VIÑETA 57
¿La afición que murió?
Por Jorge Arturo Diaz Reyes, 10 de agosto de 2014
Decidido a no derramar más tinta y quizá bilis sobre la manida venta (parcial, por ahora) de la plaza de Cali, había optado por un fluido menos caro, la saliva.
Sí, solo hablarla, en el programa radial El Ruedo, de los domingos en la noche. Mas como nuestra emisión de hoy fue cancelada por motivos futboleros, y una columna en el diario local El País, que mete de nuevo los dedos en la llaga, se me pasaría sin siquiera un ¡Ay! Aquí vamos, otra vez.
Exprimiendo la esencia de “La afición que murió”, artículo de Jorge Restrepo, me quedan cuatro frases:
“Tenemos la esperanza… de vender los parqueaderos a una firma extranjera… para levantar un bello centro comercial… Con ese dinero se haría un escenario para diversos espectáculos…”
¿Y los argumentos? Que ya no hay afición (“murió”), que la gente no acude, y que por ello se pierde dinero. Falso. Reseñé una por una las seis corridas de la pasada feria con especial cuidado en las concurrencias. Dos medias entradas, el 26 el 31 de diciembre, dos más de tres cuartos el 27 y el 28, y dos casi llenos el 29 el 30.
Creo que mis muchos años en las plazas me dan ojo de buen cubero. Además ahí están las fotos de gran ángulo. La gente sí fue, pese a la deficiente promoción, los costos, la guerra malévola, mezquina, de prelaciones y vanidades entre notables, y el ataque crónico, a la temporada y la credibilidad de la clientela.
Si hubo pérdida, en el balance anual de la Sociedad Plaza de Toros de Cali S.A. empresa que se define como de finca raíz, no se pueden atribuir a que la gente no fue a las corridas. ¿Qué sucedió los otros 359 días?
La plaza no puede ser descuartizada con el pretexto artificioso de que solo sirve para “divertir a los tres mil verdaderos aficionados”, entre los que se afilia el autor. Ni con el asesinato periodístico de una afición que vive resistiendo a todo. Con esas mismas premisas de ocasión se podrían vender también El Teatro Municipal, La biblioteca departamental y hasta la misma Catedral. Toco madera.
Si lo van a hacer, digan la verdad. Que no pueden con ella, que les quedó grande, y que la suma ofrecida vence la codicia de los accionistas. Entre los cuales, con gran parte, se halla el pueblo de la ciudad y del departamento, representados por el alcalde y el gobernador. La plaza lo que necesita es gestión idónea, especializada, y hay profesionales para eso.
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