El Juli, -el excluido-, junto a Manzanares abren la Puerta Grande de Valladolid |
EL VITO
Cuentan que
cuando Niño de la Palma llegó a Madrid, con titular de Gregorio Corrochano como
carta de presentación, Cayetano pe ponía mucho cuidado y empeño a los integrantes de su cuadrilla.
Ordóñez había encargado un traje manzana para su debut y ordenó a sus
banderilleros vestir de manzana y plata para la ocasión. Corrochano lanzó aquel
heraldo de "Es de Ronda y se llama Cayetano" en
el titular de su
crónica, la que creo terminaba con aquella sentencia de "el toreo será lo
que quieras tu que sea".
Palabras más, palabras menos, pero los hechos se engrandecen en la distancia y
lejos de los acontecimientos se reverdecen cuando vemos en Valladolid a José
María Manzanares y a su cuadrilla
formar una granítica unidad que resalta entre todos los maestros del toreo
actual.
Vayamos por
parte en el relato de los hechos.
El 13 de
este mayo, mes muy taurino en Madrid, mes de la primera parte de San Isidro, se
anunció un atractivo cartel en Valladolid con "el excluido" Julián
López "El Juli", el esperado José Antonio "Morante de la
Puebla" y José María Manzanares con toros de García Jiménez, en principio,
que fueron rechazados y sustituidos por una corrida de Victoriano del Río.
El cartel,
atractivo e irrepetible en Madrid por los conflictos que se han ventilado entre
Roberto Domínguez y Javier Martínez y su hijo Manolo, restó público a Madrid, y
un buen grupo de venezolanos nos trasladamos a la hermosa Valladolid para
asistir en la Plaza de la Calle de Zorrilla a esta corrida que se nos antojaba
en el papel "tarde de acontecimiento", sobre todo por la forma de
cómo viene rodando la temporada de San Isidro. Muy aburrida. Y así fue, pues
fue tarde de acontecimiento porque no hubo decepción. Al final El Juli y
Manzanares, abrieron la Puerta Grande. El Juli cortó dos orejas, una en cada
toro; y Manzanares, las dos del
tercero. Morante aclamado cruzó la arena al final de la corrida.
Al
principio de esta narración recordábamos que Cayetano Ordóñez vestía su
cuadrilla sedas del color de su traje, con la clara intención de uniformar al
equipo que lideraba. Eran sus banderilleros y picadores un equipo, una unidad
que como el de ahora de José Marí Manzanares es un plus más allá de la
excelencia del maestro.
En sus dos
toros José María Manzanares brilló en excelencia, porque además de su lidia, de
arte en plenitud, los espacios que para otros resultan vacuos, vacíos de
contendido, por su equipo de banderilleros y de picadores en Manzanares se
llena de emoción con un contenido rico en expresión y competencia. Sí, porque
Alfonso Barroso compite con Chocolate en varas, y Truillo de Málaga lo hace en
banderillas con Javi. Estos, los banderilleros, no se si con intención,
vistieron en Valladolid de rioja y azabache y cuebrieron el tercio
maravillosamente.
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