MORANTE DE LA PUEBLA |
MORANTE
EMBRUJA A LA “MEXICO” EN FAENA DE ALTOS VUELOS, “EL ZAPATA” EMOCIONA CON
BANDERILLAS Y JOSÉ MAURICIO, PROGRESA.
JARDINERO
DE SAN MATEO.
5ª corrida de la Temporada Grande de
la Plaza “México”. Tarde soleada y airosa, casi lleno en numerado.
Uriel
Moreno “El Zapata”. Salmón y oro. Pitos / Oreja
protestada.
Morante de la Puebla. Verde bandera y oro. Pitos y algunos aplausos / Dos orejas. Salida
en hombros por la Puerta Grande.
José
Mauricio. Teja y Oro. Aplausos / Aplausos.
3 TOROS
DE JORGE MARÍA (1°, 2° y 3°) y 3 TOROS DE SAN ISIDRO (4°, 5° y 6°). El 1° de buena
presencia, fijo pero sin fuerza, el 2° incierto, suelto, de muy difícil lidia,
3° bravo, emotivo aunque con algunos extraños, 4° noblote, de buen estilo pero
débil, 5° un animalón, débil pero con clase y el 6° bravo, iba humillado. Pesos: 515, 510, 470, 522, 586 Y 492
kilos.
La breve
temporada llega a su cima con una extraordinaria faena de Morante de la Puebla,
muy difícil de superar en cuanto a los hermosísimos y majestuosos derechazos y
naturales y ciertos detalles de pellizco que pusieron a la plaza loca de
emoción, como hacía tiempo que no ocurría. ¿Qué es lo que ha sucedido con
Morante en sus dos tardes en México después de su larga ausencia? Una
recuperación del toreo antiguo, una evolución del toreo en movimiento, una
ilusión por la perfección que con capa y muleta alcanza, el sentimiento pleno
puesto en el embrujo de los trazos, el dominio pleno de las circunstancias para
generar arte a raudales en una escuela que sigue los pasos del llorado Curro
Romero y del maestro Rafael de Paula.
Sí, estamos ante un fenómeno
taurino. Dos grandes figuras jalan
el carro de la fiesta en esta década, José Tomás lo demostró en Nimes y Morante
entre muchos otros ruedos, en Bilbao,
San Sebastián, Guadalajara y México. La casa torera que ahora lo administra nos permitirá
disfrutar con mayor frecuencia de su presencia en ruedos mexicanos. Él ya apunta, sin duda, para el 5 de
febrero, los demás tendrán que hacer grandes méritos para encaramarse en ese
cartel histórico. El morantismo de
esta tierra, entonces, está de plácemes. !!!!Bienvenido José Antonio.!!!!
Uriel Moreno
“El Zapata”, se encargó del primer morlaco llamado “Emiliano”, cárdeno obscuro,
delantero y vuelto, de buena presencia, pero quedado. El de Tlaxcala quitó por mandiles y una rebolera, con más
voluntad que clase. Se recuperó en
su tercio preferido llevándose cuatro banderillas en la mano, dos dejó en el
par “Monumental” y las otras al violín, cerrando en todo lo alto para recibir
ovación. Inicia su faena en
tablas, instrumentando el pase de “El Imposible”, la res iba a media altura y
el aire no le dio oportunidad ante un animal que también rebrincaba. Intentó con la derecha, codilleando y
en las lejanías. Por el izquierdo que
no era el lado del toro, insistió,
el animal se agotó y él se lo pasó
por manoletinas, ante la desesperación de cierto público que pedía más. Unas arrucinas con poca emoción, lo
despachó con un horroroso bajonazo, recibiendo pitos del respetable. Con el cuarto de la “otra” ganadería, “Caudillo”, negro, delantero,
entrepelado y vuelto, en tablas dio tres faroles, pasando casi desapercibido. Dio chicuelinas y una rebolera que
agradaron, desmonterándose. Volvió
con mandiles, caminando y entusiasmó con la “zapopina”. Con los palos que es su
especialidad, repitió el “Monumental”, llevando cuatro banderillas en las
manos, la concurrencia le agradeció su esfuerzo. En los medios dio el pase de “El Imposible”, rematando con
un pase de pecho y además un péndulo y el del desdén para recibir
aplausos. La res tenía buen estilo
y él puso adelante la muleta por la derecha, pero el aire lo interrumpió. Algunos gritaron “toro” y él respondió
con naturales e inclusive un varetazo que le dolió. Prosiguió, con sus mejores intenciones y un sector del
público, el pueblerino, le aplaudió.
Decidido se fue tras la espada, dejando una estocada desprendida, recibiendo un varetazo. Morales, el juez ---dadivoso---,
repitió, regalando una oreja que fue protestada.
A Morante( de la Puebla), su primero, “Villa”, cárdeno obscuro,
ornado de pitoncitos delanteros no le agradó, la res salía suelta y era
incierta, en todo se fijaba. Dos
verónicas por allí desmayadas y vino la primera espantada de el de Puebla del Río. Inauguró el tercio de varas -que aquí
se acostumbra con un picotazo o un rasguño, castigando su varilarguero en dos
ocasiones, se dobló en tablas y comprobó que no había tela. Su socio huía, volviendo contrario y
rajándose. Terminó con tres cuartos
de estocada tendida y desprendida, mortal por el derrame. Algunos pitos y también algunos
aplausos. Lo mejor de la
tarde y de muchas más vino con “Chatote”, negro, bragado, delantero que se fue
a más con el embrujo de la muleta de Morante. Parecía el naufragio, pero Morante con una voluntad inaudita
y un deseo de convencer, a toda
prueba, creó la belleza efímera que iluminó los tendidos, por su hondura, empaque y clase y esa
chispa barroca que muy pocas figuras tienen y que él dibuja tanto por la derecha
como por naturales, y por ayudados por alto. Se embraguetó
con el toro y realizó una faena dictando cátedra taurina que hizo
estallar la locura en la clientela.
Unos naturales fueron a pies juntos, otros ligeramente despatarrado, por
allí el trincherazo y uno del desdén majestuoso. El toreo había llegado a las alturas de lo sublime. Se decidió a matar, dejando una media en buen sitio, mientras clamorosamente se oía “torero”,
“torero”. Entendió a la res y
embrujó a la plaza. Si hay alguien que juegue la muñeca en sus pases con más arte y hondura, que nos lo presenten.
José
Mauricio tuvo un buen lote y mostró avances, pero todavía le falta por
cuajar. Con su primero, “Madero”,
negro, listón, salpicado, astifino, lo toreó bien con la capa y quitó por
chicuelinas, mas el toro hacía extraños.
Se dobló rodilla en tierra para tantearlo y se fue a los medios para
pasárselo por el lado derecho. El
toro mejoró, el torero lo entendió pero se vinieron intervalos que rompieron con
la continuidad de un buen trabajo.
Sólo se quedó en destellos pero pinchó hondo con estocada caída
recibiendo aplausos. ¡Vaya
problema se le presentó en el sexto!
Volvió a mostrar voluntad de agradar y buena compostura con la capa ante
“Rojo Atardecer”, albinegro bien presentado. Destacan un manguerazo de Villalta y dos caleserinas con una
media que mereció el reconocimiento.
Por la derecha toreó bien, con la mano abajo, cargando bien la
suerte. Intentó el pase en redondo
con la derecha, que era el único lado de la res. Por allí un par de capetillinas y uno de pecho que
merecieron aplausos. Se dobló
primero y luego dio tres bernadinas, intentando matar recibiendo pero pinchó,
dejando una estocada perpendicular. Por su entrega recibió aplausos.
Vamos en la
cuarta parte de la temporada, si por apéndices contáramos, van ocho, pero en
verdad nos quedamos con seis, la
de El Payo, la de Castella y las muy merecidas de Luque, sumando la
proeza estética fascinante de Morante, quien salió por la
Puerta Grande de la gloria.
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