martes, 20 de agosto de 2013

JESÚS ENRIQUE COLOMBO EN LA ENCERRONA, "CUANDO NO SE PUEDE, NO SE PUEDE, ADEMÁS, ES IMPOSIBLE".


TÁRIBA DE JARDINES, SUEÑOS E ILUSIONES EN EL COLISEO DEL TORBES

EL VITO

Táriba; especial.-En esta Venezuela increíble, en el Jardín de las Ilusiones cosechamos flores de Esperanzas en medio de una profunda crisis taurina. 
Los botones de estas flores, que revientan en lo que esperamos se convierta en la anhelada primavera taurina nacional, son los novilleros que extramuros de la patria crecen en la generosidad de la tauromaquia española, mexicana y en la amplitud de la serranía andina en el Perú.
Sin que en sus charreteras aparezca el entorchado de la oficialidad, surgieron esta temporada los atractivos nombres de Cristian y de César Valencia, Antonio Suárez, Manolo Vanegas y el más promovido de todos Jesús Enrique Colombo, que en ruedos del Perú desarrolló su escritura aprendida en la Escuela Taurina de San Cristóbal para llenar nuestras estafetas de cartas con noticias magníficas de sus andanzas. 
Una de ellas, aquella carta que el año pasado escribió en Mérida, que con su firma de puño y letra puso firme al "fenómeno mexicano" Miguel Lagravé, Michelito, a cambio de una cornada y de refrendar un triunfo apoteósico.
Esperanzas, ilusiones, sueños, es la vida del aficionado que cree que hay relevo generacional para sustituir a los bueyes cansados de la primera línea en el combate nacional.
Ayer domingo, en El Coliseo del Torbes -bella plaza de toros de la hermosa Táriba taurina-, este taribense de apenas 15 años de edad conmemoró su décimo quinto cumpleaños encerrándose en solitario ante cuatro novillos de las diversas divisas que son propiedad del ganadero Hugo Domingo Molina y de sus hijos Hugo Alberto y Hugo José, es decir Rancho Grande, El Prado y La Consolación.
Ambiente taurino por doquier. Asamblea Taurina con asistencias de las autoridades de Tovar, San Cristóbal y, por supuesto, Táriba, convocada y ordenada por la Peña Taurina de San Pedro del Río en horas de la mañana. A media tarde, concurso gastronómico en el Cub Sucre de Táriba, con la aprobación de los exigentes paladares los jueces que degustaron y juzgaron las creaciones de los "master chefs" Mauricio Gutiérrez - Callos a la portuguesa-Fabio Arias -Arroz sobre ramas de naranjo-, y la dupla de Pedro Casanova y Martín Ordóñez -Revolución del chupe,en fogones tachirenses.
Por la tarde en reunión de los presidentes de los Círculos Bienvenida, en presencia de los destacados aficionados como el doctor Enrique Colmenares Finol, creador con el Arquitecto Eduardo Santos de El Coliseo y del Parque Torbes que engalana la histórica ciudad.
Acompañados por el doctor Luis Medina López y Rafael Enrique Casal, de los Círculo de Maracay y de Venezuela nos fuimos a la plaza en compañía del doctor Colvert, encontrádonos con la maléfica metamorfosies de la ilusión convertida en desilusión.
ILLUSIÓN Y DESENCANTO
Sería injusto, decir que Jesús Colombo fracasó; o que los novillos no estuvieron acorde a lo esperado de esta divisa siempre triunfadora. 
Es verdad que las reses no cumplieron no cumplieron en presencia como tampoco en bravura,  aunque se pudo haber logrado en triunfo, que pudo ser importante, de haberse planteado argumentos distintos al abúlico perogruyo planteado por el novillero.
¿Cansancio? Es posible, pero no justificativo ya que en El Coliseo el torero se presentó arropado por el afecto, ilusión y admiración de su propio pueblo. Colombo estaba en su casa, y no cumplir  con la familia es como pergarle, y esto conduce a la ruina.
Jesús Enrique, quien hizo de El Coliseo, el terminal de un absurdo periplo que tuvo una estación previa a la encerrona de Táriba en un viaje que le llevó de Táriba a Caracas, Caracas a Lima a torear en un opueblo a ocho horas de carretera de la capital peruana. Horas que se convirtieron en16, con el regreso de la virreinal capital, para viajar luego a Bogotá, hacer escala en Bogotá en el Aeropuerto Nacional para volar a Cúcuta. Cruzar la frontera desde Cúcuta, y subir la sierra, cruzar valles y caminos de madrugada hasta llegar de madrugada a San Cristóbal y amanecer en Táriba donde le esperaba una ilusionada afición paisana. Trajín, este viaje, que percoló del tamiz el cansancio y el agotamiento expresado en la arena de El Coliseo. 
Tan intensa la abulia demostrada que no se escuchó ni un "olé" del entusiasta público taribense. Algunas palmas en desiguales banderillas y fatal con los aceros. 
Jesús Colombo ilusiona, es nuestra más sincera  esperanza por tener un torero. Fue una tarde mal calculada, con planes y estrategia equivocadas que tienen solución, y que estoy seguro Jesús Enrique Colombo enmendará porque este torero tiene valor, le sobra talento y personalidad, pero el viejo adagio torero dice en sabia sentencia popular que "Una mala tarde la tiene cualquiera".
Y como decía El Guerra, "cuando no se puede, no se puede. Además, es imposible."

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