martes, 1 de mayo de 2012

SU FERIA ES UN PRIMOR






EL VITO

Algunos pueblos de México se identifican con ruidosos nombres de sus próceres y revolucionarios.
Camino a Aguascalientes se cruza por San Miguel de Allende y Dolores Hidalgo y más adelante se pasa por un costado de Ojuelos, sesgando la pared del cementerio que luce  un gran cartel intimidatorio que dice "Aquí te espero, pasajero". Ni hablar, sin entrar en Ojuelos el viajero sigue ese mismo camino que cruza valles en el que  tropezará con nombres de mucha historia taurina como La Punta y Mantancillas, los viejos cascos de las haciendas de los hermanos Madrazo. José y Francisco, dos ganaderos punteros en la época de Manolete, que encumbraron los hermanos Chucho y Lalo Solórzano mucho antes de que las hordas campesinas instigadas por el locuaz populismo invadieran las tierras de las vacas bravas.
Hoy sólo quedan allá los nombres y el recuerdo importante de unas ganaderías que sirvieron para que muchos toreros conocieran la gloria.
Llegué a Aguascalientes en plena actividad ferial. La famosa y muy cantada Feria de San Marcos estaba en pleno apogeo.  Lo primero que hice fue ir a la plaza de toros para asegurar los boletos para la corrida de la tarde, cuyo cartel anunciaba toros de San Miguel de Mimiahuapam para Manolo Martínez, Eloy Cavazos y Antonio Lomelín. Cartel de "No hay billetes".  Escenario hermoso el de la plaza rematada con arcadas de pulcro blanco y  tejadillo ocre, que se llena poco a poco a medida que crece el rumor en el corazón de toreo mexicano. El alguacilillo viste a la usanza mexicana y los aires musicales de la extraordinaria banda son de la tierra aguascalientense. A Eloy en su estrujante faena le acompañan con el Corrido de Monterrey, primero, y luego con el Corrido de  Aguascalientes que invita al público a participar en un gran coro con  el grito de "¡Viva Aguascalientes!, ¡...Y su feria que es un primor!"

Manolo recibe la muestra hostil del público, porque no triunfa, y caminando hacia el callejón se encara con un aficionado de barrera que le increpa. Martínez, muy enojado, le responde: "¡Chinga tu madre cabrón!". Otro día en San Marcos Manolo cambiaría las lanzas por cañas, con una de esas faenas muy de Manolo. Se rebela ante sus compañeros aquella primera tarde en "aguas" el acapulqueño Antonio Lomelín, quien tropieza —los toreros en racha "tropiezan" con toros excepcionales— con un toro de bandera de San Miguel de Mimiahuapam. El mejor toro de la feria, no hay duda, y Antonio saludó al bravo noble astado con el péndulo en los medios de la arena hidrocálida y desde ese instante comenzó una escalada triunfal, que culminó con una espadazo espectacular hasta las cintas. Las dos orejas y el rabo y la delirante salida a hombros en medios de los entusiastas aficionados.
¡Que buena la afición de "aguas! Un público participante y atento a todo lo que ocurre en el redondel.

Tuve oportunidad de saludar a un montón de grandes amigos. Allí estaba Guillermo González "El Cabezón", empresario de esta feria. Al destacado y joven apoderado José Manuel Espinosa y a nuestro paisano Rafael Báez  que con José  Chafik maneja la fiesta de los toros mexicana con la pareja de Martínez y Cavazos. Allí estaba el maestro Pepe Alameda, admirado crítico taurino y también el joven Ángel Díaz de León, del Canal Trece de Televisión.

Fue mi primera visita a Aguascalientes, escenario de la que sería la impresionante y casi perfecta faena de Fermín Espinosa "Armillita" premiada  un rabo inobjetble, después de ponerle un sello muy armillita a su genial e inspirada obra de arte, que dejó de ser el monólogo entristecido.

En Aguascalientes, Fermín Espinosa "Armillita" tuvo un diálogo profundo, el que en mutua fecundación se ha levantado entre la plenitud de Fermín y la liturgia de Miguel, su hermano, diálogo que tuvo clásica prosa imperial, aprendida y aprehendida en Chichimeco. Miguel fue quien arrasó: cuatro orejas la primera tarde, dos la segunda, dos y rabo la tercera y dos más la cuarta para ganarse todos los trofeos que estaban en juego. Fue la feria de los hermanos "Armillita".

La señora Nieves, la viuda del maestro de Saltillo, salió de su retiro en Chichimeco, para cenar en Aguascalientes con sus hijos. Los tres solos brindaron por el recuerdo del genio. Seguro que Fermín el grande, a quien llamaron "Armillita Chico", en algún rincón celestial celebraría el éxito de sus hijos con su ritual sencillez.

 "¡Y su feria que es un primor!",  tiene el toque mágico en la arquería del Jardín de San Marcos, en su palenque y con su jugada que se hunde todo en un mar de alegría al resonar de la tambora, que no deja de acompañar los desafinados clarines, que entonan "Pelea de gallos". Aguascalientes envuelve al visitante en su esplendor, con su cariño y muy fuerte con la amable hospitalidad de su gente. Toros, gallos, juegos y canciones de un pueblo entregado a celebrar todo en honor a San Marcos. Día y noche, sin parar, se festejaron sin que surgieran inconvenientes y es el toro de lidia el que, con su totémico atractivo envuelve al público enferiado. Aguascalientes, cuna de grandes toreros como Alfonso Ramírez El Calesero, Humberto Moro y  Rafael Rodríguez El volcán de Aguascalientes, es centro geográfico del más interesante mapa ganadero mexicano; por ello es que "aguas", como los hidrocálidos llaman a su amado terruño, es la más mexicana de todas las ferias.


No hay comentarios:

Publicar un comentario