que hizo quinto de la función, el cual no se salió del monologo del
monopuyazo como norma de la corrida. Aliviándole por alto, el torero de Gerena
hizo las veces de enfermero, ante la embestida paulatinamente cansina y a
menos. A pesar del esfuerzo, se justificó el torero, para pasaportarlo de espadazo
en todo lo alto, para ser silenciado.
El alternativante diestro carabobeño César
Valencia, por fin tomaría su doctorado, la misma que había anunciado en
noviembre pasado en la Feria de Valencia. Lo hizo con «Sorbedor» N° 88 de 505
kilos, del hierro de Juan Pedro Domecq, lanceándolo con soltura por ambos
pitones. Le midieron el castigo, y tras cumplido el trámite de banderillas, la
ceremonia del doctorado con Castella y Luque en funciones de padrino y testigo
dieron pie a su labor muleteril, de intermitencias ante un toro de cambiante
comportamiento con la pañosa. No entró en conjeturas el menudo torero de la
dinastía Valencia, para cincelar su labor de espadazo en buen sitio, en corto y
por derecho, tirándolo sin puntilla, saludando tímidas palmas desde el tercio.
A porta gayola recibió el que cerró plaza,
para luego por farol de rodilla, a punto de llevárselo por delante. El único
que peleó con franqueza ante el caballo, en castigo recetado por el veterano
Guillermo Guimerá. Más pausado, ante un toro de mejor condición, se desgranó
Valencia, en especial en tandas por la diestra de enorme merito, dejando ver su
evidente rodaje aprovechando la nobleza y tranco emocionante del mejor toro del
envió de Juan Pedro en su debut por estas tierras venezolanas. Toro importante
de nombre «Gestor» N° 198 de 448 kilos, que ha puesto en examen que Valencia ha
llegado al grado mayor en tauromaquia con solvencia y la lección aprendida de
cara a su andar como matador de toros. Al final el toro sería indultado, que
ojalá y su gran juego sirva para la camada brava venezolana, que tanta hace
falta dado el esfuerzo que se ha hecho en traerlo. Las dos orejas simbólicas
para Valencia y su posterior salida a hombros con sus compañeros resumía una
gran tarde de toros.
====
FICHA
DEL FESTEJO
Plaza de Toros Monumental “César Girón” de
San Cristóbal. Viernes 30 de enero. Toros de Juan Pedro Domecq, en su conjunto
justos y terciados de presentación, de juego dispar, con el común denominador
de sus limitadas fuerzas, destacando la nobleza del 2º, premiado con vuelta al
ruedo y excepcional el 6º, indultado. Pesos: 505, 442, 440, 465, 450 y 448
kilos.
Sebastián Castella, dos orejas y oreja. Daniel
Luque, dos orejas y silencio. César Valencia, saludos desde el tercio y dos
orejas simbólicas.
Valencia tomó la alternativa vestido de
nazareno y oro, ante «Sorbedor» N° 88 de 505 kilos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario