Andre Viard contesta
en carta
pública
Julián López “El Juli”
Estimado Julián:
Dos días después de “twittear” contra la prensa francesa en
general y contra mi persona en particular, probablemente has tenido tiempo para
entender hasta qué punto te has equivocado: no se soluciona un problema matando
al que trae la mala noticia, de la misma manera que no se cura una fiebre
rompiendo el termómetro.
No hay mal que por bien no venga, y tu rabieta -impropia de
la gran figura que eres- me permite, y te lo agradezco, explicarte a través de
esta carta abierta, lo que visiblemente no entiendes.
Tienes que saber primero que los medios de comunicación
–“mass medias” como les bautizaron los americanos- son precisamente eso: un
termómetro que permite tomar la temperatura o el pulso de la sociedad. Desde
siempre, salvo en casos de manipulación por parte de algún poder poco
respetuoso de las libertades públicas, han sido el punto de encuentro de todas
las opiniones y la fuente de la que muchos han bebido para orientar su reflexión
constructiva. En Francia, la prensa suele ser bastante libre, y jamás confunde
publicidad y derecho a la información. Esto vale también para la prensa
taurina.
Insisto: la culpa de tu fiebre no la tiene el termómetro,
sino tu ausencia de reflexión acerca de la situación global de la Fiesta que
atraviesa, desde hace mucho tiempo, uno de sus peores momentos, y que tiene que
enfrentarse a la vez a una profunda crisis económica, a una crisis
institucional impulsada por ciertos nacionalismos ciegos y a una pérdida de
identidad -o de ética- que explica la frustración, no de la prensa, sino de la
afición. De lo contrario, ¿cómo explicas que ni arropándote con dos figuras
consigues llenar una plaza?
Para entender el rechazo, todavía muy relativo, que padeces
por parte de un público que te ha encumbrado y tratado quizás mejor que en tu
propio país a lo largo de toda tu carrera, tienes que hacer un esfuerzo de
reflexión, dejar de pensar que se trata de una campaña en tu contra, y entender
que tus intereses y aspiraciones no corresponden ya con los de quienes pasan
por taquilla. El tiempo no se puede detener, las modas pasan y gracias o por
culpa, según se mire, de la crisis, estamos presenciando un cambio de opinión
hacia los valores éticos más profundos de la Fiesta que, como tú debes saber,
es la del Toro.
Y a ese nivel, tu lógica de figura choca con las
aspiraciones de la afición, para la cual, por muy lograda que sea una faena,
tiene poco valor si se realiza delante de un toro que no corresponde a la
imagen mítica que todavía se conserva del mismo en el inconsciente colectivo.
El problema va mucho más allá de saber si vale o no tal o cual animal que se
embarca para tal plaza. El problema es saber si el toro moderno, criado en las
condiciones que tú bien conoces, conserva dentro de la sociedad esa imagen
mítica que es el origen de la Fiesta. Evidentemente, no es el caso, y resulta
fácil entender que un animal criado casi en cebaderos, sometido a lo largo del
día a la dominación del hombre y ataviado de fundas que ocasionan un sin fin de
manipulaciones, no ayuda a que, cuando sale a la plaza, el público vea en él
ese adversario casi invencible que era antaño. Y por supuesto, la pérdida de
esa dimensión mítica que siempre ha sido el motor de la Fiesta, le quita a la
actuación del hombre ese valor épico que durante mucho tiempo hizo del torero
el equivalente de los héroes antiguos.
Y si hoy en día los toreros tienen que ir a la zaga de los
futbolistas o los modelos para reconquistar una fama que a pesar de sus méritos
en la plaza ya no consiguen, es porque la estética que se pretende buscar a
costa de sacrificar las dimensiones mítica y épica, no trasciende en la
sociedad que ve en el toro un animal manipulado, indefenso y en vía de
domesticación, no deseada pero real. Lo cual, como lo entenderás, conforta los
ataques de los animalistas contrarios a la Fiesta.
Tú, que eres un gran amante del campo y que toreas a diario
en todas las ganaderías, ¿no te extraña la gran diferencia que hay entre las
vacas que ostentan una bravura conforme al capital genético que acumulan los
ganaderos desde hace generaciones y sus hermanos de camada que se arrastran
muchas veces por las plazas de una forma penosa, que sólo puede explicar este
exceso de manejo y manipulaciones inoportunas que se les impone? Ese problema,
el más grave para la Fiesta si no se busca remedio, sería injusto achacártelo
solo a ti. Es, sin embargo, la otra cara de la moneda: cuando algo falla en un
sistema, la culpa siempre la tiene el que manda, y en este caso te toca a ti,
puesto que tienes el poder absoluto de hacer y deshacer a tu antojo las
corridas en las que participas.
El ejemplo siempre debe de venir desde arriba, y el que das
ahora a los chavales que empiezan no es el más apropiado para augurar un futuro
esperanzador. Al toro no se le puede considerar solamente como el instrumento
que permite al torero expresarse a gusto. Para engrandecer la Fiesta, al toro
hay que devolverle su sitio, es decir, lucirlo en toda su dimensión a lo largo
de los tres tercios, y particularmente durante el primero. Aunque te parezca
extraño, a los aficionados les gusta la suerte de varas; no para ver cómo
sangra un toro, sino para comprobar cómo embiste. ¿Por qué no les das esa
satisfacción y por qué le quitas al ganadero esa oportunidad de demostrar que
su toro no es sólo un animal sumiso en tu poderosa muleta, sino también bravo
en el caballo? ¿Por qué guardarlo todo para ti? Éste es, precisamente, uno de
los motivos de la frustración de los aficionados franceses: al toro quieren
verlo en toda su dimensión. Experiméntalo en Nîmes este fin de semana, por
ejemplo: ponlo en suerte de lejos, déjalo lucirse, quítalo pronto y vuelve a
ponerlo, y ya verás la ovación que te van a dedicar y cómo desaparecerá la
frustración. Pero lo más importante es que, si lo haces tú, lo harán los demás,
y hasta los novilleros entenderán que hay que cuidar la lidia en este aspecto.
De ahí a que los ganaderos dejen de pensar que la suerte de
varas es un mero trámite condenado a desaparecer a medio plazo, hay un pasito,
nada más. Y de ahí a que vuelvan a mandar en la plaza un toro que dé
espectáculo en el caballo, cinco añitos escasos... El tiempo de orientar su
selección en el sentido que pide la afición a gritos. Y si se consigue, será
beneficioso para ti y para tus compañeros figuras que seguirán tus pasos. ¿No
te has enterado de que en Francia están tomando mucha importancia toreros que
matan corridas más duras que las tuyas, dándole al público lo que quiere y a la
Fiesta una autenticidad acorde con su ética? Y, por si no lo sabes, es gracias
a estas corridas que las empresas pueden soportar el peso económico de las
tuyas.
Si abordo esta cuestión, es porque no se puede construir el
futuro de la Fiesta sin poner las bases de una economía sostenible a largo
plazo, la cual pasa por obedecer a la misma regla de oro que están aprobando
todos les estados europeos inmersos en la crisis: no se puede repartir más de
lo que se tiene y no es de recibo que unos pocos se enriquezcan a costa de la
ruina de muchos. No se trata de caer en un dogmatismo ideológico demagógico,
sino de contemplar el problema en su globalidad: la Fiesta genera una riqueza
que aportan los aficionados cuando pasan por taquilla –lo cual se olvida a
menudo-, y esta riqueza se debe de administrar para el bien de la Fiesta,
respetando por supuesto la jerarquía que impone la ley del ruedo, pero
respetando también las necesidades del sector en su globalidad, cuyo primer
objetivo en estos tiempos tan difíciles es sobrevivir.
La clave del futuro, como bien lo has entendido aunque un
poco tarde, radica también en permitirle a las nuevas generaciones acercarse a
las plazas, lo que supone dos obligaciones: enseñarles la grandeza de la Fiesta
a través de la del toro, y fomentar una política de precio asequibles. Y me
alegro, aunque os hayáis quedado un poco cortos, que tú y tus compañeros estéis
aplicando una fórmula que llevo proponiendo en Francia desde hace tiempo, a
través, esta vez sí, de una campaña de información: cuando se habló el año
pasado de pedir a las figuras reducir sus honorarios, yo abogué por pagaros el
20% de los mismos en entradas –lo que es posible, puesto que en la mayoría de
los casos no llenáis–, las cuales serían regaladas en vuestro nombre a la
juventud y a los más necesitados. Lo habéis echo de otra forma, pero éste sí
que es el buen camino de cara al futuro.
Así se fomenta la afición de mañana, pero a este público
joven, ya que lo atraemos, hay que enseñarle el sentido de la verdadera Fiesta
para que no la confunda con un espectáculo más: la Fiesta de los toros es la
resurrección más antigua de un mito que nace al principio de la Humanidad: es
la última tragedia, en el pleno sentido de la palabra, y la escuela más grande
de vida que se le puede enseñar a un chaval, a condición de que el toro recobre
su protagonismo. De lo contrario, si todo se resume en una exhibición de
poderío por parte del torero frente a un animal demasiado sumiso, el peligro
que corremos es ver la Fiesta convertirse en una mascarada carente de
significado, al igual que la Danza de la Lluvia que hacen hoy los descendientes
de los chamanes indios para los turistas. Para evitar esto, abre un poco tu
elección de ganaderías, ayuda a preservar algunos encastes históricos matando
alguna corrida, regálales a los aficionados y a los ganaderos el gran
espectáculo de una lidia que luzca al toro en el caballo, asume la competencia
con los toreros ya maduros que se están ganando a pulso su inclusión en las
ferias. Haz lo que siempre hicieron las grandes figuras cuando se les
cuestionaba: gestos en sitios claves frente a ganaderías distintas. De esta
manera, mejor que de cualquier otra, asentarás tu condición de gran figura y
acallarás las críticas. Y sobre todo: que tu pundonor no interfiera en la
cuestión monetaria. Facilítales a las empresas defender sus ferias en la medida
de lo posible. El bacalao, como se decía antes, siempre lo partirás tú, pero
procura que haya de comer para todos. Deja que la última peseta la gane el que
más la necesita.
Como gran figura de esta época y como líder indiscutible de
tu profesión, tu responsabilidad es inmensa. Eres la clave del futuro y tienes
dos opciones: seguir en tu línea actual, acomodándote en tu condición de
figura, o tomar las riendas de la verdadera revolución que se necesita para
darle a la Fiesta el vuelco radical que le permitirá adaptarse mejor a la
sociedad actual. Si antes no lo habías entendido, ahora, gracias a esta carta
que lo explica todo, sabes lo que la afición y el mundo del toro esperan de ti.
Y para acabar, permíteme un consejo: deja de refugiarte en
el argumento de que te juegas la vida para ocultar los verdaderos problemas. Lo
sabe todo el mundo y por eso se te respeta, pero no pareces entender que éste
es el destino de cada uno de nosotros: de una manera o de otra, todos nos
jugamos la vida, y no te hablo sólo de los toreros, del más grande al más
modesto. Si me apuras, yo me la juego también cuando defiendo la Fiesta en
Francia. Y por si la noticia no ha llegado a tu burbuja, la inscripción de la
misma en el patrimonio cultural me costó el año pasado que unos individuos
vinieran de noche a quemar mi casa con toda mi familia dentro. Así que por
favor, Julián, lo de jugarse la vida déjalo ya: la grandeza del toreo siempre
ha sido hacerlo en silencio y menos con intención de hacerse la víctima. Como
bien dijo «El Tato», son «desperdicios».
A cada uno nos toca asumir el destino que hemos elegido, y
espero que gracias a esta carta entiendas qué caminos se abren ante ti. En un
momento puedes acabar con la frustración de los aficionados y quedarte para
siempre en la historia del toreo, no sólo como un diestro importante, sino como
el gran impulsor de una nueva época de la Fiesta, como en su tiempo fue
Paquiro. Todavía no es tarde y no sabes cuánto te lo agradecería la afición.
Entenderás que todo esto no lo podía resumir en un tweet, y
entenderás también que, ya que te has dirigido a mí de forma pública, te
contesto a través de esta carta abierta. De hecho, todas las ideas que te doy,
te las regalo sin buscar ningún derecho de autor. Hazlas tuyas y convence a tu
amigo Juan Antonio Gómez Angulo -que también piensa que eres la piedra angular
de nuestro futuro- que las tiene que incluir en el informe que prepara. Pero no
le digas que vienen de Francia. Por lo visto, le molesta mucho.
Un abrazo de tu admirador.
André VIARD
andre.viard@terrestaurines.com
(*) Universitario, pintor, escritor, caricaturista, periodista, fotógrafo... y matador de toros,André Viard, quien es también creador y presidente del Observatorio ...
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