José Mari Manzanares, la pureza del toreo |
EL VITO
La noticia de la muerte de José Mari Manzanares llegó estruendosa, en medio del silencio de la
mañana temprana del pasado martes. Llegó, insolente y desquiciante, convertida en
remolinillo de brisas encontradas.
Lo hizo revoloteando sobre la hojarasca de los recuerdos.
Fue un torero grandioso, Manzanares. De los artistas los
tocados por la varita de los duendes. Uno de esos seres que nació para ser
torero. Más bien maestro del toreo. Figura para la historia, referencia
permanente un personaje que llenó de arte y de torería su momento.
Alfredo Sadel, el
cantor venezolano fue en Venezuela fue el primer "manzanarista",
entre los aficionados entendidos. Una tarde, conversando de toros con "el
tenor favorito" Alfredo nos preguntaba quien era "ese Manzanares", anunciado
para las corridas de la temporada de Caracas. Le contamos haberlo visto en
Quitanar de la Orden, con una dificil y muy dura corrida del Conde de Ruiseñada, y le expliqué al ídolo de la canción el porqué
nuestra admiración por el rubio alicantino, lo que el consideró una
exageración.
Mi testimonio, nació una tarde en Quintanar. Lo hizo en medio de la
extensa meseta castellana, en un cartel que compartió cartel con el maestro Eloy Cavazos. A pesar de lo correoso de los toros del
Conde, el sello de los elegidos afloró en la piel del alicantino.
El 24 de octubre de 1975, hace 39 años exactos, fue la tarde
del debut de José María Manzanares en Caracas. Tarde de toros caraqueña, tarde
de temporada en el Nuevo Circo y con Pedro Gutiérrez Moya El Capea y Rafael Ponzo. Se
lidiaron magníficos toros de don Javier Garfias. Magníficos para el torero de Alicante para el salmantino Pedro Gutiérrez, que
además de cortarle las orejas a los Gafías marcaron el primero de los pasos
que cubrieron un larguísimo camino por las plazas de Venezuela.
Fueron rivales
genuinos y auténticos en los ruedos.
Francisco Rivera "Paquirri" completó la
terna del cartel de la época.
Con los tres ases vivimos los venezolanos momentos
históricos de la fiesta de los toros, alimentada por la rivalidad entre
Paquirri y El Capea. Participaban Manolo Martínez por México junto a Eloy Cavazos y Venezuela representada por el gran Curro
Girón.
Inolvidable, en lo personal aquella tarde en San Cristóbal,
corrida de toros de Javier Gafías, cuajada de arte de Manzanares en faena
preciosa a un gran toro de amelocotonada capa, con el que armó la marimorena.
Luego de los honores recibidos en el ruedo con aclamación del público, el
banderillero Rafael Corbelle, de la
cuadrilla de Manzanares, retó a Pedro Gutiérrez con " el que venga atrás
que arrée". El Capea recibió al toro en los medios, verónicas convertidas
en adoquines en la construcción de la faena soñada, que remató el de Salamanca
con soberbia estocada. Le concedieron el rabo a El Capea, en respuesta de las
orejas de José Mari.
También, entre muchas oportunidades, tuvimos la fortuna de
ser testigos en la Monumental de Las Ventas de su apoteosis profesional. Vimos
la faena junto al maestro de maestros Fermín Espinosa "Armillita Chico", quien nos
comentó:" Nunca creí que vería torear tan bonito, como lo he visto a
Manzanares hoy". Fue larde de
mayo de 1993, y el toro de la ganadería de Manolo González.
Era una época única e irrepetible en Venezuela, cuando
Manzanares formaba parte de la tertulia de Cuchilleros en casa de los hermanos Pedro
y Juan Campuzano. Cada martes se daban
cita en la Esquina de Candilito maestros del toreo como Antoñete, Manolo Escudero, Juan Silveti, Curro Girón en una tertulia reseñada cada semana en las páginas
de MERIDIANO con el nombre de "Los
amigos del toro".
Se ha ido un grande que con una pincelada era capaz de catequizar exigentes aficionados como
lo hizo con Alfredo Sadel. Un grande del arte más exquisito que escribió con
tinta de pasión su paso por Caracas, Mérida, San Cristóbal y muy en especial
por Valencia, la plaza que le hizo suyo
en honor a la expresión de su exquisito arte.
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