Un Huracán de felicidad
es el triunfo de Padilla
Es cosa común,
cuando hay un indulto, escuchar las protestas de una minoría que
atrevidamente se autocalifica "defensores de la fiesta". Son los aficionados
hueso colorado, esos que se desgarran las vestiduras y reclaman los excesos de
las mayorías a la que gorseramente califican de "ignorantes".
Eso sucede aquí y también allende nuestras fronteras.
Ocurrió el domingo en Valencia, cuando fue indultado Jardinero de El Capiro, tras larga, armónica y muy bien planteada faena de
Juan José Padilla. El toro de Dayro Chica fue muy bravo con el caballo, recibió tres puyazos,
metió los riñones y acometió a distancia. Estos "aficionados", de
dudosa integridad insisto, quieren ser más papistas que el Papa, oponiéndose
públicamente a la exigencia de todo el cónclave que pedía el perdón a la vida
de Jardinero de El Capiro. Lo hacían con ojos desorbitados,
gritos a todo gañote y gestos como si del fin del mundo se tratara. Algo así,
amable amigo lector, como si en la Scala cuando don Luciano interrumpía un área, y la repetía una y otra vez a
exigencia del público que le aclama, saltara usted a gritar que están
equivocados. Una posición acreditándose la "defensa de la Ópera".
No necesita el toreo de estos defensores, de esta gente que
le enrostra con sus gritos ignorantes al resto del público que se siente feliz
al descubrir el éxito en este país de fracasos, que aclama lo que sus ojos
vieron con gratitud para que venga este chalao a decirle que "eso, eso que
viste hace minutos y que te erizó la piel, es mentira. Verdad es lo que no has
visto, ni vas a ver jamás". ¿Entiende usted a Picasso? ¿Le gusta la pintura del malagueño? Pûes ahí el
quid del asunto, como cuando Luis Miguel Dominguín le dibo al genial pintor, "Pablo, te robo la
expresión; no sabía responder la pregunta de por qué los toros y porqué soy
torero"
Fue la tarde de Padilla la de domingo, la tarde de este
huracán del toreo que toca las playas del Caribe y que refrendó su éxito en
Valencia y amaneció hoy como el torero más importante para estos aficionados en
las primeras ferias venezolanas. Lo hizo
Padilla arrimándose, toreando, entregándose al público ante toros con
muchas dificultados, como lo hizo con el tercero de nombre Pajarero, un manso huidizo, rebrincón, imposible de lidiar al
que intentó banderillear y de lidiar exponiendo todo lo que debía exponer.
Nota aparte para Morenito de Maracay, quien ha estado como lo que ha sido siempre. una
figura del toreo. La oreja que le cortó a Jilguero, tuvo mérito
pero lo mejor fue que hubo planteamiento. Buenos lances, soberbios muletazos.
No cabe duda que fueron los mejores pases de la tarde, como exaltado lo subrayó
el doctor Luis Medina recurriendo a
estos trazos de temple para increpar
lo que hacía El Fandi.
David Fandila,
torero espectáculo que excita las masas y que en Valencia el domingo era el
punto central del cartel provoca el rugido del monstruo, sobre todo en
banderillas. Torero que ha evolucionado mientras crece en el camino que le
ampara su muy particular manera de entretener al soberano con las banderillas.
Cosa que se agradece, pero que por ser materia de colectiva emoción no deja ver
claramente su bien hacer como torero. Con Américo El Fandi ha
estado espectacular, en el sentido exacto de la palabra querido lector. Él es
un grato espectáculo, y eso lo van a ver miles de personas y eso, sí señor, se
agradece en la amplitud de la heterogeneidad que es el treo. Gracias a dios no es un sólo partido, un sólo
mandato y una sola voluntad la que nos encauza en la plaza y nosotros, como
humildes relatores, que no jueces debemos exaltar. Con El Fandi el público
femenino chirriaba, y los hombres saltaban de felicidad.
Hubo en Valencia pasión, polémica y entrega. Se entregaron
los toreros y se entregó el público. Fue una tarde de toros con la que se le
puso un broche de oro a un gran esfuerzo de la Empresa Agrocasta que preside Erick Cortéz
merece el reconocimiento público. Lo hacemos desde este humilde rincón,
emocionados por lo que ocurrió en el redondel de El Palotal
FICHA DE LA CORRIDA Valencia,
18 de noviembre plaza de toros Monumental. ENTRADA. Poco más de media plaza. TOROS. Un gran toro de Los Aránguez para rejones, que
abrió plaza, de nombre Angelino. Seis de la ganadería colombiana de El Capiro,
de variada presentación, Destacó el lidiado en sexto lugar, de nombre
Jardinero, que fue muy bien al caballo. Noble, con bravura y determinación en
sus embestidas que fue indultado tras larga y armoniosa faena de Juan José
Padilla. La corrida tuvo un promedio en el peso de 440 kgs. De escandalosa mansedumbre el tercero,
Pajarero, al que debió la autoridad haberle castigado con banderillas negras.
No lo hizo. Manso con los caballos el segundo, pero noble y con mucha calidad
para la muleta de Morenito de Maracay. FRANCISCO JAVIER RODRÍGUEZ, rejoneador, música y palmas al fallar con el rejón
de muerte, MORENITO DE MARACAY,
de aguamarina y oro, una oreja y un aviso; JUAN JOSÉ PADILLA, lila y oro, aviso y dos orejas simbólicas; EL
FANDI, Jesús del Gran Poder y oro, una
oreja y palmas. AUTORIDAD;
presidió Ángel Stopello y estuvo desacertado al saltar, una vez más, la hora de
inicio del espectáculo siendo esta actitud ofensiva para el paciente público que soporta las
calamidades provocadas por la anarquía en el callejón.
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