José Tomás: No hay dinero que lo pague.
Por Zabala de la Serna.
No creo que haya dinero en el mundo suficiente para pagar el regreso de José Tomás a Aguascalientes. Por todo su significado. Sólo pensarlo duele. Volver al mismo escenario de la sangre derramada, a la tierra de fuego que vio pasar el fantasma camino de la enfermería, como si no hubiese transcurrido un trienío. JT renacería completamente al cerrar el círculo de extrema superación, y por ello cualquier recompensa terrenal se quedaría escasa.
Dólares, euros, la plata, la caja, la taquilla, todo se haría poco, 600, 625, 650 mil o el millón de euros, no hay imaginación que dé forma a una cantidad estratosférica que equilibre el reencuentro emocional de orden mundial que se produciría. El fenómeno que incendió en septiembre el Coliseo romano de Nimes, quien no conoce límites, quien es dueño como ningún otro torero de su destino y que por donde va pisando provoca sucesos irrepetibles incluso para su propia autoexigencia también se planteará: ¿Y después de las 7 orejas de Madrid en dos fechas para la Historia, la perfección de las 12 y un rabo con seis toros, qué queda por hacer? Asustará la pregunta cada vez más ante el horizonte de cada temporada.
José Tomás no está únicamente en su derecho de exigir lo que quiera en Aguascalientes, sino en su deber para consigo mismo, por encima de los tiempos que corran, y derribar otra barrera con una cifra nunca imaginada para una figura del toreo. No hay dinero en el mundo que satisfaga el vuelco que hay hacerles a la mente y al corazón. Y quizá piense lo mismo, por el momento, el empresario Alberto Bailleres: “¿Si no lo hay en el mundo, cómo lo habrá en mi caja?”
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