Diego Silveti cuajó la faena, pero no remató el triunfo con el acero |
*Le pudo haber cortado las orejas al sexto astado.- El francés Sebastián Castella anduvo más que esforzado pero sin suerte hasta en uno de regalo.- El veterano Rodolfo Rodríguez “El Pana” salió del hospital para torear y de plano “arrastró la cobija”.- Tres toros de San Isidro se dejaron torear, primero, quinto y sexto.- Casi tres cuartos de entrada en el coso Monumental en tarde nublada, con viento y un insipiente chipi chipi que alborotó el calor
ADIEL ARMANDO BOLIO
Se fue sin corte de apéndices este viernes la novena corrida de la Feria Nacional de San Marcos 2012 en su coso Monumental aguascalentense, que registró casi tres cuartos de entrada en tarde nublada, con algo de viento y una más que ligera llovizna que sólo alboroto el calor, y en la que el mejor librado fue el diestro debutante en esta Tierra de la Gente Buena, Diego Silveti, quien al toro que le tocó en segundo turno le cuajó una brillante faena pero que malogró con la espada, aunque el público se quedó con ganas de volverlo a ver, lo cual sucederá esta tarde.
Más o menos la misma suerte corrió el espada galo Sebastián Castella teniendo una salida al tercio, en tanto que el polémico y veterano diestro tlaxcalteca Rodolfo Rodríguez “El Pana” prácticamente se levantó de la cama del sanatorio Guadalupe, donde durante un par de días se le rehidrato por una severa debilidad a consecuencia de su dolencia hepática. Se le vio falto de condiciones para la lidia, desconfiado y terminando por no querer saber nada ante la reprobación del público. No sabemos si alabarle el gesto de dar la cara en el compromiso para el que fue contratado o censurarle el que se haya presentado en esas condiciones a torear. Este diestro así es, luz y sombra.
Así que ante casi tres cuartos de entrada en el coso Monumental se lidiaron siete astados, uno de ellos de regalo, de la dehesa local de San Isidro, siendo los más toreables los corridos en primero, quinto y sexto lugares. Los demás, incluyendo el de obsequio, presentaron dificultades.
“ARRASTRÓ LA COBIJA”
De verde hoja y plata, faja y corbatín tricolores, el tlaxcalteca Rodolfo Rodríguez “El Pana” en el toro que abrió el festejo ejecutó cerrado en tablas dos rodolfinas y veroniqueó con voluntad. Con la muleta, visiblemente mermado de facultades, empezó con un cambiado por la espalda al hilo de los tableros y después realizar un trasteo desligado, con contados buenos muletazos por ambos lados, con algo de viento y sin estar a la altura del potable astado, terminó con más ayudados y mató de tres pinchazos y media atravesada para tener silencio tras un aviso.
En su segundo, ya sin la casaquilla, ejecutó cerrado en tablas el lance de la veleta y luego jugó los brazos con empeño. Su quehacer muleteril estuvo falto de capacidad taurina por su incapacidad física. Se vio sin recursos y prefirió que su cuadrilla se encargara de ello ante el descontento del público. Volvió a la cara del toro pero para matar de pinchazo, media estocada y cinco golpes de descabello. Le sonaron dos avisos, escuchó protestas y en una actitud de buscar el perdón del público se arrodilló en los medios abriendo los brazos haciendo la cruz y después besar el ruedo. Así es este veterano y mítico torero.
SE MOSTRÓ ESFORZADO
El francés Sebastián Castella, de grana y oro, faja y corbatín en negro, en el primero de su lote le puso voluntad con el capote y más empeñoso se vio con la sarga por los dos perfiles. Sin embargo, además de las complicaciones del astado, tuvo que luchar contra el viento por si fuera poco y por más que intentó el lucimiento sin fortuna. Aun así la gente le aplaudió el esfuerzo a pesar de alargar la faena. Terminó de dos espadazos muy bajos para tener división de opiniones tras un aviso.
Al segundo que le tocó en suerte lo lanceó bien a la verónica. Después del segundo tercio el rehiletero Luis Castañeda se desmonteró en el tercio tras clavar valientes pares de banderillas. Con la franela su faena fue hecha a base de tandas derechistas de buen corte, en su mayoría sin mucha limpieza pero llegándole su quehacer a la concurrencia por la emoción que le imprimió. Hizo el toreo en un palmo de terreno valiente y finiquitó de pinchazo y horrendo metisaca. Palmas.
Regaló un toro fuera de tiempo y con la gente yéndose de la plaza, el segundo reserva, de la misma dehesa titular, con el que nada logró en su manejo del capote digno de mencionarse pero con la muleta, a pesar de que el astado lo esperaba y lo medía mucho, el espada galo supo entenderlo y lidiarlo en una meritoria labor por ambos lados. No acertó con la toledana, dejando una estocada trasera y contraria para escuchar palmas al retirarse.
FUE EL MEJOR LIBRADO
Vestido de rosa mexicano y oro, faja y corbatín en negro, el guanajuatense Diego Silveti en su primero le puso voluntad con el capote. En el tercio de banderillas el subalterno Gustavo Campos ligó su cuarta salida al tercio en lo que va de la feria por estupendos pares de garapullos. Tras brindarle al diestro retirado Miguel Espinosa “Armillita Chico” intentó Silveti estructurar una faena que no existió debido a la nula colaboración del astado. Concluyó de estocada trasera y caída para escuchar palmas en el tercio.
Y en el que cerró plaza se dejó ver voluntarioso con el capote y con la tela roja cuajó un trasteo estupendo, con el sello y la personalidad de la casa pero ya con el sello propio, de más arrebato aun. Comenzó estética y estatuariamente con pases por alto para después bajar la mano y torear por derechazos en varias tandas que remató toreramente con los forzados de pecho, saliendo de cada serie muy jarifo y encarándose con el público en una cariñosa y entregada comunicación. Adornó su inspiración torera con detalles como los molinetes, trincherazos y desdeñosos pases que terminaba viendo al tendido enriqueciendo así su comunión con el respetable. Pero vino lo mejor, sus aterciopelados naturales de largo trazo y dimensión que le fueron alegrados con las estrujantes notas musicales de “Pelea de Gallos”. Más toreo por los dos perfiles, destacando el izquierdo y pases en redondo. Selló la brillante y emotiva faena con una serie de ceñidas manoletinas para malograr todo con la espada, cuando tenía ganadas a ley las orejas. Sin embargo, los aficionados entendieron más que bien la disposición de Diego y lo obligaron a saludar desde el tercio para recibir una sonora ovación.
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