Continúa vigente el comentario de los aficionados con relación a la recién finalizada feria de San José de este año, ribeteada con el adjetivo de ser una de las más exitosas de esta década.
Es sabido que para los empresarios esta feria es difícil de organizar por los innumerables inconvenientes para armar el rompecabezas taurino; pero este año, la debutante empresa Agrocasta supo valorar los medios convencionales: radio, prensa, afiches, volantes, unidad móvil, carteleras, plotters, etc… para la convocatoria al mundo taurino que respondió plenando los escaños de la Maestranza de Maracay.
Fueron tres entradas rozando el lleno -en la novillada y las dos corridas-, con el sustento de tres ganaderías: San Antonio, Laguna Blanca y Campolargo, añadiendo el buen juego demostrado en el ruedo que permitió abrir el cauce del triunfo al novillero Edgar Antonio, el debutante matador de toros El Califa de Aragua, el artístico Gabriel Picazo, el incombustible Erick Cortez y el electrizante Antonio Ferrera, por citar a los que lograron cortar orejas sin restarle méritos a los demás actuantes.
Las reseñas de estos festejos han sido ampliamente difundidas por todos los medios existentes, prevaleciendo el buen concepto de su organización con carteles rematados que balancearon el ambiente.
Es justo destacar uno de los aspectos que mantiene el toreo interesante, como la aparición de nuevos jóvenes matadores de toros con calidad de ídolos. Así ha sucedido con Hassán Rodríguez “El Califa de Aragua”, a la postre, declarado triunfador de esta edición, aumentando el entusiasmo de los aficionados por una sana confrontación para la fiesta entre los que vienen y los expertos veteranos que tratan de contrarrestar el entusiasmo y el arrojo de los ambiciosos pretendientes a un sitial dentro de esta difícil profesión.
Mención especial para el novillero Edgar Antonio, quien no estaba en los planes de la empresa: entró por la puerta de servicio y salió a hombros por la puerta grande con dos orejas en sus manos, demostrando con su arrojo y gallardía que estaba preparado para estos menesteres y con él, simplemente se había cometido una injusticia.
A esta apreciación le agrego que son los “patinazos” que dan los empresarios cuando son atosigados por tantas recomendaciones que desembocan en equivocaciones para la reflexión.
Vistas y repasadas estas notas, el comportamiento de los aficionados y el contagioso efecto del palco presidencial -que no aguanta un ápice de presión para complacer al graderío-, la Feria de San José de Maracay ha sido una experiencia inolvidable para El Califa de Aragua, para el novillero Edgar Antonio y para la empresa integrada por el matador Erick Cortez y el señor Ricardo Morales demostrando que son “Profetas en su tierra”.
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