Terroristas de la crítica
Dove si grida mo é vera scienza,
(Donde se escandaliza no hay verdadero saber)
LEONARDO
Si no hubiera hombres capaces de jugarse la vida frente a un
toro, no habría corridas, no por consiguiente, crítica taurina.
¿Cómo se ha podido llegar a la monstruosa deformación de que
un sinvergüenza provisto de una pluma viva de insultar a quienes, con su
arrojo, les da la posibilidad de existir “profesionalmente”?
Todo el respeto para el que respeta, todo el desprecio para quienes empiezan por no respetar a la fiesta de los
toros y se dedican sistemáticamente a minarla, con el ridículo pretexto de que
quieren hacerla mejor: lo que quieren es perpetuar su saqueo de asaltantes, que
la tomaron por sorpresa y a costa de ella viven, chulescamente, como matones,
terroristas y pistoleros de la pluma. Y de añadidura exhibicionistas, con su vacio
exhibicionismo de pueblo.
Los verdaderos críticos que aún quedan no intentan, quizá
por higiene, tropezar con ellos. Y ahí siguen los otros vociferando
impunemente. ¿Hasta cuándo?
A lo largo de una vida, que se va encauzando ya hacia su
final, me ha tocado, sin yo buscarlo, conocer muy a fondo a la fiesta de los
toros y a sus protagonistas, falibles como hombres, pero dignos de respeto por
la índole misma de su profesión y de su riesgo. Cada vez que veo a uno de ellos
con un boquete que le rompe los músculos y venas y pone a prueba su entereza
para seguir adelante –que atañe a lo esencial humano- me acuerdo de los
pistoleros terroristas de la crítica.
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