Un día, día que mi memoria no ubica en el calendario, pero que jamás podré olvidar, fue
cuando un grupo de aficionados en Mérida le dio a David Silveti el trofeo
“por su torería”. Había David lidiado una corrida de Los Aránguez” y los muy
sensibles aficionados sintieron el impacto del rito en el ejercicio de su
profesión desplegado por el gran torero.
Ayer, en la
plaza de Las Ventas, su hijo Diego dio una lección de torería, de ritos y de
rituales, que posiblemente los madrileños creían que un mexicano, un torero que
fuera a confirmar su alternativa pudiera darle lecciones. Sobre todo de cómo
deben hacerse las cosas.
Me refiero,
amables lectores, al asunto de la montera y de los abrazos cuando se cambian
los trastos entre padrino y ahijado, y en este San Isidro hemos tenido la
oportunidad de ver varios actos de esta índole. El maestro entrega los trastos
al toricantano, ambos se descubren de sus monteras y se abrazan. Es el ritual
corriente, pero no fue así en la ortodoxia. Debemos recordar que la alternativa,
que no es otra cosa que el permiso que otorga el maestro al subalterno para
alternar en la lidia de los toros en una corrida lo corriente, pero no es así
en la ortodoxia del toreo, la impuesta en los orígenes de las concesiones de la
alternativa a los aprendices, banderilleros o novilleros.
Los maestros,
época de Francisco Romero, José Cándido, Costillares, Pepe Hillo eran hombres
que enseñaban –por eso lo de maestros- y cuando el banderillero o aprendiz
estuvo en capacidad de matar un toro, previa la lidia de acuerdo a la
tauromaquia del maestro le concedían el permiso – la alternativa – de alternar
con el maestro. En esa época no se destocaba, no llevaban montera y sí la
malla, pero más tarde los lidiadores al conceder alternativa no se destocaban y
mucho menos abrazaban. Era cosa de hombres, yeso de los abrazos no entraba en
la cabeza del que se jugaba la vida.
Todo esto es
lo que con torería ha revalidado en su confirmación Diego Silveti, pues ni se
desmonteró y tampoco abrazó. Un apretón de manos, respetuoso y sincero y sí se
quitó la montera ante la autoridad para convalidar la autorización de matar al
toro otorgada por su padrino de confirmación, Sebastián Castella.
La
confirmación de la alternativa que en Gijón le otorgara el 12 de octubre de 2011
José Tomás, ocurre 25 años cuando su padre David lo hizo en Las
Ventas. Diego vistió de alelí y oro con el traje de luces que tomó la
alternativa, en su presentación en Guadalajara
y la ya histórica tarde de "Charro Cantor" de Los Encinos en la plaza
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