lunes, 1 de septiembre de 2014

Manolo Molés: Bogotá, Quito y Caracas sin toros

EL NUEVO CIRCO DE CARACAS CERRADO DESDE 1997 PARA LOS TOROS, ES HOY ALBUERGUE PARA FACINEROSOS, TRAFICANTES DE ESTIPEFACIENTES, DROGADICTOS Y MALEANTES


por Alberto Lopera


El crítico español Manolo Molés escribe el editorial de la revista APLAUSOS y lo queremos reproducir por su importancia y porque de verdad pone el dedo en la llaga: tres plazas de capitales americas como son Bogotá, Quito y  Caracas tienen cerradas sus puertas por caprichos y decisiones políticas y gubernativas:
“De cinco países de ultramar tres no tienen toros en la cabecera. Mal asunto. Y aquí tenemos a Cataluña tachada de arriba a abajo. Al País Vasco a la pata coja. A Galicia achicándose…
El jodido alcalde de Bogotá está logrando descabezar la plaza más seria e importante, al menos para mí, de la América taurina. Tiene cerrada y amenazada la Santamaría. Petro, guerrillero, orador brillante y gestor desastroso se apuntó a la demagogia: “Los toros son para ricos, yo abriré la plaza para el pueblo y los niños jugarán y patinarán gratis en el ruedo donde se sacrificaban animalitos como el toro”. La mentira envuelta en el papel de celofán del falso animalismo funciona. Y Petro, por decisión propia, deja herida la Tauromaquia colombiana.
El enemigo ataca pero aquí hay inmovilismo. Tres plazas señeras de la América taurina están cegadas: la Santamaría en Bogotá, Iñaquito en Quito y el coso capitalino de Caracas. De cinco países de ultramar tres no tienen toros en la cabecera. Mal asunto. Y aquí tenemos a Cataluña tachada de arriba a abajo. Al País Vasco a la pata coja. A Galicia achicándose y en el resto de España ya veremos las cifras a final de año pero seguimos menguando. Francia es la única que flota y ve la orilla del futuro.

Pero este no es comentario pesimista. Simplemente alerta de la cantidad de cosas que no tienen sentido. Por ejemplo esa de que un novillero cobre cuatro euros más que un miembro de su cuadrilla y encima ponga coche, hotel y mantel… Si eso lo plantea un enemigo de la Fiesta le llamamos Petro. Sin embargo son errores propios. Y graves.

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