Información y Opinión Taurina de Venezuela para el Mundo, por el periodista y crítico taurino venezolano Víctor José López "EL VITO"
lunes, 5 de marzo de 2012
TODOS LOS TOREROS sacan a hombros a Juan José Padilla en su reaparición
Zabala de la Serna | Olivenza
Cuando las puertas se abrieron, del portón de cuadrillas tardó en salir Juan José Padilla. Vestido de verde esperanza y oro bordado en espigas de laurel. Esperaban ya en las rayas del tercio Morante y Manzanares. Y Padilla miró al cielo y le dio gracias a Dios. El paseíllo fuera una catarata incontendida de emoción. El Ciclón con su parche en el ojo izquierdo, delgado como nunca y desmonterado por ser su debut en Olivenza.
El público volcado lo obligó a saludar en medio de la admiración por la hazaña milagrosa de su recuperación. Compartió con sus compañeros el cariño. Y se caló la montera, la ajustó sobre el ojo ciego y esperó la salida de "Trapajoso", de Cuvillo, número 53, apretado y regordío. Lo paró con soltura, garbosa la media verónica y otra del quite. Padilla no ha perdido fuerza ni tino con las banderillas. Ciclón.
Brindó el toro a los doctores Val Carreres y García Perla, que han reconstruido al hombre, el hombre que ha reconstruido al torero. Pero el toro de Cuvillo se paró a plomo. Juan José en porfía se creció. Se afianzó y mató de una a "Trapajoso". Media estocada en su sitio. Muerte segura. Una oreja para un esfuerzo de cinco meses menos tres días contra el reloj y el destino.
En el callejón estaba la torería andante en pleno: El Juli, Talavante, Ferrera, Serafín Marín, Antonio Barrera... Y Suarez Illana amigo en la aventura y la desventura, en los cielos y en los infiernos.
Morante le brindó el segundo toro a Juan José Padilla. De tronco a tronco, colega. El de Cuvillo traía la cara lavada, muy chivata. José Antonio el de La Puebla habia dormido los brazos en tres lances a la verónica. El torete a su aire se desentendió. Y luego volvió a entenderse cuando el torero le propuso cosas a dos manos plenas de torería. Por el derecho, el mejor pitón, Morante hundió el mentón y dibujó el redondo con clasicismo. A izquierdas el toro viajaba menos. Esbozos de sabor. Un trincherazo soberbio luego y una trincherilla grácil. Tardó mucho en verle la muerte.
Se desmayó el padre de Padilla en el callejón, se despistó la gente y se enfrió la petición de manera tonta. Por aroma la oreja y por sentido del presidente: había que premiar a los toreros que no den un circular.
El tercero se descoordinó en un mal movimiento, en un derrote contra la madera. El sobrero, también de Cuvillo, se lo brindó José María Manzanares a Padilla. Tras la apariencia de novillote de engorde, habitaban problemillas de toro gazapón, pegajoso, agarrado al piso, con el freno de mano puesto para desplazarse. Sobre todo al natural. La solvencia técnica de Manzanares y un espadazo en la suerte de recibir (perdiendo el engaño) taparon todo. Especialmente ese cañón de estoque.
La fuerza de Juan Jose Padilla adquirió potencia cinco con el cuarto, 'Reposado', suelto de carnes y chorreado, armado por delante. No se lo pensó a la hora de tirarle una larga cambiada de rodillas, entremezclar verónicas y chicuelinas. Y en plan reto total les ofreció banderillas a sus compañeros. Morante lo bordó al cuarteo y se acordó de todas las mulas de Padilla a la salida del par. Con una sonrisa claro. Manzanares también cumplió con garbo y Juan José con poder. Revolución Padilla, que brindó a su padre en largo abrazo. Y revolucionado siguió de hinojos con el cuvillo de raza y nervio. En pie también. No apretaba poco con su movilidad y su cara suelta, que apretó, valga la redundancia, a Padilla en el refugio de la tabla del cuello. Chispas por el izquierdo. Recursos, guerra, reto. Un desplante rodilla en tierra y otro más. Y cantares por fandangos desde los tendidos a la batalla del guerrero. No importaron los pinchazos. Otro trofeo llave de la puerta grande. La oreja se la entregó Juan José Padilla a Paloma, su hija, en una barrera, vigilando el capote de paseo. Paloma,la niña de sus ojos.
Morante no vio al desagradecido, sieso y escaso quinto por ningún lado y abrevió con sentido de la economía y el tiempo, que vale oro.
La lección de brega de Curro Javier fue de 10 con el sexto. Y de pundonor de Trujillo muy apurado con los palos en la salida de los pares. Bondadoso el cuvillo en la muleta de Manzanares en los medios pero con contado fondo. Dos tandas de redondos como tope. Y ya, hacia los adentros, porque encima se quedaba. Cerca de tablas la despedida y la intentona de la suerte de recibir, o al encuentro, muy forzada. Perdió las manos el funo y el pinchazo se quedó congelado en una instantánea. Repitió la suerte y hundió la espada ahora con habilidad.
Todos los toreros del callejón se tiraron a sacar a hombros a Padilla. Finalmente Suarez Illana izó a su "hermano" del alma. La proeza reconocida por la torería andante: Juli, Talavante, Antonio Barrera, Francisco Rivera, Ambel Posada, Serafín Marín, banderilleros, gentes del toro, admiradores del héroe.
Ficha:
Plaza de toros de Olivenza. Domingo, 4 de marzo de 2012. Vespertina. Última de feria. Lleno de "no hay billetes". Toros de Núñez del Cuvillo, incluido el sobrero anovilladote y agarrado al piso (3º bis), de escasa presencia; noble y bueno el 2º; parado el 1º; el 4º sacó nervio y movilidad; deslucido el 5º; bondadoso pero de contado fondo el 6º.
Juan José Padilla, de verde esperanza y oro. Media estocada (oreja). En el cuarto, dos pinchazos, estocada rinconera y desprendida y descabello (oreja). Salió a hombros.
Morante de la Puebla, de negro y oro. Media estocada. Aviso (oreja). En el quinto, media estocada (división de opiniones).
José María Manzanares, de obispo y oro. Estocada en la suerte de recibir (oreja). En el sexto, pinchazo y estocada en la suerte de recibir (petición y ovación de despedida).
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